Texto y Fotos Antonio Jesús Reyes | Juan Antonio Gamez
La idea no es nueva, sin embargo, no deja de crear emociones y opiniones. Cuenta la leyenda que a la muerte de El Cid, subieron su cadáver a un caballo para horrorizar en una batalla a los infieles moros, que al parecer molestaban en la península. Más pacíficamente, pero dando guerra, eso sí, un fenómeno paralelo sigue ocurriendo hoy en día con el movimiento de las bandas tributo, que buscan emular al cien por cien el sonido de bandas pretéritas y presentes en su ausencia. Cuando se trata de imitar o hacer tributos a artistas o grupos legendarios pueden pasar dos cosas, y ninguna es de término medio. Estos conciertos se llenan de fans nostálgicos, y nuevas generaciones que dejan atrás las modas, y que llegan con grandes expectativas y juicios implacables para bien o para mal, y las sorpresas gratas, como poco, están aseguradas, porque difícilmente unos músicos van a abanderarse con el nombre de otro grupo para enfurecer a los fans, es decir que hay que estar muy seguros, y que por lo tanto, habrá que hacerlo mejor que bien.
Dos ejemplos de uno mismo han acaecido en casi un mismo mes en la ciudad de Sevilla, y ambas desde Argentina. Queen, la mítica banda formada por un cantante de Zanzíbar (¡Ah, el moro infiel de nuevo!) y tres músicos ingleses, nos visitaron en forma de bandas argentinas por partida doble. Los prejuicios facilones estaban al máximo, pero es verdad que no sólo la voz del legendario Freddie Mercury estaba de por en medio, sino su efervescencia en el escenario, por no hablar de la guitara de Brian May.
Pero, ¿Qué pasó en la primera de las citas? Pues que en las sala Custom, un veinte de septiembre de 2013 AD, llegó Dr. Queen y se lo tomó muy en serio. Llegó (puntual), vio y venció. Empezó con riesgo, ofreciendo una versión customizada del “We Will Rock You”, que a algunos nos produjo un pequeño escalofrío y ligero temor al sospechar que iban a hacer un concierto de versiones con arreglos. Pero el susto pasó rápido, y le siguió sin descanso “I Want It All” y “Another One Bites The Dust”, con algunas imágenes al fondo de Freddie Mercury que encantaron a un público entregado. En el concierto no faltó de nada, incluido tirar agua al público desde una botellita, tal y como se hacía en los conciertos de Queen. El parecido físico de cada uno de los miembros del grupo con los del original, sorprendente. Además de destacar la inmensa calidad y versatilidad como instrumentistas, todos saben hacer casi de todo. El público ovacionó cada unos de sus tremendos riffs, el intercambio de roles a la hora de tocar instrumentos o el fantástico mano a mano entre batería y bajo. Uno de los momentos más divertidos, fue cuando Busetto, nuestro Freddie argentino, se disfrazó con el mítico chaleco rosa y minifalda de cuero (pelucón incluido) para interpretar “I Want To Break Free” haciendo participar a algunos del público que habían ido disfrazados precisamente igual. Quizá, el punto más álgido llegó cuando Jorge Busetto, sentado al piano, tocaba las primeras notas de “Bohemian Rapsody”. Los sentimientos de emoción se hicieron tan intensos en la sala, que casi cortaban la respiración. La interpretación por parte de los músicos, impecable y llena de sentimiento, y la voz de Jorge, inmensa. Con un repertorio de lo más completo y como grandes fans que son, no olvidaron ni un solo tema de los que el público esperaba escuchar y para finalizar, como no podía ser de otra manera, “The Show Must Go On” que el público cantó con ellos a pesar del nudo en la garganta, agradeciéndole así la maravillosa noche que nos hicieron pasar y que tan corta se nos hizo.
¿Y qué fue lo que ocurrió el 26 de octubre en el Estadio Olímpico de Sevilla?
Recrear el concierto de Wembley de 1986 (y algo más), era el objetivo que tenían bajo el nombre de God Save The Queen, Pablo Padín y sus muchachos. Nuestro Mr. Freddie Fahrenheit de la noche, y sus muchachos usaron menos parafernalia que Dr. Queen, en aras de la fidelidad aquel evento londinense de aquel Magic Tour, por tanto el espectáculo se concentraba más en la música y la actuación de Padín. El ambiente ya estaba calentito con Brothers In Band, emulando la música de Dire Straits, pero eso es otra historia, que tendrá su momento. Dejando a un lado los detalles de luces y disfraces que se vieron sobre el escenario (¡y que provocaron sorpresa y asombro!), la banda supo transmitir energía a cada canción que llegaba. Desde “One Vision” (¡Vaya comienzo!) hasta las dos horas largas que duró la actuación el público no dejó de corear las canciones, los himnos de estadio, y hasta “Love Of My Life”. Otros momentos estelares fueron “Radio Gaga”, “We Will Rock You”, “We Are The Champions”, y cómo no, “Bohemian Rhapsody”, quizá lo más de lo más del concierto… quizá. Entre los tres bises, ya fuera de Wembley 86, “I Want It All” fue todo un acierto. No podía ser de otra forma, una banda tributo a Queen no sólo se puede quedar en la música. Se necesita un alquimista del escenario, presencia, poca vergüenza y descaro, por no hablar de un físico parecido y de una voz de un parecido espeluznante, que le salía sin esfuerzo de la garganta sin flaquear un segundo. Pablo lo hizo con mayúsculas. Padín no es sólo cantante y músico, es actor, porque hay que ser actor para recrear a un mago del escenario todo el rato, amén de pequeños episodios de aquel concierto de Wembley, y hacerte creer que estás delante del original. De todos modos, lo que tuvo que destacar, y así ocurrió, fue la música, el ambiente y la energía. En un espectáculo como este, hay que dejar el momento de fijarse en los parecidos y los detallitos lo más rápido posible y concentrarse en vivir la música en vivo…
Las dos bandas argentinas siguen de gira por el mundo, actuando sin el más mínimo descuido ni relajación, ofreciendo al público precisamente lo que esperan: Ver a Queen con el movimiento de Mercury, su sonido, todo cuidadísimo desde el principio hasta el final. El asombro en las caras de los que nos reunimos allí fue la prueba de su éxito en público y con el público, que al fin y al cabo, es lo más importante.
Así que no hay un punto y final a Queen. Aunque Brian May y Roger Taylor no salen de gira con Paul Rodgers (cuya voz es diferente a la de Mercury) desde 2009, tenemos a estas dos bandas reviviendo paraísos perdidos, con mucha más calidad que lo que verás en ese chivato digital que por nombre tiene Youtube.
Solo queda añadir que ¡larga vida a la Reina! (monarquías mundanas y caducas a un lado, porque esta es la única que se va a desvivir por ti).