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Si bien es cierto que Still? (tientos de la ruina futura) aborda un tema universal en el campo de las artes escénicas, también ha sido enfocado de tal forma que, las personas que han seguido los pasos de la realidad dancística de la capital andaluza, pueden conectar aún más. Puesto que nosotros, en mayor o menor medida, hemos sido condicionados por los factores y fenómenos que han expuesto estos profesionales.

 

Los cuales fueron precedidos por una promesa «mesiánica” de que a partir de la EXPO 92 (Sevilla) las cosas irían a mejor, y no menos importante, ello se afianzará con el paso del tiempo. Al no cumplirse, nos hemos visto abocados a tener que lidiar con una serie de contradicciones en las que, si quiera seguir ejerciendo lo que ha sido hasta ahora nuestra profesión, o el cuidar de nosotros mismos, está en juego.

He allí que los integrantes de Dos Proposiciones Danza Teatro se “arrojasen” a un marco tan barroco y bizarro, como lo es que los hechos de esta pieza se desarrollen en los restos del Pabellón del Futuro de lo que fue la Expo 92, esto es: Cipri López, Raquel Madrid, Arturo Parrilla, Sandra Ortega y Anna París se juntaron para celebrar los dieciocho años de esta compañía andaluza y su amistad. Aún con todo, ello se fue convirtiendo en una peculiar mezcla de cumpleaños con algunos tintes de funeral, ya que Dos Proposiciones Danza Teatro ha sobrevivido a innumerables aventuras y desventuras, durante el ascenso y declive de la danza en Sevilla de los últimos años.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Por lo pronto, este grupo de profesionales no serán los mismos después de representar “performáticamente” esta tesitura, a la que ellos y otros tantos, llevan unos cuantos años buscando la solución para con sus compañeros de profesión y para ellos mismos. Porque actuar en consonancia a cómo eran las cosas hace unos quince o veinte años (por dar una referencia), es similar a resistirse a enterrar el difunto que está siendo velado. Por supuesto que, cabe la posibilidad de que no haya pasado el tiempo suficiente para que uno haya conseguido integrar semejante duelo, pero es innegable que “ese cadáver ya está emitiendo un olor imposible de ignorar”.

Al tiempo, a ellos se les notifica que el estado ruinoso del Pabellón del Futuro amerita que se le apliquen las legislaciones vigentes, para garantizar su seguridad y la consecución de los planes turístico/ comerciales del terreno en el que ha descansado. He allí que se les presione a que desalojen el edificio. Llegados a este punto, ya uno ha llorado; ha dado un golpe a pared, por la frustración de haber pasado por tantas injusticias; se ha planteado varias veces dejar la danza, para dedicarse a otra cosa… Signos de que ellos han escenificado una suerte de “ritual”, que nos haga consumar el hecho de que estamos en una “nueva era”.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Se trata una creación que está tan bien estructurada y dirigida que, a nosotros los espectadores, nos hace transitar por muchísimas emociones y pensamientos que, parece que uno ha presenciado una vida entera durante su visionado. En el que hay lugar para variaciones grupales tan gustosas de ver, que apetecía sumarse a ellos en escena; para los dos solos absolutamente exquisitos, interpretados por Sandra Ortega; la música en vivo interpretada por Bernardo Parrilla, Juana Gaitán y Pablo Cabra Canela que resaltaba cosas que brotaban del interior de los personajes o de la consecución de los hechos de la pieza, no sólo algo dispuesto para ser “bailado”; o qué decir del solo final de Raquel Madrid, en el que ella dedica un cariñoso baile a la disciplina que tantas razones le ha dado para seguir cultivando esa vitalidad y lucidez que le caracterizan.

Pero todo esto quedará como una anécdota, si no tenemos presente el contenido del monólogo final de Cipri López, al estado de la salud mental del personaje de Arturo Parrilla o a las entusiastas declaraciones de Raquel Madrid, cuando estuvo montada en el andamio que se sitúo al fondo del escenario. Entonces, nos mantendremos estancados en la incredulidad y la resignación, dando cabida a que surja en nosotros el desarraigo e incluso a la desidia.

En esta línea, uno se pregunta si Still? (tientos de la ruina futura) es el inicio del fin de una generación extraordinaria de profesionales de la danza en Sevilla, o tal vez será lo que todos necesitamos para ser conscientes de lo grave que es ver a la danza “cayéndose a pedazos”, en una ciudad donde emergieron proyectos que han dejado huella, nuevas oportunidades, esperanzas, numerosos talentos… Desde luego, no tengo manera de hacer un pronóstico de lo que vendrá a continuación, pero si entiendo que mi labor incluye subrayar la trascendencia de acontecimientos de este calibre, de cara a prevenir que esto quede en el olvido.

 

 

 

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