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Por María Morgade

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A veces, de un reducido presupuesto y de un reparto no demasiado conocido (a excepción de Aubrey Plaza y Jake Johnson  protagonistas, respectivamente, de las series de televisión Parks and Recreation y New Girl) salen joyas que dan mil vueltas a cualquier blockbuster hollywoodiense, tras los que muchas veces hay cantidades indecentes de dinero pero poco más. Y este es, por suerte, el caso de Safety Not Guaranteed, una rareza que brilla con luz propia.

Aubrey Plaza da vida a Darius, una becaria de una revista de Seattle a la que le es asignada, junto a su jefe (Johnson), la tarea de investigar un anuncio publicado en el periódico («WANTED: Someone to go back in time with me. This is not a joke. You’ll get paid after we get back. Must bring your own weapons. Safety not guaranteed. I have only done this once before.») a través del que un hombre (Kenneth) busca a un compañero para viajar en el tiempo. Así, ambos (y otro becario al que da vida Karan Soni) inician su investigación, siendo Darius la que se acerca más a Kenneth (interpretado por un sobresaliente Mark Duplass), al que le propone ser su compañera de aventura, y en la que, tras una serie de pruebas, él acaba confiando

Los protagonistas se embarcan, además de en su particular búsqueda de la verdad, en un viaje personal, encontrándose a sí mismos queriendo volver atrás en el tiempo para enmendar errores pasados o revivir épocas mejores, y dándose cuenta de que no son tan distintos de Kenneth. La solitaria Darius acaba, incluso, enamorándose del susodicho, y pasando de la indiferencia que todo parece producirle en un principio, a querer creer con todas sus fuerzas. Así, la película, que transcurre enteramente en el presente, utiliza los viajes en el tiempo como excusa para tratar muchos otros temas, y nos vende el amor como la aventura más arriesgada.

El director Colin Trevorrow y el guionista Derek Connolly hacen de Safety Not Guaranteed una delicia que mezcla humor con ciencia ficción, y que no duda en arriesgarse, comprometiéndose con su premisa hasta el final. El filme retrata a Kenneth de forma que este solo puede ser un genio o un loco, y no tiene miedo de llevar su locura o su genialidad hasta el extremo, construyendo un cierre lo suficientemente abierto como para que el espectador pueda teorizar y elucubrar con libertad.

Así, la cinta es una joya que se disfruta de principio a fin, y que, en una época en la que la originalidad es la excepción, sorprende y emociona.

@Mariamc89

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