Simulacro es una de esas obras en la que todo resulta familiar, pero aún así consigue ampliar las imágenes y el vocabulario con el que asociamos cuestiones tan cruciales como el mantenimiento de nuestra salud mental, o la incertidumbre y la desesperanza que asolan a la juventud.
Para ello, los integrantes de esta compañía andaluza, tuvieron que meterse en una ardua investigación corporal para que sus cuerpos expresasen la vorágine con la que van los tiempos que corren, y a la vez, el cómo ello está dejando en el camino a numerosas personas que, digamos, no han sido capaces de adaptarse, es decir: aquí no hay quien se exima de salir herido o con la sensación, de que es cuestión de tiempo, para “caer en el hoyo”. Sin embargo, tenemos tan instalados conceptos como “persona tóxica”, “red flag” y demás cosas por el estilo, que, de un modo u otro, también formamos parte de esa maquinaria que ha hecho inhabitable la época que nos ha tocado vivir.
Unos dirán: “yo no tengo por qué responsabilizarme de lo que sea que le pase a esa persona, tan sólo la he visto un par de veces: ¡qué madure! Y de paso, que aprenda a quererse un poco”. Otros: “la verdad es que no ha hecho nada malo, pero me hace sentir incómodo: no proyecta buen rollo”. Tampoco faltará quien se diga a sus adentros: “mejor me mantengo al margen con esa persona, no vaya hacerse ilusiones conmigo”… A dónde quiero llegar con todo esto es que, aunque seamos conscientes de que la salud mental de todos está en juego, hemos terminado atrincherándonos en nosotros mismos o, los que son más afortunados, en los espacios que consideran “seguros”.
Mientras tanto, en una sociedad de consumo donde se entiende como una urgencia apaciguar los síntomas de lo que nos pasa, están esperándonos los “carroñeros” que nos ofrecen un sinfín de “trucos” que nos ayudarán a “reintegrarnos de un modo activo” en esta sociedad. Y quienes no estén a la “altura” tendrán que confrontar el riesgo de la exclusión social, la soledad no deseada o no saber salir de dinámicas “vampíricas”. O dicho de otro modo: se han instalado unas condiciones materiales en las que encima hay que mostrarse que se es una “persona que resuelve/ una persona de valor”, puesto que dejar expuestas nuestras vulnerabilidades (que por otra parte, todos tenemos) supone dar “pretextos” a quienes ven a los demás como un “objeto de consumo”, no como seres humanos.
Susana Casado, Javier Domínguez y Ángela González Santamaría son los profesionales que han dado todo lo que tienen en sus manos hacía algo que, probablemente, no vaya a tener grandes repercusiones en lo que han señalado con Simulacro. Eso sí, han dejando una “huella” en los corazones y unas cuantas reflexiones pendientes de ser retomadas, en cada uno de sus espectadores. Ya que verlo de un modo tan gráfico en una creación escénica hecha desde el compromiso, el amor por lo que se hace y las ansias de auto superación, pues, a uno le dan más razones para continuar en el camino que se ha escogido para sacar la mejor versión de uno mismo
Es fascinante cómo los integrantes de Buruzbera Cía consiguieron estructurar una pieza en la que ponen a dialogar lo que les supone vivir en el contexto que les he aproximado, con el impacto que les habrá generado conocer la historia de Sara Kane (tal y como se nos introduce en la sinopsis de Simulacro). Así, vemos un trabajo lleno de idas y venidas, en las que la historia de esta británica queda totalmente actualizada, si nos ponemos hacer equiparaciones con escenas/ recreaciones imaginativas de sus últimos años de vida.
Si bien es cierto que hay algunos enlaces de escena a escena que me resultaron confusos, el caso es que ello también puede ser entendido, como una especie de símil sobre el cómo funciona un mundo en donde tenemos que asimilar incontables estímulos y pensamientos, continuamente, en cuestión de segundos. Por tanto, da la impresión de que apenas quedan espacios en los que las cosas las podamos reposar y analizar. Lo cual, también, tiene sus correspondientes consecuencias en el cómo ponemos el foco de nuestra atención, y la violencia generaliza que ya hemos normalizado.
De verdad que, Simulacro me ha gustado mucho y me ha mantenido “atrapado” desde el primer minuto. Desde luego que, para ser la primera producción de estos profesionales como integrantes de esta compañía, es ideal. En tanto y cuanto que, ya tienen el terreno de sobra preparado para seguir refinando sus recursos y apuntar hacía el infinito. Puesto que pronostico que el talento y el potencial que hay en Buruzbera Cía, no tiene techo.