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#Música en Achtung! | Por Julio Martínez

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Es joven, muy joven. Pero esto no le impide alzarse como una de las figuras más reconocidas en el panorama de la música folk gallega. Se trata de Daniel Bellón (Ferrol, 1985), un gaitero que, a los 11 años, se aferró a este instrumento y que, desde entonces, no lo ha querido soltar. En todo este tiempo, ha ganado un gran número de premios y ha realizado conciertos por toda Europa y América. Junto con compañeros y amigos ha fundado grupos, como Luvas Verdes y Bellón Maceiras -dúo y quinteto-, con los cuales ha revolucionado el mundo de la música tradicional. Vive con pasión todo lo relacionado con su profesión. Algo que se ve al instante de hablar con él, ya que transfiere instantáneamente su entusiasmo al interlocutor. Una pasión que, también, sabe transmitir muy bien a sus alumnos en las clases que da tanto en su escuela de Fene (A Coruña) como en los cursos de los que es responsable en la entidad Progreso Musical, de Madrid. Sin embargo, todo ello no es óbice para que sea realista y se queje de los recortes que ha traído consigo la crisis, ya que a uno de los primeros ámbitos a los que han afectado estas restricciones ha sido a la cultura. Sin embargo, la nociva situación descrita no hace que la sonrisa le desaparezca de su rostro, que la simpatía se evapore de sus palabras y que se extinga su emoción cuando explica los proyectos en los que se encuentra involucrado.

Usted es un músico que, a pesar de su juventud, está prácticamente consagrado. Pero esto ha sido gracias al esfuerzo de muchos años. De hecho, en 2000, cuando apenas contaba con 15 años, ya actuaba como gaitero solista. ¿Cómo fue este comienzo?

 En Galicia, en aquella época, había un apogeo de las bandas de gaitas tradicionales. Yo tuve la suerte de estar en ese momento en una muy buena, que era la de Airiños de Fene. A raíz de ahí decidí presentarme a concursos de gaiteros, ya que era una de las formas que teníamos de expresar la música que hacíamos y darnos a conocer.

Y todo este trabajo de acudir a certámenes y promocionar su labor musical, ¿cómo la compatibilizaba con las actividades propias de un chaval de 15 años, como salir con los amigos?

Me imagino que como lo haríamos todos los músicos o cualquier persona que de su sueño hace su profesión. Te vas rodeando de gente que también se encuentra en el mundo de la música, porque el tiempo que requiere esta actividad es muy grande. Y entonces casi toda mi vida, desde que tengo 11 años, que es cuando comencé en esto, ha girado en torno a esta labor. Incluso los amigos que conocía de antes, ya estaban en el mundillo, por lo que prácticamente todas mis amistades se han encontrado vinculadas con este ámbito. Situación que hizo que me fuera más fácil compatibilizar ambas facetas.

revista-achtung-musica-danielbellonDicho esfuerzo ha ido dando sus frutos desde bien temprano, porque ya en 2000 usted ganó el prestigioso galardón Constantino Bellón, mientras que tres años más tarde, en 2003, participó en la grabación de una banda sonora en directo. ¿Cómo fue esto último?

 Fue una de las mejores experiencias en las que he podido formar parte. Se trató de la película muda  La casa de la Troya, que la restauraron en 2003 [había sido realizada en 1924] y en la que contrataron a unos músicos del País Vasco para hacer la banda sonora. Presentaron la obra en un ciclo de cine, estando los instrumentistas a los pies de la pantalla, para que pudiera sonar la música en directo. Y entonces el director de la rehabilitación de la cinta nos llamó a Pedro Lamas y a mí, como miembros de Luvas Verdes, para poner música a tres o cuatro secuencias en las que había gaiteiros. La verdad es que fue una experiencia única.

Poco tiempo después, en 2005, crea el dúo Bellón Maceiras, que va a ser uno de los sellos de identidad de su carrera musical. ¿Cómo fue la fundación de este conjunto?

 Casi por casualidad. A mí me llamaban siempre para tocar en una fiesta musical que había en una pequeña parroquia de Ferrol, en la provincia de A Coruña. Y siempre asistía como gaitero solista. Pero en un momento dado pensé que había que cambiar un poco, porque igual la gente se podía hartar de mí. Entonces se me ocurrió llamar a Diego Maceiras, que tocaba el acordeón, para que me acompañase en esta intervención. Y, aprovechando esta oportunidad, decidimos dar continuidad a la colaboración, aprovechando el apogeo que estaba teniendo en esa época la música folk. De esta forma, empezamos a trabajar y a ensayar, pero sin ningún tipo de plazo ni de presión.

Y esta colaboración entre Diego Maceiras y usted ha ido evolucionando hasta conformar un quinteto y llegar a grabar varios discos…

 Así es. La verdad que el proceso, por suerte, fue muy rápido. Diego y yo tocamos en diferentes sitios, llegando incluso a dar un concierto en París con motivo del día de Galicia que se celebraba en la ciudad. Parecíamos el dúo viajero [ríe]. Incluso llegamos a grabar un disco, gracias a que ganamos la séptima edición del concurso organizado por Radio Obradoiro, y que, como premio, brindaba esta oportunidad. Y fue con ocasión del festival de Ortigueira, en el que nos permitieron tocar en el escenario grande durante algo más de una hora, cuando decidimos presentar el quinteto. Un proyecto en el que contamos con músicos magníficos que pudieran acompañarnos y que, después, le dimos continuidad.

Ha comentado que se han movido bastante a la hora de dar conciertos, no sólo en España, sino también en el extranjero. ¿En qué lugares han tocado? ¿Cuál ha sido el concierto que más les ha marcado?

 Por suerte, hemos tocado en muchísimos sitios, como Nueva York, Córdoba (Argentina), Polonia, Suiza, Andorra, Alemania, Inglaterra, Bélgica, Francia… En bastantes lugares. Pero yo destacaría dos actuaciones. Una en Francia, en el festival de Lorient, en Bretaña y, la otra, que ha sido una de las mejores experiencias de nuestra vida, la que hicimos en la plaza de la catedral de Moscú, en Rusia. Fue muy exótico, con el contexto de nieve, ver una gaita allí.

Pero además de músico, usted también es profesor. De hecho, el año pasado fundó una escuela de gaita en la provincia de A Coruña. ¿Cómo surgió esta iniciativa?

 Esta es otra cosa que teníamos en mente desde hacía tiempo. Y, después de pensarlo mucho, decidimos montar la escuela, bajo el mismo nombre del grupo: Bellón Maceiras. Pero no queremos que compita ni con conservatorios ni con asociaciones. Nuestra idea se basa en que músicos profesionales de folk sean, además, profesores de música y puedan transmitir sus enseñanzas y experiencias en el mundillo. Ésta es la línea que queríamos para la escuela y que, esperamos, se pueda mantener durante mucho tiempo, acercando la música profesional a la gente.

 ¿Qué acogida ha tenido el proyecto?

 Por suerte, estamos muy contentos con la aceptación que está teniendo la idea. Llevamos un curso y medio y tenemos alrededor de los 100 alumnos, algunos de los cuales vienen de lejos. Incluso hemos llegado a tener estudiantes que llegan desde París o Lisboa para aprender estilo de gaita. La verdad es que hemos tenido mucha suerte.

 Y a esto se añade, en su caso concreto, que también es profesor de gaita en la escuela de música Progreso Musical, en Madrid…

 Efectivamente. Estoy también colaborando con una escuela de Argüelles, llamada Progreso Musical. Anteriormente, y durante varios años, también participé como profesor en otro centro de enseñanza madrileño, como es la Escuela de Folklore Plaza de Castilla, donde comencé a dar clases en 2006. Ahora mismo, estoy teniendo en torno a entre 30 y 40 alumnos en esta ciudad y, la verdad, es que está funcionando muy bien.

 Se puede observar una progresión positiva de la gaita gallega en Madrid. Pero, desde su punto de vista, ¿cuál es el panorama general de  la música folk en España?

 El panorama de la música folk está muy complicado. Pero, a pesar de ello, hay un afloramiento de grupos de muchísimo nivel que, además, coquetean con otras músicas, como el jazz o el rock. Y eso es genial. Pero el problema es la sociedad, que aún tiene que abrirse más a este tipo de música.Y, por otro lado, en estos tiempos de crisis, desgraciadamente, la cultura es una de las primeras cosas en las que se está recortando. La gente, cuando vea que no hay conciertos, ni grupos, ni festivales, supongo que los echará de menos.

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