Por Marisol Gándara
Cuatro millones seiscientos veinticinco mil seiscientos treinta y cuatro
cuerpos sin utilidad
otros tantos cerebros perdiéndose en un galimatías,
luchando por subsistir
recalentándose con la impotencia,
estudiando quizás estrategias
peleando hora a hora frente al pánico,
postergando el consumo de objetos,
de alimentos,
de servicios que ponen en movimiento
un entramado que necesita actividad,
vencer la inercia.
Cuatro millones seiscientos veinticinco mil seiscientos treinta y cuatro
almas maximizando su inutilidad
hasta que todo pierda sentido
y este sacrificio tan cristiano,
tan inculcado,
deje de reportar placer y protesten
cuatro millones seiscientas veinticinco mil seiscientas treinta y cuatro lenguas
buscando el lenguaje exacto en que expresarse,
catalizar la rabia y la frustración,
la impotencia
contra cuatrocientos cuarenta y cinco mil insensatos
que ni hacen economía ni política
sólo maximizan su depravación hasta un desconocido peldaño.
Más de nueve millones de manos prestas al incendio
a matar antes que morir,
a morir matando
porque el instinto, amenazado,
no entiende de ciencia ni paciencia
ni diálogo.
música cine libros series discos entrevistas | Achtung! Revista | reportajes cultura viajes tendencias arte opinión