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Cuando uno lee el cómo se finaliza la sinopsis de Sordidísimas de esta compañía asentada en la comunidad de Madrid, se encuentra con esto: “Bailando estas danzas sordidísimas no estamos reequilibrando tu juicio, estamos mostrando lo vulgar que es el enjuiciamiento”. Ello me ha sugerido que estos profesionales no venían a participar al Certamen CENIT a “contarnos una historia”, sino más bien, a representar una serie de escenas de las cuales se pueden extraer cosas que nos remiten a nuestro cotidiano: Sí, aquél que ha ido cogiendo una forma u otra, según el cómo se ha estado desarrollando la contienda discursiva y práctica, en torno a seguir esa lógica binomial e irreconciliable, que divide el mundo en bueno/malo, bello/feo, luminoso/oscuro, etc.…

 

Dicha lógica se la debemos a pensadores de la Antigua Grecia como Parménides o Platón (entre otros referentes, que han favorecido a constituir como hegemónico un modelo epistemológico determinado en nuestra cultura occidental). De quienes autores tan influyentes como lo fueron Plotino o Agustín de Hipona, fueron concluyendo que “el mal es carencia de bien”. O dicho de otra manera: “Lo correcto” posee una entidad en sí misma, y lo que se “desencamine” de dicho parámetro (por así decirlo), es aquello que ha estado “poco atinado” en su empresa. Claro, que cabe hablar de los “seres en los que predomina la maldad”, pero ello desde la tónica de que los mismos han llegado a dinámicas tan viciadas y “descarriadas” disfrutando su “libre albedrío”, que éstos nos sirven de ejemplo de “lo mal” que nos irá y nos veremos ejercitando tan “repulsivas” prácticas (una vez más la confusión de lo bello con lo bueno, de tradición platónica). O qué decir sobre los seres que son “anomalías de la Naturaleza”: seres que no hay corrección que de resultados para “redirigir sus fatídicos destinos”…

Este tipo de elementos fueron los que han ido configurando un imaginario que deslegitimaba el que convivan en un mismo espacio público, más de un modelo de entender y afrontar al mundo. He allí que toda práctica que se desmarque de dicha lógica, es un acto performativo por definición. En tanto y cuanto, amplía las posibilidades de ser y pensar en el mundo, mostrando que son tan materializables como lo que se ha establecido, dejando al modelo binomial sin las herramientas que le han hecho erigirse en el lugar que ha ostentado. A menos claro, que proceda de formas “reaccionarias” para desacreditar todo aquello que se atreva a si quiera sugerir, que dicho modelo fue fundado desde lo contingente.

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

 

Por si queda alguna duda, aquí no se trata de adorar, aplaudir, o pensar que ejerciéndolas, necesariamente, uno será más “libre” de los dispositivos disciplinarios del modelo binomial, obrando de forma contraria. Ya que al fin al cabo, estaríamos operando desde una lógica similar en lo formal, pero desde un punto de vista diferente (conservando lo pernicioso para la dignidad de todos los seres humanos). Es decir: Una de las cosas que da credibilidad a esta pieza de Al Descubierto Physical Thetre, es que no plantea un discurso que pretende “ganar adeptos que se sumen a una causa que luche por la arrebatarle la hegemonía, a lo que ha sido imperante hasta el día de hoy”; sino en realidad, yo me decantaría por decir que sus integrantes están actuando de un modo tan afirmativo, que estarían en un más allá del bien y el mal (lo cual denota un fuerte influencia del pensamiento Friedrich Nietzsche).

Ahora bien, Elena de Lario, Héctor Espinar, Paula Mira y Po Ruíz, interpretaron una serie de roles que aludían y se desmarcaban con suma despreocupación, de todo aquello que les he ido aproximando. En el sentido de que fue tal el desarrollo que expusieron sobre el escenario, que cualquier cosa que nos recordase con nuestro día a día, no eran más que enlaces para dar lugar a una mayor profundización interpretativa y estética. En esta línea, no es de extrañar que quien le coja esto por sorpresa, pueda calificar como “sórdido” lo que se representó. Sin embargo, y sin ánimo de “reprender” a nadie, entiendo que ello es signo de que piezas como esta hay que saber entrar en su lógica interna, bajo la finalidad de que uno como público ha de mostrarse disponible a lo que fuere que nos van a contar los intérpretes. Y ese saber conceder el “turno de palabra” a la compañía en cuestión, también pasa por estar receptivo, aunque uno encuentre en lo que se está representando, cierta familiaridad a lo que uno se identifica.

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

 

Por tanto, Sordidísimas me parece un trabajo en el que uno como espectador, no le queda más remedio que verse reflejado ante un “espejo”, siendo que es capaz de atravesar los lugares menos explorados de nosotros mismos. No tanto porque a los mismos no tengamos accesos más o menos directos, sino quizás porque el pragmatismo al que nos debemos en nuestras rutinarias vidas, nos ha hecho pensar que ello ha de quedar en el terreno de lo desconocido, o tal vez ni está en nosotros mismos. Y justo aquí es cuando el valerse de la danza butoh (como espectador y bailarín), nos proporciona varios “puentes” por los cuales transitar de cara a conocer, cuanto menos, una panorámica más completa de lo que habita en nosotros como seres humanos.

En esta línea, preferí ver esta pieza dirigida por Natliya Andru, como una manifestación de que si se generan “espacios de resistencia” a través (por ejemplo) de las artes escénicas, conseguiremos una manera más sosegada y profunda de llegar a conclusiones que pueden llegar a ser determinantes en nuestras vidas, en lo que se refiere al “qué seguir haciendo con nosotros mismos” (tanto en lo colectivo como en lo individual). Y si se da el caso de que después de una dilatada trayectoria no hemos llegado a conclusiones lo suficientemente determinantes, al menos hemos tenido las oportunidades que nos han dotado de mayor madurez, a la hora de abordar semejantes cuestiones de transcendencia incalculable.

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

Foto: Andrés Contreras, Fernando Gorrita, David Martín

 

En lo que respecta a la puesta en escena y al cómo se llevó a cabo Sordidísimas, me gustaría hacer especial mención a las magistrales y minuciosas transiciones de escena a escena de esta pieza. En donde los sutiles cambios de iluminación, su envolvente y  versátil ambiente sonoro, y la entereza de sus intérpretes, facilitaron que, nosotros los espectadores, presenciásemos un espectáculo en el que todo sucedía con ligereza, a pesar de la contundencia de las escenas que se nos representaban. Sí es que Sordidísimas no tendría por qué ser asociadas sus escena en temática con las anteriores, salvo la consecuencia de una exhaustiva investigación escénica que nos desplegaron sobre le escenario del Teatro TNT.

Sus intérpretes disfrutaban de la entrega que suponía afrontar el reto de estar noventa minutos en un trabajo que no daba tregua a nadie. Lo cual es signo de la generosidad, compromiso y amor a lo que hacen los que integran Al Descubierto Physical Theatre. Por eso celebré no toparme con una pieza de danza butoh que se limitaba «a exhibir a personas para retorcerse mientras ponen caras raras, portando un vestuario pintoresco, con enlaces más o menos justificados”. Cosa que aunque a muchos les puede bastar para impresionarse, es una total falta de respeto a esta disciplina tan desconocida en España; como también, sería un ejemplo de que sus docentes (que son muy pocos en este país) no están compartiendo todo lo saben a sus alumnos con la responsabilidad que correspondería.

 

 

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