Por Antonio Jesús Reyes | Fotos David Muñoz Padín
Eclecticismo y buen gusto es la insignia del ciclo Nocturama, una iniciativa que lleva bendiciendo las noches estivales de Sevilla desde 2005. Esta semana pasada nos deleitó con dos autores de pop-rock con raíces en la cultura de sus respectivos lugares.
El veintidós pisó el incomparable Monasterio De La Cartuja, el señor Josh Rouse, cumpliendo el sueño de muchos amantes del indie, y también de los amantes de los muebles que se montan y desmontan; Josh es el intérprete y compositor de “Quiet Town”, famosa por su anuncio de Ikea. Pero claro, que es mucho más que esto. Su carrera se está llenando cada vez más de buenos discos. Puede que su mejor álbum hasta el momento, con permiso de los fans, sea 1972 (2003), uno de esos trabajos que son dignos de poner en tu reproductor de música en el modo repeat, aunque Nashville (2005) le va a la zaga, seamos justos.
Bien es cierto que el recital empezó de manera algo fría, pero al tercer o cuarto tema los artistas y el público conectaron, y esto fue creciendo hasta el final. Y es que sería muy difícil resistirse a la voz suave de este músico de Paxton, Nebraska, ahora reconvertido en valenciano. La banda, The Long Vacations, le acompañó perfectamente, destacando las voces del guitarrista y del bajo, con un eco dignísimo de la atmósfera de Josh, cuyos temas que más sonaban a él y menos a Simon y Garfunkel (era inevitable) tuvieron algo menos encanto que las propias. Esto es un gran halago. El pop y folk de la mano, en perfecta armonía caló entre el público, sobre todo con “Summertime”, “Flight Attendant” (qué nos dejó boquiabiertos), la versión acústica de “1972” y “Las Voces”, donde definitivamente Josh se metió en el bolsillo a la audiencia hasta el final. Sencillez y belleza en un marco incomparable.
Al día siguiente, la contrapartida andaluza. Ni más ni menos que Kiko Veneno, el hombre-fusión antes de que hubiera fusión, el artista mimado por la ciudad hispalense, y no es para menos. Nadie como él atrae a las generaciones del pop, del rock y del flamenco. Son cuatro décadas de gran música, con ritmo y con sentimiento, y con talento a raudales. Su carrera musical con Veneno (con los hermanos Amador), Camarón de la Isla, Martirio y en solitario ya le han hecho grande, respetado y famoso. Y como los grandes, siempre ha estado bien rodeado de grandes músicos, dejando en nuestros corazones decenas de canciones y buenos discos. De todo esto dio buen ejemplo en el lleno total, pese al partido de fútbol que decían que retransmitían en la televisión. Kiko está de cumpleños de su Échate Un Cantecito, su trabajo, quizá, más popular, con dos CDs y un DVD lleno de delicias.
El nombre del recital llevaba por nombre Kiko Veneno + Charlie Cepeda (acústico), así que teníamos allí a Kiko bien acompañado de todo un artesano que lo mismo toca con Kiko, que colabora en un homenaje a Oasis, como vimos hace unos meses en Sevilla. El pionero del flamenco-rock nos ofreció un setlist donde hubo clásicos como “Lobo López” o “Dice La Gente”. Sin embargo, la banda se concentró en temas menos conocidos (pese a los empeños de algún espectador pesado). Acabó el recital con “Volando Voy”, llevada a la fama Camarón, y el sentimiento claro de que el tiempo y la atmósfera crearon otra velada memorable en el monasterio.
Poco queda ya de Nocturama. El 29 tendremos a Iván Ferreiro, el 30 a Los News y Dr. Explosion. Esto iba a ser todo, pero el ciclo se ha alarga un poco hasta septiembre con el imposible Albert Pla y Diego Cortés, y los que cayeron del cartel, ya repuestos The New Raemon, el y 6 de septiembre.
Así de bien nos dejará Nocturama, deseando que vuelva el verano que no se ha ido, y nos llene la orilla del Guadalquivir de buena música otro año más.
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