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Por @Pablo_L_Orosa | Fotos Cabalar

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Simon Norfolk durante la entrevista en el  Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa

Simon Norfolk (Lagos, Nigeria, 1963) dista mucho de la imagen del fotógrafo de guerra que el imaginario colectivo occidental ha ido construyendo desde los años 30. La suya no es una mirada furiosa, presa de la necesidad constante de adrenalina, ni la de un Robert Capa atrapado en una fantasía de glamour y riesgo. Simon Norfolk es de esos fotógrafos que llega al campo de batalla cuando los demás ya se han ido, cuando la única historia que queda por contar es el eco del tiempo. Y lo hace con un gesto burlón, el de un hombre menudo, de facciones afiladas y orejas puntiagudas que retrata Afganistán tras una caja de madera con tela para ocultar su cabeza. Su trabajo en Ruanda, Bagdad, Bosnia, Beirut o Palestina ha sido expuesto en las galerías más importantes del mundo y publicado en revistas como The New York Times Magazine o National Geographic. Ha ganado el World Press Photo en tres ocasiones. El pasado año decidió comprarse una cámara digital, sin embargo prefiere seguir trabajando con el sistema de placas. Así se obliga a pensar antes de disparar.

Norfolk imparte estos días en A Coruña una masterclass a una docena de alumnos. Nos cita en la sede del Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa. Son las 16:30 de la tarde y acaba de terminar la última sesión. Nos propone educadamente ir a la cafetería del Museo. Necesita un café. Estamos solos y tras la cristalera se intuye una ciudad agitada.

Revista ACHTUNG!: Mi compañero utiliza una cámara digital para inmortalizar esta entrevista, sin embargo usted huye de este sistema y sigue con su cámara tradicional de placas

Me acabó de comprar una cámara digital recientemente (ríe). Yo trato de hacer fotografías más como pinturas, al estilo de Claude Lorrain o Nicolas Poussin, que fueron los primeros en pintar ruinas. Yo lo que fotografío son ruinas. Creo que mi cámara me ha salvado en más de una ocasión en situaciones de peligro al crear un espectáculo ridículo: pareces un idiota en el medio de una guerra con una cámara gigante, un trípode y una cubierta encima de tu cabeza. Es una situación absurda que hace que ya no seas un peligro. Algunos de mis amigos han fallecido precisamente al ser confundidos con soldados: su equipo parecía esconder armas y algunos incluso eligieron vestirse como soldados. Yo creo que están locos.

En sus inicios comenzó trabajando como fotoperiodista. Qué le alejó de ese mundo?

El fotoperiodismo comercial se alejó de mí. El problema es la financiación, el sistema que yo uso es caro para producir. Donde realmente obtengo más dinero es vendiendo mi trabajo a galerías. Mi trabajo no es viable para venderlo directamente a los medios. Todo lo que yo hago aparece igualmente en las revistas, muchas veces por estar expuesto en galerías, otras porque me encargan el propio trabajo y otras porque me compran las imágenes. A todos los lugares a los que yo voy no son sitios de fácil acceso por lo que para mí es importante mantener contactos periodísticos. Como artista no te dejan entrar allí. Muchas veces las revistas me facilitan entrar y una vez allí yo desarrollo mi propio proyecto. Hoy en día tienes que ser mucho más oportunista que antes.

Ahora prefiere retratar espacios desolados o, frecuentemente, arrasados por la acción bélica del hombre

Yo intentó mostrar el efecto de la guerra. Se han visto tantas fotografías de la guerra y de sus efectos que éstas están perdiendo fuerza. Cada vez son más cliché y menos para hablar de lo que pasa. No por eso quiero para de hablar de la guerra y de lo que pasa porque creo que es muy importante seguir hablando de estos temas.  El público se ha aburrido de como la mayor parte de los fotógrafos están tratando la guerra. Mi idea es encontrar ese hueco para que la gente se interese más. Para mí, las ruinas son una metáfora.

Es diferente un puente desvastado en Bosnia que un palacio destrozado en Afganistán?

Tradicionalmente siempre hemos usado término campo de batalla, pero los americanos prefieren utilizar “espacio de batalla”, un concepto más amplio que incluye lo que ocurre bajo el agua, en el cielo…Yo comencé fotografiando espacios ruinas pero ahora estoy intentando encontrar esos otros aspectos, como la planificación, la propaganda..todos esos aspectos me interesan porque esa idea de campo de batalla influye en la manera en la que se configura nuestra sociedad. Mira esta ciudad -señala los edificios que se alzan tras los cristales del Museo- ha sido construida a partir de los restos de una estructura militar, una fortificación de la ciudad que delimita su forma. Podemos pensar que es una ciudad española moderna pero nace a partir de ese residuo del pasado que está presente en el futuro. Esta multiplicidad de capas es lo que da forma al mundo contemporáneo. Creo que esto ocurre con las ciudades y también con la sociedad. La guerra está tomando formas invisibles. Hay muchos políticos a los que lo único que le interesa es el dinero del ciudadano para financiar guerras privadas en las que se usan virus, satélites, aviones no tripulados…todo eso hace que las guerras sean invisibles y se alejan de la sociedad. Quien van a organizar una protesta contra un virus informático? Me parece exageradamente peligroso el concepto de guerra actual.

En estos momentos en Europa nos enfrentamos también a una guerra invisible, la económica

Eso está demasiado lejos de mí. Hay otros fotógrafos están haciendo un trabajo estupendo sobre este tema. El problema con estas guerras invisibles es que los fotógrafos  siguen anclados en un estilo que fue inventado en los años 30 por Robert Cappa durante la guerra civil española. La guerra actual no se está fotografiando. Si te fijas en premios como el World Press Photo, el premio más prestigioso, es el mismo tipo de fotografía que en los años 30. El problema es que la tecnología militar ha evolucionado enormemente en los últimos 80 años mientras la fotografía permanece anclada. La realidad no se parece siquiera. Necesitamos un nuevo lenguaje.

Ese lenguaje implica una vuelta al pasado, a contar las cosas con la perspectiva del tiempo. Esto choca frontalmente con las exigencias del mundo moderno en el que la inmediatez es un valor primordial

Sí, seguramente tengas razón. No soy el único fotógrafo en la tierra. Hoy en día todo el mundo tiene una cámara en su teléfono móvil y si cayese una bomba aquí delante la fotografía de portada de los periódicos será la del tipo que estuviese más cerca. No podemos competir con eso. Como periodistas espero que coincidas conmigo en que lo que la gente y ya algunos editores buscan es el análisis. Decidir si algo es interesante, analizarlo de cerca. Cuando yo compro un periódico no estoy buscando noticias porque las noticias ya las he escuchado en la BBC. Estoy buscando análisis, alguien que diga esto es importante o no lo es.

No muchos editores piensan así

Para los medios para los que yo trabajo sí. Por ejemplo en el New York Times Magazine no se intenta contar eventos de última hora. Eso podía tener sentido hace diez años cuando pero ahora las cosas están en internet 15 minutos después de que ocurran. Si las revistas y periódicos quieren sobrevivir deben ser más analíticos. Lo más importante es contar con un buen equipo de gente que dé un paso atrás para coger perspectiva. Hoy en día recibimos información constantemente desde el ordenador, el iPad o la televisión…necesitamos una brújula para navegar sobre este caos. Los periódicos pueden desempeñar ese rol.

Internet y su inmediatez inherente están llevando a los medios por el camino equivocado?

Internet está perjudicando cosas como la privacidad, especialmente en casos de personas famosas. Por otro lado, para algunos de mis amigos fotógrafos en Afganistán internet es fantástico porque les permite vender su trabajo a revistas en Canadá que pagan cien veces más de lo que lo haría una revista en Kabul. En mi caso internet hace el trabajo más complicado, pero puedo asumir esa dificultad. Al fin y al cabo vivo seguimos viviendo en la parte más rica del mundo. Internet lo que está haciendo es abrir las puertas a un montón de gente. Por ejemplo, durante la invasión Gaza pocos fotógrafos pudieron entrar dentro y después de un par de días los periódicos apenas tenían imágenes y tuvieron que recurrir a fotógrafos locales que hicieron un trabajo fantástico. Es estúpido pensar que tienes que enviar a alguien para hacer una cosa en la otra punta del planeta cuando lo primero que hará al llegar al país, a parte de gastarse mucho dinero en un hotel cinco estrellas, será contratar a uno de los muchachos locales que conocen las calles, la gente y el idioma. No quiero ridiculizar el efecto de la crisis en España y en Gran Bretaña pero una vez que la superemos seguiremos estupendamente bien.

simonnorfolk-entrevista-fotografia-guerra-periodismo-revista-achtung-2Usted estudió filosofía y sociología. Esos conocimientos influyen en su manera de fotografiar?

No pensaba eso cuando deje la universidad. También estudié geografía y pensé que jamás utilizaría esos conceptos. Ahora soy un fotógrafo de paisajes que retrata problemas sociales. Lo que me ha dado la formación universitaria es claridad. Saber de lo que quiero hablar. Al final lo que no quiero es tener un debate filosófico sobre qué es la guerra en Afganistán. Las bombas están matando seres humanos y están destrozando el país. Eso lo que realmente importa. No me gusta la falta de claridad, especialmente en el mundo del arte. Me parece que es muy importante que un trabajo tenga belleza, tenga ambigüedad pero desde luego también tiene que tener implicación. No quiero ser un hombre mayor y que la gente diga, tú que hiciste durante la guerra?

Cuáles son los conceptos básicos que va a explicar a los alumnos?

Espero que los alumnos aprender a pensar con claridad, a saber aprovechar su tiempo. Por eso los voy a llevar a hacer fotografías por la noche porque esto implica sacarlos fuera de su “zona de comodidad”.

Norfolk agita el fondo del vaso. Necesita otro café. Antes de levantarse se despide de nosotros haciendo un gesto afirmativo con el pulgar. Todo bien?

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