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Texto Sergio Gómez | Fotos Antonio Jesús Reyes

Dos años después de su peculiar gira Tierra Ignota, en la que desempolvaron una buena parte de sus temas menos conocidos en los directos, la mítica banda viguesa, encabezada por Julián Hernández, volvía a la capital sevillana para demostrar que siguen siendo los culpables de uno de los mejores directos de los que se puede disfrutar en este país.

Sin un nuevo disco bajo el brazo, pero con dos nuevos temas, y empeñados en recuperar la magia del single en estos tiempos en los que las descargas, el streaming y la barra libre de internet han arrasado con el consumo musical con el que han crecido, la banda se subía al escenario con la malintencionada y oportuna sintonía de apertura de Corrupción en Miami, tal y como ya quedó grabado en el más famoso de sus discos en directo Ante Todo Mucha Calma.

“Alégrame el Día” fue el primer tema que nos regalaron, lo que permitía a Julián subir al escenario sólo con su armónica, ataviado como si fuera el tercer miembro, gallego, cómo no, de los Blues Brothers, reflejando la eterna relación de amor de los gallegos con la música norteamericana de la que tanto han bebido desde que empezaron como punkies.

El repertorio fue combinando temas de todas sus épocas muy bien recibidos por el veterano (y no tan veterano) público, que coreaba como himnos sus temas más conocidos, y a la vez que callaba y disfrutaba, con el debido respeto, de los temas menos conocidos, tanto antiguos como nuevos, y que permitían confirmar cómo un grupo de punkies maleducados se había transformado con los años en una gran banda de rock.

Como es habitual en sus directos, el abuelo Javier Soto y Óscar Avendaño se repartieron a la voz un par de canciones que permitieron descansar un poco a Julián, justo antes de presentar sus dos nuevos singles, cuyas letras cuajaron estupendamente en un público que dejó claro que no estaba muy al tanto de la existencia de estas canciones, y que culminó con el primer single del último disco, “Como el Aceite y el Yang”, también poco conocido entre el público, ávido de clásicos, pero aprovechando para coger algo de aire.

Tras un pequeño y tranquilo paso por uno de los temas de su Cultura Popular, “Soy así” (versión de Los Salvajes) comenzó la parte final repleta de himnos propios, como “Bailaré sobre tu Tumba”, y más versiones:  “Somos Siniestro Total” (Highway to Hell de…) o el “Miña Terra Galega”(“Sweet Home Alabama” del grupo estadounidense Lynyrd Skynyrd), pasando por el frenético y poco conocido “Corta o pelo Landrú”, una versión muy acelerada del “Sunshine of your Love” de Cream, y culminando la actuación con el “Cuánta puta y yo qué viejo”, tema con el que abrían sus directos en más de una gira.

Un pequeño y merecido descanso, para todos, dio pie a unos bises en los que la banda y el público se entregaron a fondo, conscientes de lo poco que quedaba, y es que el repertorio final no dejó lugar a ningún respiro ni rareza de las que pueden cortar el rollo.

El final del concierto prometía ser apoteósico, y así fue (Ayatolah!), tanto que el público no quería irse mientras sonaba el famoso himno ruso con el que cierran sus directos, despidiendo al público con el ya habitual emblema feminista, y que aún confiaba en una nueva aparición que ya no tuvo lugar, y es que 30 años de carrera son muchos, y Andalucía, por supuesto, está lejísimos.

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