Por Jacobo Vázquez
A las seis de la tarde se levantaba el telón en el Recinto Ferial de Amio para dar comienzo al Music Way. Comenzaba esta primera jornada con la actuación de dos bandas gallegas, Maryland y Holywater. Ambas demostraron que en Galicia existen buenos grupos, a pesar de la ausencia de unas infraestructuras adecuadas con las que mantener una escena cada vez más numerosa. A continuación, tomaban el escenario We Are Standard. La banda de Getxo dejó claro una vez más por qué su directo es uno de los más sólidos del país. Y de los más bailables. Todo gracias a su talento para fusionar dos de las escuelas más influyentes de la música de baile de los últimos años, el sudoroso dance-rock surgido en los sótanos de Nueva York con el rock psicodélico de Manchester de finales de los años 80. On The Floor, The First Girl Who Got A Kiss Without A Please o Bring Me Back Home son buenas muestras de ello y lograron convertir el recinto en una fiesta. Precisamente de Manchester eran los siguientes invitados, The Courteeners. Tras cuatro años en la carretera todavía no son muy conocidos fuera de sus fronteras, a pesar del relativo éxito en su país y el respaldo de grandes iconos de la música británica como Morrissey o Noel Gallagher. Algo que no resulta extraño al oír sus canciones, típicas composiciones de indie-rock algo insulsas en sus versiones de estudio, pero que, sin embargo, sonaron bien en directo. Para cerrar los conciertos del viernes llegó el plato fuerte de la noche, Manic Street Preachers. Los galeses parecen haber perdido en los últimos años parte del apoyo masivo del que gozaban, y aunque nunca han conseguido entrar en el olimpo del brit-pop -quizás por no haber facturado nunca una gran obra maestra como sus coetános- sí han conseguido superar el paso del tiempo en buena forma. Su concierto giró en torno a National Treasures, la colección de singles recién editada que recoge lo mejor de su trayectoria. Así se fueron sucediendo uno tras otro grandes e históricos temas como Motorcycle Emptiness, A Design For Life o (If You Tolerate This) Your Children Will Be Next. Siempre con la contundencia propia de una máquina bien engrasada tras más de treinta años dedicados a la música. Tras ellos, la ecléctica sesión de Dj Crebinsky sirvió para que el público recobrara fuerzas antes de la llegada de los Nasty Mondays, que convirtieron el recinto en una gran pista de baile indie, recurriendo a himnos clásicos y no tan clásicos.
La tarde del sábado comenzó de manera convulsa tras la inesperada decisión de la organización de no permitir al público entrar y salir libremente del recinto como el día anterior. En lugar de esto, en la puerta se nos anunciaba que en caso de salir la pulsera sería invalidada y no se podría volver a entrar. Una iniciativa que provocó un aluvión de quejas, y lo que es peor, afectó muy negativamente a los conciertos de Mvnich, The Cornelius y Layabouts, ya que la mayoría de los asistentes optaron por acceder más tarde al recinto para poder disfrutar del avituallamiento -sólido y líquido…- que llevaban consigo. Mvnich y The Cornelius representaban esta tarde la cuota gallega primeriza y cumplieron con creces lo que se esperaba de ellos. Más tarde, los madrileños Layabouts dieron rienda suelta a su rock’n’roll garajero, ofreciendo un concierto poderoso que seguro sorprendió a más de uno gracias a la contundencia de su sonido y a la fuerza de sus canciones. La desconcertante inclusión de Os Resentidos en el cartel mutó en asombro al ver la propuesta de Antón Reixa y los suyos. Los dos vocalistas de la banda tuvieron que recurrir a sendos atriles para tener a mano las letras de las canciones, lo que confirió al concierto un halo de improvisación del que no consiguieron desprenderse durante todo el show. Sólo una cosa quedó clara: haber tenido éxito un día, no garantiza que lo tengas de nuevo 25 años después. Pero cuando llegaron las apisonadoras suecas daba igual lo que habíamos presenciado. The Hives dieron un concierto épico, repleto de sudor, rabia y espíritu punk. Hit tras hit, aprovecharon para desgranar parte de su último álbum y repasar los grandes éxitos de su discografía como Hate To Say I Told You So, Tick Tick Boom, Main Offender o Walk Idiot Walk. Siempre comunicativo, Pelle Almqvist dio una lección maestra sobre lo que significa ser un frontman en una banda de rock. Un concierto para recordar. Tras ellos, era el turno de los Heredeiros da Crus. En el año de su regreso triunfal a los escenarios divirtieron durante dos horas a las miles de personas congregadas allí para verles. Incluso el público de The Hives, que en principio no parecía ser el mismo que el de los de Ribeira, se quedó allí para disfrutar de un buen rato de rock y espectáculo. No faltaron sus habituales disfraces, sus performances, ni por supuesto las canciones que los convirtieron en un mito en el rock en gallego. Por último, Daniless, el DJ residente de la sala Independance de Madrid, fue el encargado de poner el punto y final con una sesión que sirvió para que los que todavía tenían fuerzas bailaran hasta última hora antes de enfilar el camino a casa.
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