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Por Marcos Nebreda

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Ramón Grosfoguel, es hoy uno de los sociólogos latinoamericanos de referencia en el estudio del colonialismo y las tendencias migratorias. Su pensamiento está basado en la búsqueda de nuevas perspectivas geopolíticas del conocimiento alejadas de Europa como centro. Precisamente sobre esta filosofía se asienta su concepto de racismo sobre el que ha disertado este profesor de la Universidad de Berkeley en un encuentro celebrado en la Universidad de A Coruña (UDC) Grosfoguel rechaza la definición tradicional de racismo relativa a individuos que tienen prejuicios sobre otros grupos étnicos y sostiene que son necesarias “instituciones, estructuras u organizaciones para que dicho prejuicio se transforme y tenga influencia social” y por tanto ese racismo se convierta en discriminación real.

Va más allá de la relación entre racismo y color de piel o motivos raciales y pone el ejemplo de Irlanda del Norte donde el factor de discriminación por parte de Gran Bretaña “se institucionalizaba” por motivos religiosos, tras la colonización británica. Por tanto “aunque no haya una manifestación en términos de color de piel no quiere decir que el discurso no sea racista”, asegura este experto durante su comparecencia organizada por el Equipo de Sociología de las Migraciones Internacionales (ESOMI) de la UDC.

Para explicar su teoría se remite al concepto de racismo de filósofo y pensador francés Frantz Fanon que distingue las categorías del ser o lo humano y del no ser o lo no humano. En esta última zona el individuo no es reconocido como tal, es una zona de “opresión racial” donde los conflictos se agravan y se resuelven “por métodos violentos y apropiación descarada de los recursos de esas poblaciones”. El sistema capitalista opera aquí, según Grosfoguel, “a través de esa apropiación violenta”.

RamónGrosfoguel-racismo-sociologia-entrevista-revista-achtung-2En la zona superior, la del ser, este sociólogo destaca que toda la filosofía crítica se articula a través del pensamiento de intelectuales procedentes de Inglaterra, Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos que representan “tan sólo el 12% de la población mundial”, mientras que los científicos que piensan desde la zona del no ser “no existen”. Se trata, a juicio de Grosfoguel de “un racismo inherente” donde dominan autores blancos, capitalistas y occidentales, y es raro dejar espacio mujeres u otra clase de autores.  Esto se puede extrapolar del ámbito académico al político y así recuerda que la ONU constituye “un ideal para todos pero solo consensuado por una parte occidental”. Grosfoguel apuesta, ante este panorama de dominación occidental por “descolonizar instituciones”, empezando por la propia Universidad occidentalizada.

También aprecia diferencias radicales entre el pensamiento crítico entre la zona que representa al mundo occidental, la del ser y la otra, y para ello pone un ejemplo ilustrativo. “Marx teorizó qué significa ser proletario en el mundo capitalista de la época pero nunca pensó en qué es ser un esclavo”. Los colectivos se enmarcaría en la zona del no ser donde no se les reconoce “ni la regulación de derechos ni el discurso emancipatorio”. Otro caso gráfico que apunta Grosfoguel para distinguir lo que ocurre en estas dos zonas es la diferencia entre un trabajador del primer mundo que “organiza una protesta sindical y lo puede hacer de forma segura” mientras que “una mujer trabajadora en el tercer mundo que hace lo mismo se juega la vida e incluso la pueden matar”.

Del racismo biológico al culturalista

En Estados Unidos, donde este filósofo puertorriqueño reside, reconoce que ocurre algo paradójico. Muchos grupos étnicos “llevan 30 años en el país como los afroamericanos, están asimilados culturalmente pero realmente no hay un “meelting pot”, mantienen su identidad étnica y están en la parte baja de la clasificación de Fanon”. Esto se explica, según Grosfoguel, por  la influencia del “racismo culturalista” en detrimento del “racismo biológico” a partir de la década de  los 60. Es decir, los afroamericanos dejaban de ser inferiores biológicamente pero por su estructura cultural, muchos autores defendían que “no podían formar familia” por lo tanto comienza a hablarse también aquí de la “cultura de la pobreza” y se reproduce el esquema del “no ser”.

Grosfoguel también diferencia dentro de esta población afroamericana entre los que fueron colonizados que “no fueron al país sino que el país vino a ellos” y por tanto carecieron de mecanismos de emancipación y los que emigraron a Estados Unidos posteriormente. En este grupo, muchos “no son vistos como emigrantes sino que se integran inmediatamente en la jerarquía no racial”, sostiene. “Cuando llegan son racionalizados como los que llevan tiempo allí, un puertorriqueño o un mexicano más” pero que al cruzar la frontera de EE.UU “no son europeos o americanos sino latinos o blancos”. Muchos de estos emigrantes que “en su país suelen ser indígenas pobres” consiguen en Estados Unidos “montar un negocio”, un éxito que desestabiliza el concepto teórico abordado por Grosfoguel de la zona del “ser o no ser”.  Es el caso de los conocidos como “dominican york”, descendientes de emigrantes dominicanos que tras varias décadas asentados en Estados Unidos, han conseguido un puesto relevante en la sociedad neoyorquina.

@marcosnebreda

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