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Hace alrededor de dos años se hizo oficial el cierre de La Casa Ensamblá (Sevilla), un espacio en el que cada semana, se programaban, de forma mayoritaria, actividades relacionas con las artes escénicas de un modo poco convencional. Artistas de diversas disciplinas se les otorgaba la oportunidad de seguirse desarrollando, asimismo, proponer proyectos que, difícilmente, serían aceptados por su carácter experimental, “informal” (si se me permite la expresión) y demás cosas por el estilo.

 

En enero del año pasado, se publicó en el perfil @laensambla de Instagram que, este proyecto se reactivaba, pero a día de hoy, se manifiesta de un modo itinerante. Allí es donde se dio lugar a la alianza con quienes gestionan el Espacio Furia. Entidad que un principio está centrada en la práctica y promoción del trabajo con cerámicas y macramé, pero desde hace un tiempo han ido incorporando en su proyecto, de manera puntual, la programación de actividades culturales.

Entonces, llegados a este 2023 y la búsqueda de un evento que se sume a la programación compartida de La Noche en Blanco de Sevilla, se publicitó la representación de Silencio de Teatro Incandescente. Esto es: una obra de teatro contemporáneo que, por su propia naturaleza, conviene que sus espectadores tomen sus asientos ya “caldeados”. Piénsese que cuando uno acude a un teatro, uno va atravesando una serie de estancias arquitectónicas que nos permiten ir dejando entre paréntesis nuestras vidas cotidianas, de cara a asumir el rol de un espectador más. Y claro, el Espacio Furia es un local pequeñito que no cuenta con dichas características.

Por tanto, los integrantes de La Ensamblá, las del Espacio Furia y las de Teatro Incandescente, llevaron a cabo lo que llamaron una “experiencia teatral”. Lo cual consistió en que los que habíamos reservado nuestras respectivas plazas, se nos convocase en un punto concreto de la Ave. Llanes (Sevilla) para ser guiados en una ruta por el barrio al que el Espacio Furia pertenece. Antes de la lectura de un texto introductorio, se solicitó a los que conformábamos el público, que mantuviésemos silencio hasta que acabase la función de dicha compañía afincada en la capital de Andalucía. Ahora bien, todos, de repente, estábamos inmersos en un estado compartido de apertura y concentración a lo que se nos ofreciese.

 

Foto: Teatro Incandescente

 

Silencio es una obra que, en todo momento, sabe mantener a la expectativa al público. Tanto es así, que uno pierde la noción del tiempo y casi del lugar en que se está. Me resultó impresionante cómo sus tres intérpretes estaban tan compenetradas que, no importaba si se estaban sucediendo dos acciones diferentes al mismo tiempo en escena: todo estaba dispuesto para reintegrase y disgregarse, como si de una respiración de un ser vivo se tratase.

A la par, la disposición en el espacio de Lucía Povedano, Candela Quiroga y Almudena Blanco (ésta última, es también la autora de esta obra) iba reconfigurando el entorno según como ellas se desplazaban y se relacionaban entre sí, pasando de dos a tres dimensiones en cuestión de segundos. Es decir: emergían casi de la nada, distintos grados de profundidad, de incluso, frentes…, era como si ellas hubieran tenido la potestad de alterar los lugares desde donde, nosotros los espectadores, observábamos lo que sucedía en escena. Ello sumado, a que la composición de la dramaturgia posibilitaba que estas profesionales se trasladasen, con un simple desencadenante, de un recuerdo a un hecho que se presupone que está pasando en el presente que estaban viviendo sus tres personajes protagonistas. Lo anterior, se vio reforzado en cuanto ellas encarnaban a otros personajes, para ilustrarnos/adentrarnos en el cómo éstos confrontaron las situaciones que le condujeron a dónde se encontraban en aquél momento.

 

Foto: Carmen Moral

 

Les hablo de tres personajes cuya desolación y frustración les hizo precipitarse juntos al vacío. Es más, aunque lo que viven en su presente se ha visto reconstituido por la pérdida de sus dos padres, el estado shock que padecían les mantenía en un limbo que no supieron salir, hasta el momento en que se reconocieron entre sí como compañeras. Siendo que ellas han aprendido a vivir callando mucho lo que piensan y sienten, para evitar una serie de represalias o, digamos, cosas que se podrían “ahorrar”. El caso es que esto, también, se lo han aplicado a sí mismas, como factor fundamental para entender el proceso de “sedimentación” que se ha desarrollado en ellas, para ser lo que son. Lo cual hace que sea comprensible que estas tres protagonistas precisen “desintoxicarse”, a pesar de que ello les conduzca, en momentos determinados, a discutir entre ellas, a justificar lo injustificable, a cuestionarse si tiene sentido seguir viviendo, etc.…

En esta línea, Silencio me parece que es una obra sobrecogedora y muy emotiva, que hasta en el interior de la misma, sus personajes se detienen para soltar aire. Desconozco qué tanto uno como espectador, tiene a su alcance cambiar su destino gracias a ver una obra tan frontal, inteligente y poética, como lo es Silencio. Aún así estoy seguro que, las personas con ansias de seguir viviendo habrán encontrado en este trabajo un referente al cual consultar, para no sentirse solos en medio de su lucha diaria por su derecho a vivir una vida digna y plena.

 

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