Una de las cosas que diferencian a este trabajo de estas profesionales andaluzas de un monólogo de stand up comedy, es que el contenido no sólo se limita a poner en palabras lo que muchos vivimos en nuestro cotidiano, de tal manera de que se pueda hacer una crítica mientras se “entretiene” al público; sino que además, Sola no conmigo misma es un proyecto de educación socio-educativo en el cual permite a los presentes, abordar el tema de la realidad de las mujeres soleteras de occidente desde otro lugar.
He allí que la pieza teatral en sí, no es más que un dar pie y rostro a aquello que se facilita a través de dinámicas de grupo y de teatro participativo, antes y después de la representación de la misma. Así, nosotros los espectadores, de ningún modo nos podemos mantener en la postura que solemos adoptar cuando vamos a ver una obra cuyo papel del público es más convencional. Este tipo de dinámicas que encontramos en el Teatro Foro y otros tantos trabajos provenientes del Teatro Social en general propician que, nosotros los espectadores, dialoguemos (desde distintos frentes) en tiempo real con quienes nos están planteando los contenidos en juego.
Considero legítimo que varias de estas dinámicas de grupo y de teatro participativo resulten a muchos naif y auto complacientes, dado su tono desenfadado y, en ocasiones, hasta lúdico. Aún así, no se puede negar que este tipo de empresas han sabido crecer y hacerse un lugar más que respetable, gracias a su afán de auto superación de cara a que a su auditorio le lleguen los contenidos que se han decidido trasladar, evitando que no queden como una suerte de “clase magistral universitaria”, “un meeting de un partido político o de una plataforma de un colectivo perteneciente a la sociedad civil”, etc.… El clave es dar con las fórmulas que garanticen que sus espectadores lleguen a sus casas con ánimo de reflexionar más a fondo, sobre el grado de implicación que tienen en sus vidas en los temas previamente aproximados.
Isabel Mesa y Magda Alfaro llevan desde el estreno de Sola no conmigo misma (junio de 2019 en Casala Teatro -Sevilla-), revisando una y otra vez cuál es la mejor manera de que este proyecto consiga ser un auténtico vehículo de transformación socio-educativo. No me queda ninguna duda de que ambas son conscientes de que tratar la situación de las mujeres solteras en occidente, ameritaría más tiempo que una representación de una obra más unas dinámicas que la enriquecerían. Por ello hemos de evaluar este trabajo desde los parámetros en los que se desenvuelve, no exigiendo una serie de resultados inmediatos para desacreditar modos de trabajar que, insisto, aún están en un proceso de perfeccionamiento.
En esta línea, Sola no conmigo misma se perfila como una iniciativa que ha asumido el reto de llegar a más allá de las “personas convencidas”, señalando la necesidad de visibilizar las inaceptables condiciones en las que viven las mujeres solteras en occidente. Fomentando los valores de igualdad entre todos los seres humanos, y situar en el centro la legitimidad de escoger si uno quiere estar o no soltero, al margen de que corresponda convivir con los modelos tradicionales de parejas cisheteronormativas, o la ineludible atomización de las personas en nuestra realidad contemporánea. Siendo que todos los modelos de relacionarnos con nuestros seres queridos caben en este mundo, basta que éstos se desarrollen desde el consentimiento mutuo, la comunicación, el que las personas implicadas de pongan sus propias reglas y demás cosas por el estilo.
Posiblemente a muchas de las personas asistentes que no hemos sido leídas como mujeres y tampoco nos hemos identificado como tal, han echado en falta que se hable sobre la realidad de los varones solteros en occidente; pero a éstas, en primer lugar les diría, que el día en que se representa Sola no conmigo misma no es el momento de darle protagonismo a ello en concreto. En segundo lugar, defiendo que quien haya localizado una especie de “menosprecio” a lo anterior, todavía no ha entendido que el sistema cisheteropatriarcal en el que vivimos nos perjudica a todos en mayor o menor medida; en tanto y cuanto que éste nos adjudica la responsabilidad de interpretar una serie de roles y comportamientos que nadie en este mundo ha concedido su consentimiento. Es más, incluso aquellas personas que son conscientes de las perniciosas consecuencias de que dicho sistema siga vigente, han aceptado que mientras tanto se van manifestando las transformaciones sociales, ética y políticas en nuestro entorno, hay que buscar las fórmulas para subsistir, aunque ello implique reconocer que es irremediable caer en ciertas contradicciones.
Por ello ha sido un total acierto por parte de la dirección de Magda Alfaro y del texto y la interpretación de Isabel Mesa, el que el personaje de la obra cuente sus testimonios y reflexiones habitando una tensión en la que se confrontan sus deseos de recibir afecto y de sentirse atractiva para con los demás y consigo misma, con pagar el alto precio de ser una mujer soltera en occidente en los días que corren. Lo cual se enlaza, con que Isabel Mesa haya puesto en común sus anécdotas y sensaciones de sus experiencias personales, con una recopilación de decenas de comentarios por redes sociales (bajo el hashtag solanoconmigomisma), en el que las implicadas decían qué es lo que más les gusta hacer solas. A dónde quiero llegar, es que Sola no conmigo misma consigue hacer de las veces de «espejo» en el que las personas que han pasado por cosas similares a las que se narran, se vean reflejadas y se den cuenta que no es una cosa que le ha pasado a un puñado de personas (incluyendo a los varones cisheterosexuales, que algunas veces habrán reproducido los citados comportamientos), sino algo estructural que está a nuestro acceso transformar colectivamente.
En lo que se refiere a la puesta en escena de Sola no conmigo misma, nos encontramos con un trabajo de pequeño/mediano formato que está preparado para llevarse a cabo en numerosos espacios, facilitando que se genere un ambiente familiar entre los presentes (cosa que se refuerza durante el desarrollo de las dinámicas de grupo, en las que el espacio escénico se articula con el patio de butacas). Isabel Mesa durante su interpretación de la obra, habla a nosotros los espectadores, como si le estuviese comentando a alguien de confianza, o en su defecto, a “quien le tocó” estar allí en medio de un desahogo, favoreciendo que su interpretación sea muy verosímil y honesta. Esto es: Ella se recrea, dándole pie a generar enlaces entre las diversas partes de su monólogo, y cómo no, acompañar con su cuerpo a los momentos en el que ambas profesionales entendieron que era necesario hacer un determinado tipo de énfasis.
En definitiva, Sola no conmigo misma es un trabajo que ha sido hecho desde un profundo compromiso para con la mujeres y nuestra sociedad en general. Iniciativa capaz de ser reproducida en diferentes contextos (proyectos de prevención contra las violencias machistas en institutos, entre otras tantas posibilidades). Por tanto, hemos de poner en valor la valentía de Isabel Mesa y Magda Alfaro de obrar en consonancia con lo creen y sienten, y justo esas son las personas que necesitamos para que tarde o temprano vivamos en un mundo mejor.