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#Música en Achtung! | Por  Joaquín Calvente

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El grupo catalán Standstill volvió a Madrid un año después con tres conciertos para despedirse, de momento, de la capital y de su disco Adelante Bonaparte. La primera fecha, 21 de mayo, actuaron junto a la Bonaparte Ensemble, su actuación más sinfónica con una selección de instrumentos de cuerda, viento y percusión; el martes representaron este espectáculo escénico, y cerraron su parada el jueves con un concierto eléctrico.

Si el triple epé Adelante Bonaparte engancha, el ROOOM es altamente adictivo. “Es una de las cosas más emocionantes que en mi vida he visto”, me avisaron. Y vaya que si lo fue. Un espectáculo de luces, imágenes y, lo fundamental, la música y las letras desnudas que relatan la vida de B. (Bonaparte o el alterego de Enric Montefusco, líder de la banda y director de la obra).

Desde el prefacio de esta historia sabes ya que has comprado billete para un viaje sensorial. Algo difícil de explicar. Tiene algo de El viento de la luna, de Antonio Muñoz Molina, con esas regresiones al pasado y a las imágenes que las pantallas muestran. También algo de El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, al mirar la vida desde los ojos de un niño. Pero también es una obra dura. “Todos de pie” envía al espectador al lado más oscuro de la psique, con final que bien podría ser el de la obra, pero es justamente el principio.

standstill-musica-concierto-revista-achtung-3El segundo acto (B. pasa de quererse comer al mundo a esconderse en una pequeña parcela), mucho más oscuro que el anterior, es un ejercicio de introspección del personaje, y de cada uno de los allí presentes.Con el inicio del primer acto (Algunos recuerdos significativos de B.) comienza ese viaje al pasado. La misma que el grupo expande hacia el público conforme van tocando canción tras canción bien podría ser la misma de un niño, incansables. Hombre araña consigue trasportarte hasta la infancia, y las imágenes te acompañan en esta regresión. La voz de Enric Montefusco en Todos de pie te eleva del suelo pero es, sin duda, con Cosquillas no con la que se alcanza el frenesí. El espectáculo acelera la marcha y te hace despegar definitivamente. Es algo apoteósico. Ya en el aire, Vida normal te lleva hasta un punto emocional del que no bajas hasta bien acabado el concierto, plasmado visualmente por los fuegos artificiales con los que termina la canción bajo la mirada de un niño, que ya parece estar pensando en el plan que se va a inventar para escapar : Adelante Bonaparte. Es justo la frase que necesita para huir.

Los aplausos se suceden tema a tema. El grupo se mueve lento sobre el escenario para cambiar de instrumentos. Levitan contigo. Nada de estridencias. Enric da las gracias. El resto del grupo actúa como si el público no estuviese allí, salvo para incitarle  a dar palmas y hacerle partícipe del espectáculo. Te invitan a su casa, pero no quieren romper la magia, por eso actúan la mayor parte de la obra como si no cada uno estuviese sólo, en su soledad, en su viaje personal. Se suceden los escenarios, las casas, se cambia de paredes, pero la sensación es la misma: soledad. Aparece lo pasional de la personalidad del protagonista en frases como “abrazas demasiado fuerte, abandonas demasiado rápido”, que  acompañado por la melodía de un banjo la hace verdaderamente desgarradora. Como El resplandor, en el que aparecen los instintos suicidas de un B. desengañado de la vida, pero que no termina de ejecutar. “Vayan pasando… os espero aquí”

El tercer acto (el corazón de B. despierta) es diametralmente opuesto. Aunque B. continúa algo desencantado de la vida, el amor hace que recobre las ganas de vivir, “hace que todo valga la pena”. El camino de B. sigue su curso. Los músicos se sienten cómodos. El éxtasis inicial y los cambios de ritmo musical dejan paso a una cadencia mucho más continua.  Con Elefante, la descripción sonora es tal que trombón y percusión recrean a la perfección el paso de un elefante, ese paso lento pero seguro que tendemos a buscar y en el que nos sentimos cómodos.

En el Epílogo, la vuelta a Canción sin fin, la misma que Todos de pie (Prefacio), es el cierre perfecto del espectáculo. Esa canción que bien podría ser principio o final. Como el domingo, principio y final de la semana, de la vida, esa rueda que no deja de girar: La vida es domingo.

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@jcalventegalan

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