Por Jacobo Vázquez
Resulta difícil condensar en unos cuantos párrafos lo que es y lo que implica un gran festival. Para empezar, la multitud de escenarios con conciertos simultáneos obliga a planificar previamente a qué conciertos asistir, y peor aún, a cuáles renunciar. Además, las constantes e innumerables colas que hay que sufrir sea cuál sea tu intención, se convierten en un gran lastre y amenazan con estropear la experiencia. Para casi cualquier cosa que puedas necesitar, habrá problemas. Habrá esperas para las duchas, para los servicios, para comprar comida o bebida, para subirse a un autobús, para entrar en el recinto, para salir del recinto… Es complicado también justificar el precio de un abono ante los ojos de quien nunca ha asistido a un festival, y más aún si le explicamos todas las penurias por las que se ha de pasar una vez allí. ¿Por qué entonces siguen teniendo tanto éxito si sabemos lo que allí nos vamos a encontrar? Pues por la música, evidentemente. Y somos capaces de asumir el deshumanizante sacrificio de la acampada -para los de presupuesto modesto, claro, siempre hay quien se puede permitir alojarse en un hotel-, a cambio de varios días irrepetibles de conciertos.
En este sentido, y aunque el esfuerzo organizativo es encomiable, el Bilbao BBK Live no fue una excepción. Sin embargo, del otro lado de la balanza nos encontrábamos con un gran cartel, cargado de grupos nacionales consolidados, como Lori Meyers o Vetusta Morla y grandes bandas internacionales como Mumford & Sons, Garbage, Bloc Party o Glasvegas. Pero sobre todo, dos de los cabezas de cartel más respetados y respetables que se pueden contratar: The Cure y Radiohead. Así que por fortuna, este lado pesó más.
jueves 12, comienza el espectáculo
Los encargados de inaugurar el festival y el Escenario 1, el escenario principal, fueron The Gift. La arrebatadora presencia escénica de Sonia Tavares, con una voz que nada tiene que envidiar a grandes estrellas del pop, es el armazón sobre el que se construye el ecléctico pop-rock electrónico de los portugueses. Sin embargo, a esa hora la mayoría del público presente en el recinto tomaba sitio en el Escenario 2 para la actuación de Lori Meyers. Los granadinos, en estado de gracia, repasaron la mayoría de los grandes éxitos de su discografía con actitud y acierto. El entusiasmado público hizo el resto para demostrar el desatino que supuso programarlos tan temprano. Mientras, de vuelta al Escenario 1, Band Of Skulls demostraron haberse leído el manual del blues-rock. Pero aunque les sobra actitud y estilo, les faltan canciones. Algo que sí combinan The Maccabees. Aún perteneciendo a lo que podríamos considerar la segunda división del pop británico, han pegado un gran salto tras la edición de su último álbum. Y así quedó patente en su concierto, donde su enérgico pop de guitarras sirvió para recibir la noche bilbaína. También de guitarras iba el tema en la abarrotada Carpa Vodafone, donde La Habitación Roja presentaba su reciente álbum Fue Eléctrico.
Cuando la noche cercaba ya completamente Kobetamendi, Snow Patrol y su pop facilón para fans tomaban el Escenario 1, donde a continuación se celebraría también el concierto de The Cure. Un mastodóntico concierto de 3 horas, que por si fuera poco se vio retrasado durante cerca de 45 minutos por problemas técnicos. Y benditos problemas técnicos. Porque para calmar la sed de los presentes, Robert Smith salió al escenario óolo, acompañado únicamente por una guitarra acústica, a interpretar Three Imaginary Boys, Fire In Cairo y Boys Don’t Cry. Sin duda uno de los momentos más emocionantes y únicos del festival. Solucionados los problemas, y con la banda ya al completo, The Cure llenaron de pop oscuro -gótico, si se prefiere- el recinto. Las suaves cadencias de sus canciones, los bajos cargados y las guitarras flotantes animaban a dejarse llevar. Sin embargo, gran parte del público había tenido ya suficiente y comenzó a cambiar de aires después del primero de los dos bises. En ese mismo instante comenzaba el concierto de Bloc Party. Los británicos, que nunca han conseguido reverdecer los laureles de su álbum debut, ofrecieron uno de los mejores conciertos del festival. Entregados y acelerados desde el primer instante, entre sus grandes éxitos aprovecharon también para presentar dos canciones de su próximo álbum, Four. Un gran broche de oro para la primera jornada. Pero todavía quedaba fiesta por delante. Llegaba el turno de los DJs. Si bien James Murphy y su disco-funk coincidieron por desgracia con Bloc Party, Ciudadano Kane y Javi Green & Montxo convirtieron la Carpa Vodafone en una gran pista de baile.
viernes 13, Radiohead toma el mando
Aunque en la segunda jornada del festival el día comenzó soleado y caluroso, a medida que pasaban las horas el cielo comenzó a enturbiarse y a presagiar lluvia. El primero de los conciertos fue de uno de los grupos que jugaban en casa, Zea Mays. La veterana banda bilbaína aprovechó el escaparate que supone abrir el escenario principal y congregó a varios miles de personas pese a tocar tan temprano. Justo después, el suave pop-rock de Noah & The Whale tomó el Escenario 2. Mejorando en directo lo ofrecido en sus discos, los británicos dieron un concierto donde brillaron las matices folk de sus canciones y la especial conexión con el público. Simultáneamente, el art-rock de Warpaint satisfacía a los paladares más selectos. El cuarteto angelino demostró que el rock no es sólo cosa de hombres gracias a sus canciones, ásperas y delicadas al mismo tiempo. A continuación uno de los platos fuertes del día, Mumford & Sons, comenzaba su actuación en el Escenario 1. El carácter tradicional de sus canciones, casi folk, y los característicos crescendos que dominan sus temas convierten sus actuaciones en auténticas fiestas. Pero a pesar de ello, el concierto se tornó irregular en algunos momentos, sobre todo cuando presentaron algunas de las canciones de su próximo álbum. No necesariamente por la calidad de las mismas, sino por el lógico desconocimiento por parte del público.
Mientras The Kooks interpretaban su habitual concierto de festivales para una legión de fans, el barbudo trovador zaragozano, Bigott, se presentó en la Carpa Vodafone junto a su banda para demostrar el porqué de su éxito pese a su inclasificable estilo. A esta hora, y aunque aún faltaban más de dos horas para el concierto de Radiohead, las primeras filas del escenario principal estaban ya ocupadas por cientos -sino miles- de personas reservando sitio para el concierto de Radiohead. Four Tet, telonero oficial del grupo -junto a Caribou- durante toda la gira, fue el encargado de preparar el ambiente antes de la salida de los de Oxford. Su electrónica inteligente, próxima al llamado Future Garage, quizás haya servido para anticipar algunos de los derroteros por los que la música electrónica avanzará en los próximos años. Apreciaciones que seguramente pasaron desapercibidas para la mayoría de los presentes, más pendientes del reloj para saber cuánto restaba para Radiohead que de disfrutar lo que estaban presenciando. Y es que Radiohead es sin duda uno de los grupos más respetados y aclamados por crítica y público de los últimos 20 años. Conscientes de ello, su concierto fue intenso, increíblemente preciso. Incluso los temas de su último álbum, el más endeble de su dilatada trayectoria, relucieron en directo, adquiriendo una nueva dimensión. No se olvidaron tampoco de las canciones que los han hecho grandes, como Paranoid Android, Karma Police o Everything In Its Right Place. Mención especial para Pyramid Song y el respetuoso silencio que gobernaba Kobetamendi, donde casi se podía oír la respiración de Thom Yorke. Uno de los momentos más emocionantes y sobresalientes del festival. A esta hora, la amenazante lluvia hizo acto de presencia. Aunque por entonces de manera leve y ocasional, se hizo constante en la última de las actuaciones del día, la de Vetusta Morla. Los discípulos de Radiohead convirtieron el Escenario 2 en un multitudinario karaoke gracias a un gran concierto, donde demostraron -le pese a quien le pese- su valía como músicos y la de sus canciones. De nuevo, el cierre de la noche tuvo lugar en la Carpa Vodafone, donde Victoria Secret’s DJs repasaron clásicos del indie y Warrior DJs apostaron por el electro y el dubstep como ejes de su sesión.
sábado 14, Gargabe para los que se quedaron con ganas de más
El tercer día de conciertos del Bilbao BBK Live era a priori el más flojo de todos. Debido a la ausencia de un claro cabeza de cartel de la talla de Radiohead o The Cure, y con Garbage y Keane compartiendo la responsabilidad de liderar la jornada, la asistencia se redujo de los cerca de 40.000 asistentes de las jornadas previas a poco más de 31.000. Pese a ello hubo momentos más que notables durante los conciertos.
De un tiempo a esta parte, da la sensación de que no hay festival nacional que no tenga a Corizonas en su cartel. Y el festival bilbaíno no fue una excepción. La interminable gira del híbrido nacido a partir de Arizona Baby y Los Coronas acercó su fronterizo rock americano también hasta Bilbao. Impecables como siempre. Como impecable estuvo también Eli Paperboy Reed, que no suele fallar. Él y su magnífica banda resucitan el mejor soul clásico con la elegancia característica de los grandes del género.
Las canciones de su decepcionante segundo disco no funcionan ni en directo y Glasvegas necesitaron recurrir a su álbum de debut para enderezar el rumbo de su concierto. Fue gracias a Daddy’s Gone o Flowers & Football Tops que consiguieron por fin emocionar al público. Finalizado el concierto de los galeses, salieron Keane a escena en el Escenario 1. Pop edulcorado y sin garra, pero con una propuesta agradable aunque no ofrezca nada especialmente valioso, sirvieron para calentar el recinto ante la llegada de Garbage. Pese a la inactividad de los últimos años y a los problemas técnicos, sonaron frescos y enérgicos, como si el tiempo no hubiera pasado por ellos y con una Shirley Manson con una actitud tan sólida sobre el escenario que no hubo lugar para las sorpresas. Los grandes triunfadores de la noche. A continuación, el interesante pop cuasi tropical de Jonquil rivalizó a última hora con el punk-pop de Sum 41 -con perdón por lo de punk- poniendo así el cierre a los conciertos de esta edición del Bilbao BBK Live.
Para finalizar, y por tercera noche consecutiva, la Carpa Vodafone se quedó pequeña para las sesiones de los DJs. Daniless, de la sala madrileña Independance, y Nasty Mondays, habituales de la sala Apolo de Barcelona, hicieron bailar hasta más allá del amanecer a los que todavía no querían irse a dormir.
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