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Por Rose Stone – Juan Antonio Gámez | Fotos Juan Antonio Gámez

Richie Hawtin_JAG1692

Decimoctava edición del festival celebrado en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo con 32.000 asistentes y una arriesgada programación, diversificada de forma muy heterogénea agrupando: hip-hop, electrónica, pop, rock y músicas del mundo.

El viernes The Strypes iniciaron su concierto con las últimas horas de sol y frente a ellos se congregaba el público más longevo ataviados con polos Fred Perry, sabedores que estaban ante la propuesta más interesante de la jornada.

Haciendo patria desde el principio, los irlandeses aparecieron en el escenario arropados por Dirty Old Town de The Pogues. Con una juventud insultante y exultante, su edad oscila entre los 17 y 19 años, este cuarteto se come el escenario haciéndonos bailar con los mejores ritmos de rock & roll y rhythm & blues. Con varios EPs y dos LPs Snapshot-2013-, y Little Victories-2015-, han endurecido progresivamente su sonido consiguiendo mayor empaque, trasladando contundencia al directo.

Esa fuerza y desparpajo rememoran mucho los primeros Artic Monkeys, donde Ross Farrelly su voz principal, tiene la misma chulería y elegancia que Tom Cruise exhibió en Risky Business al saberse en la cresta de la ola y ser el chico más popular del instituto. Esa frescura les permite materializar coreografías a lo Blues Brother junto al guitarrista Josh McClorey, mientras éste se anima con un spoken-word casi rapeando. A ellos se une en todo momento Pete O’Hanlon como bajista hiperactivo, capaz de llevar el ritmo a toda velocidad y bailar frenéticamente durante todo el concierto.

Curioso el detalle de iniciar un breve riff de The Strokes, coreado por el público, para inmediatamente arrasar con Blue Collar Jane embelesando a los allí congregados. Durante todo el concierto fueron con la quinta marcha puesta, pero en los bises parecían recién aterrizados, toda una trituradora de acordes, potencia y velocidad, con un batería golpeando los parches sin clemencia entrelazando un tema con otro. Menudo repertorio de versiones para finalizar Kick Out the Jams-MC5- y You Can’t Judge a Book By Its Cover-Willie Dixon-. Los de Cavan tienen ganas de escribir su nombre con letras mayúsculas en el mundo de la música, y siguiendo por este camino lo van a lograr muy pronto, de hecho ya cuentan con el inestimable apoyo de Roger Daltrey, Jeff Beck o Paul Weller.

En el otro escenario Dorian presentaba su gira “10 años y 1 día”, conmemorando su década de carrera respaldados por un un trío de cuerda. Los barceloneses tuvieron innumerables problemas de sonido, con una de las columnas de sonido a punto de cascar. A eso se unía Marc Gili muy limitado y cantando a media voz, pero eso parece importarle poco a sus fieles seguidores que corean los temas, bailan y aplauden en todo momento.

Dorian durante su concierto en Territorios 2015

Dorian durante su concierto en Territorios 2015

Con la llegada de Macaco se produjo la mayor afluencia de público, esperando el nuevo lanzamiento Historias Tattooadas, sus alegatos sociales mainstream y atreviéndose incluso con versiones de Julio Iglesias Me Olvide de Vivir o The Specials con Monkey man.

The Zombie Kids son fiesta y diversión en el sentido más amplio, arrancando su set a golpe de mambo con el maestro Tito Puente y su Oye Como Va. El dúo inicia su particular juerga a base de dance y ritmos latinos, donde el público no para de bailotear mecidos por sones que viajan por los continente meridionales, siempre aderezados con una base electrónica a plena potencia.

Sus mezclas de electro, trap, samplers de temas soul, hasta cantaditas house petardas, mantienen en todo momento un nivel de intensidad colosal. Ambos van intercambiando temas con soltura para goce del público que baila cada cambio de ritmo sin inmutarse. Incluso toman el superventas I Like to Move It de Reel2Real saturando tonos, aumentando el pitch para que todo el público salte y baile con los brazos en alto. Si alguien creía que esta sería la tónica estaba muy equivocado, por sorpresa meten el turbo en ritmos y la gente se vuelve loca gritando. Rebajan un poco la velocidad para un breve descanso del personal, y nuevo as en la mesa tirando de clásicos para que el público no pare con Everybody dance now de C&C Music Factory, samplers wéstern a lo Morricone y combinarla con The Rhythm Of The Night de Corona, acrecentando su fuerza con la electrónica más hardcore allanado el camino para recibir Chop Suey! de System Of A Down, o un I Love It de Icona Pop casi irreconocible al predominar una base electrónica demoledora bien machacada y desmenuzada, para mezclarse con Renegade Master Fatboy Slim y desembocar en el superéxito Face.

En su segunda visita a Territorios The Zombie Kids anhelaban celebrar este reencuentro en un espacio más amplio y de la forma más festiva posible. Muy diferente a lo mostrado por Julian Jeweil y su electrónica austera, rotunda, sin concesiones enfundado en un sonido limpio y directo.

Otro estatus muy diferente es el de Afrojack, el David Guetta holandés, con un espectáculo sobreproducido en visuales, una música sin complicaciones sazonada de efectismos, creada sin escatimar recursos. Estamos ante una realización destinada al consumo de masas, rápido, sin filtros, con el DJ parapetado entre dos pantallas donde la proyección es tan grandiosa que hace olvidar la parte musical. Batería de cañones de humo para pensar poco, bailar temas rompepistas con selección exentas de riesgos para contentar a todo el mundo.

En contraposición a ello, Richie Hawtin congregó a una multitud seducida por el minimal techno, una puesta en escena austera, de calidad, intencionado diseño y fantástica ejecución. Sin moverse casi, sólo algunos giros de su cabeza para acomodar su famoso flequillo, con toque sintético e inmutable es capaz de poner a bailar a toda la concurrencia, sin necesidad de florituras ni parafernalia.

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