El vestuario de Buj Studio, el diseño de iluminación de Cristina Bolívar y el ambiente sonoro de Carlos Parra, Julián D´Avino y Pablo Lilienfeld fueron fundamentales para que, nosotros los espectadores, nos introdujéramos en una dimensión en el que el comportamiento de sus tres habitantes, ilustra cómo sería una versión posible del ser humano.
Desde luego, la forma de los cuerpos de sus tres habitantes es antropomórfica, por más que pertenezcan a un linaje diferente al nuestro. Siendo que no descarto que sean individuos provenientes de un planeta hermano a la Tierra en el que se dieron las condiciones para la vida inteligente, porque seguro que sus elementos se combinaron de otra manera. Lo cual invita a pensar que quizás nosotros, los seres humanos, pudimos manifestarnos desde otro lugar. Sí, un punto de partida en el que nos comunicásemos a través de lo que se está consumando, dejando entre paréntesis parámetros como el pasado y el futuro.
Así, esta creación de Janet Novás se desenvuelve en un perpetuo presente, en el que paso del tiempo se percibe gracias a la permanente mutación de los cuerpos de sus habitantes. Esto es: dichos habitantes no han hecho otra cosa que atravesar diversos estadios como modo de vida y de relacionarse entre sí, forjando una civilización en el que ni si quiera hay lugar a las matemáticas o a la escritura, pues, ellas son pura expresión sensorial de lo que están vivenciando en lo individual y lo colectivo.
Por tanto, la estructura de PROTO (N1806) debería identificarse desde una escala tan formal que, una vez que nos dejemos impregnar por esta pieza, caeremos en la cuenta de que no hay nada que racionalizar, dado que ello nos conduciría, irremediablemente, a una traducción imprecisa y a desaprovechar una experiencia inmersiva. Y si se diera la oportunidad de “migrar” a PROTO (N1806), ello llevaría consigo despojarnos de lo que nos definiría en la actualidad como seres humanos.
Por eso y muchas más razones, esta pieza ha sido de las pocas de las que hubiese estado dispuesto a volver a ver representada de inmediato, tras haber acabado un supuesto primer pase. Puesto que considero que no hay contenido que consiga competir con algo que evoque a tantas sensaciones y pensamientos, como algo que ha trascendido a las referencias a las cuales se ha apoyado durante su montaje. Y justo esto es lo máximo que se puede aspirar con una obra de artes escénicas.
La generosidad y honestidad de la interpretación de Yuantao Gorriz, Julia Kayser y Danielle Mesquita fue tan grande, que tengo la convicción de que ellas no actuaron, sino que fueron lo que son dentro de la dimensión de PROTO (N1806) y este mundo que compartimos al mismo tiempo. Convirtiéndolas en sus “invocadoras” de durante su representación. En esta línea, detenerse en el cómo estas profesionales ejecutaron cada una de sus acciones en escena, es poco menos a concentrarse en lo larga que están la uña del dedo que nos está señalando al firmamento.
Sin lugar a dudas, PROTO (N1806) es de lo mejor que visto en lo que va de 2023. Y ojalá consiga una larguísima gira, siendo que da una dicha enorme que algo que nos ha conmovido y asombrado sea compartido entre muchos, ampliando a las posibilidades de encuentro que propician las artes escénicas.