Pedro Simón muestra en Salón de Arte Crisol, su exposición Pipe Smoke con cuadros de gran formato y esculturas realizadas durante los últimos siete años.
Pedro Simón da un nuevo enfoque a su obra, siguiendo por la rama de la pintura abstracta que domina desde sus comienzos, presentando el humo de la pipa de múltiples formas dentro de su mundo interior, cuidando como siempre al máximo la composición y el contraste del color.
Si él quisiera, Pedro Simón sería uno de los mayores representantes del arte contemporáneo actual, sin distinguir neoyorkino, berlinés, chino o español, porque desde sus comienzos él se integra en esas corrientes internacionales que parten del expresionismo cromático y de la abstracción. Pero ocurre que le encanta mantener esa imagen de artista maldito que yo no voy a contribuir a desmitificar. Artista oculto y de culto, y por tanto casi secreto, que trabaja como los buenos salvajes al margen de la civilización malgré tout y que ha decidido emerger por voluntad propia ahora -y también por la de sus amigos pintores y coleccionistas- de ese humo del que trata su exposición, como si fuese un símbolo de lo que quiere expresar y acaso de sí mismo.
Esta pequeña y exquisita muestra bien puede suponer la resurrección o reencarnación de Pedro Simón, quien como un Ave Fénix tantas veces ha regresado de ese aparente exilio voluntario a la vida urbana, al “mundo” lleno de cantos de sirena que le intentan alejar de su vida interior y al que se somete de nuevo para decir que aquí está con la misma fuerza, y para emerger de las sombras de ese imposible olvido de quien fuera -y a lo que vemos sigue siendouno de los más intensos pintores de su generación. Un periodo de tiempo alejado del ámbito institucional que le ha servido de reflexión sobre la vida y el arte, si acaso no fueran lo mismo.
Ser abstracto hoy no tiene la mayor importancia. En los años en los que él inicia su carrera, sí, porque era una militancia intelectual y artística y en eso sigue. Los lienzos que presenta, pertenecen a la serie Pipe Smoke que comenzara en 2011 y son la consecuencia de cerca de 400 obras que lleva hechas ya sobre el tema, lo que da una certera idea de sus reflexiones filosóficas, estéticas y formales/informalistas, sobre todo ante la trascendencia de la vida.
Él encuadra todo esto bajo la influencia del Tao, del Zen, de los diferentes budismos y pensamientos orientales, al que añado esas ramas ascéticas y místicas que tanto tienen que ver con ese Barroco que nos conecta con el sentido de la fugacidad, e incluso con el cristianismo y la física cuántica (no es una exageración), por los conceptos de transformación de la materia y por lo que puede entenderse como eterno retorno, inmortalidad, los estados de cualquier organismo y también los del espíritu.
El humo que es Todo y Nada, Cero e Infinito, Orto y Ocaso, Zénit y Nadir, Alfa y Omega, Principio y Fin o Antes del Principio y después del Fin,… y que significa lo intangible, lo voluble, lo volátil, la vanidad en cuanto a lo efímero y que tantos paralelismos tiene con los símbolos parlantes de pétalos caídos, pompas de jabón, los instrumentos de las Parcas, relojes, la vida, la muerte, lo que pasa entre ambas, antes de nacer hasta después de morir, porque en este contexto, Pedro Simón invierte el significado para ser el Triunfo de la Vida.
Para él, este humo nada tiene que ver con el de los impresionistas, ni aún desde el punto de vista físico con el de los saumerios o inciensos, sino con la parte inmatérica de este y sobre todo con una liturgia íntima que tiene lugar en el santuario de su taller.
Humo más que físico, metafísico, que a veces relaciona con los siete pecados capitales por lo que tienen de atavismo con la tierra, los placeres que no sean los espirituales, mentales, religiosos, intelectuales y porque pintar supone todo eso.
El humo como metáfora del tiempo, del movimiento continuo, del ónfalos perpetuo, del yin y el yan, la serpiente que se muerde la cola, los mitos de Sísifo, Ariadna, las religiones prehispanas.
El humo-tiempo que es imposible asir, de captarlo en la medida que se desvanece y que por tanto representa a la vez la propia negación del tiempo, la atemporalidad, diacronía, sincronía, ucronía, cualquier aspecto de ese Cronos-Humo que además jamás desaparecerá del todo para diluirse en la lejanía de las galaxias, mezclándose, hibridándose, ser otro Ser. Una esencia dentro de otra, etcétera.
La eternidad no es otra cosa que un instante, ese en el que tiene lugar la acción o el pensamiento. Por eso es tan compleja la obra de Pedro Simón, y esta en concreto. Él ha escogido el humo, como los clásicos el río, cualquier tipo de belleza, algo que no tiene esqueleto por otra parte. Algo que como los sonidos, tampoco tienen fin en el espacio. Pero…¿se imagina alguien un mundo sin tiempo?
Obra compleja la de Pedro Simón porque ha bebido en el cristianismo, el yoga, el ayurveda y porque él mismo fuma. El puro o la pipa son parte de él que transforma en estos momentos, en personajes de sus obras. Pipa de la Paz, de la interior también y mientras fuma, recompone su metafísica teoría de la individualidad del ser y de la unidad total.
Esta presentación podría haber ido por cuestiones de su proceso creativo, de lo que significa su estilo, por su cocina. He optado por irme por aquí porque entiendo que para él el humo sana y salva, y como los sueños se evaporan en la liberación de la materia. En el caso de su pintura para ser gesto, signo, instinto, sin que aparentemente pretenda contarnos nada contándolo todo. O a la inversa.
Para concluir, lo hago (no sé si debiera porque desvelo algo) con sus propias palabras sobre lo que para él es el humo: Estructura arquitectónica aérea volátil. Pues eso: ¡¡¡ Bienvenido Pedro !!!
Teresa Lafita