Por Marcos Rodríguez Velo
La historia de Sounds From Nowheresville empieza hace cuatro años. Tras vender más de 600.000 copias de su debut, We Started Nothing, y recorrer medio mundo de gira, el dúo se convirtió en una de las mayores promesas del pop británico. En 2010 anunciaron que pronto sacarían una continuación, que se titularía Kunst y que la canción Hands sería el primer single. Para buscar nuevas inspiraciones y empezar a grabar se fueron a Berlín, que ya se ha convertido en ciudad de peregrinación para toda esa generación de artistas desilusionados que no saben lo que hacer con su carrera, todo un cliché. Después de múltiples sesiones de grabación, optaron por descartar todo un álbum de material nuevo, y la pregunta entre sus fans pasó de ser “¿Será bueno el nuevo disco?” a “¿Llegará a existir un nuevo disco?”. Finalmente viajaron a España, donde empezaron desde cero.
Ahora ha llegado el año 2012 y por fin tenemos entre nosotros la esperada continuación. Un primer vistazo a la portada, que presenta a Katie White y a Jules Di Matino esqueletizados, nos aconseja aproximarnos con cautela al disco. No debería sorprendernos si en algún rincón de la carátula encontrásemos una leyenda escrita: “Abstenerse fans del pop”, lo cual resulta extraño porque, a pesar de ser tremendamente ecléctico y querer transmitir una actitud de enfado, éste es básicamente y en esencia un álbum pop.
La buena noticia es que es un álbum pop disfrutable. Empieza con Silence, la tradicional épica canción con la que se suele abrir el segundo álbum, un inicio elegante guiado por la voz de Katie, fresca y dulce como un helado. Pero después del prometedor inicio, lo que viene a continuación poco tiene que ver. Hit Me Down Sonny y Hang Me Up son dos explosiones de funk-pop en las que dejan entrever ligeramente el sonido del primer disco, aunque con unos coros menos emocionantes. Más adelante sí logran alejarse un poco del sonido pop, como por ejemplo con Give It Back, sin duda el momento más rock que ha conseguido el dúo, y una muestra de cómo podría haber sonado el disco si hubiesen seguido adelante con el material grabado en Berlín.
Más que un disco, Sounds From Nowheresville parece una playlist, una recolección de canciones genéricas para una fiesta cualquiera, aunque queda la duda de si está hecho así a propósito. Tomadas las canciones una a una no son del todo malas, si bien el conjunto decepciona. La variedad de estilos muestran los diferentes caminos por los que puede discurrir el futuro de The Ting Tings, sin embargo, viendo la lenta y trabada creación de este disco, parece que ni ellos mismos saben cual escoger.
No es el paso adelante que el debut dejaba intuir y que en algún momento pareció posible. Es un disco divertido, pero deja mucho que desear tras cuatro años de trabajo. Esperemos que dentro de otros cuatro el resultado sea mejor.
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