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Dijo la escritora española María Zambrano en Las palabras del regreso:

Hace ya bastantes años que escribí en La tumba de Antígona que “la patria es el mar que recoge el río de la muchedumbre”. Esa muchedumbre en la que uno va sin marcharse, sin perderse, el Pueblo, andando el mismo paso con los vivos, con los muertos. Y al salirse de ese mar, de ese río, sólo entre cielo y tierra, hay que recogerse a sí mismo y cargar con el propio peso; hay que juntar toda la vida pasada que se vuelve presente y sostenerla en vilo para que no se arrastre. No hay que arrastrar el pasado, no el ahora; el día que acaba de pasar hay que llevarlo hacía arriba, juntarlo con todos los demás, sostenerlo. Hay que subir siempre. Eso es el destierro, una cuesta, aunque sea en el desierto. Esa cuesta que sube siempre y por ancho que sea el espacio a la vista, es siempre estrecha. Y hay que mirar, claro, a todas partes, atender a todo como un centinela en el último confín de la tierra conocida. Pero hay que tener el corazón en lo alto, hay que izarlo para que no se hunda, para que no se nos vaya. Y para no ir uno, uno mismo, haciéndose pedazos. No hay que arrastrar el pasado, ni tampoco olvidarlo.

 

Pasar por el exilio es algo capaz de atravesar a todos los individuos, incluyendo aquellos que viven su propio exilio dentro de las fronteras de su país: un país que, una vez que se desató una guerra (por ejemplo), ya es irreconocible (en este caso, esta creación está en el marco de la Guerra Civil Española del siglo XX). Tan irreconocible, que los rostros de nuestros más allegados, han cambiado. Ante esa tesitura, corresponde preguntarse: ¿Qué atenta más a la conservación de nuestra integridad, seguir habitando la tierra que nos vio nacer o aventurarnos al devenir de vivir en la total extranjería?

El punto de vista de género que plantea MujerSilencio: crónica de la frontera, incide en que ello se aborda desde distintos lugares: unos más privilegiados que otros; unos más partidistas que otros; unos con mayor arraigo emocional que otros…, porque siempre lo que se vive es percibido desde una óptica muy concreta e invaluable. El caso es que este fragmento de la obra de María Zambrano, nos hace caer en la cuenta de que lidiar con el exilio lleva consigo pensar el presente como algo sobrecargado de pasado y de un futuro que está aún en puntos suspensivos. Si, un presente que implica tener que reorganizar en nuestro interior, el reguero del que apenas hemos tenido algún grado de incidencia.

 

Foto: Paco Urri

 

Sea como fuera, somos los que somos, entre otras cosas, gracias a cómo hemos ido gestionado lo que hemos “consumido”. Entonces, una manera de sobrevivir es que lo convirtamos en el combustible que surta a nuestras proyectos de vida, siendo que el presente posee una “débil fuerza mesiánica” (tal y como lo desarrolló Walter Benjamin en sus Tesis sobre la filosofía de la historia), que es susceptible de traducirse en una oportunidad de “redimir” a los que no fueron auxiliados en un momento de peligro, citándolos; o bien, a nosotros mismos, si hemos identificado que en nuestras carnes se están reproduciendo ciertos “patrones”.

Así, este filósofo alemán nos desveló que en las contingencias que contienen a la historia, se ha instaurado un “estado de excepción” que se ha hecho regla. Por tanto, no estamos “luchando” contra la Ley de la Gravedad, sino en realidad, con la algo cuya perfomatividad es redirigirle hacía dinámicas que respeten la dignidad de todos (independientemente, de la época en la que se ha vivido o la que se esté por vivir), tanto en lo individual como en lo colectivo. He allí que en el campo de la historiografía se libre una “batalla cultural” por conseguir que nuestro relato sea el hegemónico.

En esta línea, los hechos, los testimonios personales, las manifestaciones artísticas, etc.…, son cosas que se han de registrar como documentos históricos de lo que se “respiraba” en un contexto donde también hubo un “presente”, por más que cuando estudiamos la historia de lo que fuere, apenas se le dé mención. Y justo eso fue lo ha hecho Nieves Rosales/ SilencioDanza con la representación de esta pieza, esto es: esta profesional andaluza citó lo que aún espera a ser sacado del interior de que ha se ha ido “sedimentando,” a lo largo de la versión de la historia que ha tenido mayor preponderancia. Claro que en los últimos veinte años (por decir una referencia) lo que se ha denominado “memoria histórica” ha ganado peso en el “foro público” español, más no ha sido suficiente para contener a los prefieren seguir “huyendo hacia adelante”, es decir: como si todo hubiese sido un mal sueño; o peor aún, el visibilizarlo nace del “lloriqueo de un puñado de “rojos”, que no aceptan que sus padres y abuelos ya han fallecido”.

 

Foto: Paco Urri

 

Lo anterior, no ha desmovilizado a esta profesional y otras tantas personas, generando un discurso y unas prácticas que demuestran que estos hechos no se ”fosilizarán”. Así, cada escena y movimiento de MujerSilencio: crónica de la frontera han sido emitidos como si la vida de la propia Nieves Rosales estuviese en juego. Signo de que ella concibe a las mujeres que cita, como a sus “hermanas” y “maestras”. Pues, su empatía y responsabilidad política le guiaron en la elección de sus pasos de danza y partituras de movimiento, las cuales leí como si fueran símiles de los altos y bajos de una época tan aterradora como esperanzadora, ya que muchos se quedaron en el camino y otros, afortunadamente, su legado está todavía en nuestras manos para ayudarnos a saber afrontar este presente que compartimos.

La interpretación y la estructura de MujerSilencio: crónica de la frontera expone rutinas, momentos de reflexión y de riesgo. Cosas que no sólo humaniza a las mujeres que les da cuerpo y voz; sino que además, nos recuerda que ellas podrían ser nuestras contemporáneas, si lo que está pasando a día de hoy es conducido al peor de los escenarios. Por ello y más, la presencia escénica de Nieves Rosales vuelve a ser arrolladora: no recuerdo obra de esta profesional, que no me haya dejado con los pelos de punta de principio a fin. Supongo que eso se debe a que esta profesional sigue con el mismo empuje y sueños de una persona de veintitantos años, pero con la madurez y conocimientos de una veterana.

 

 

 

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