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The Beauty of it de Àngel Durán y Alive de Cía. Lasala, ponen el listón muy alto de cara al cierre de la presente edición del ciclo Ahora Danza!. Me refiero al próximo 26 de mayo, con la representación de las dos piezas seleccionas del proyecto Danciberia.

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

– The Beauty of it de Àngel Durán (Cataluña).

Esta pieza es un buen ejemplo sobre lo mucho que puede cambiar su presentación ante un público si se hace dentro de “la caja negra” de un teatro, a representarla en un espacio no convencional (como lo es el patio interior del CICUS). Siendo que aunque ambas situaciones se estaría planteando, básicamente, lo mismo; las correspondientes percepciones serían tan diferentes que hasta casi que habría que alterar la sinopsis. Esto es: Si este trabajo se nos emplaza con una iluminación que iría a la par de la estructura del mismo, entonces no cabría duda que The Beauty of it aborda un tema universal que nos interpela a todos. En tanto y cuanto, se está reflejando el cómo la condición humana está sostenida por la dualidad consciente e inconsciente, expuesta dentro  de una de las teorías del psicólogo Carl Jung (de la cual se apoya el montaje en cuestión).

Sin embargo, si la misma nos es interpretada sin cambios de luz, ni cosa que se le parezca. Esto nos conduce a que el personaje que representa Àngel Durán, se convierte en un sujeto que  “desvaría” (por así decirlo). Así, a nosotros espectadores,  se nos ha trasladado a un lugar donde somos testigos de todo lo que le sucede a este sujeto, sin que éste tenga la forma de saber que estamos observándole con atención. O dicho de otra manera: pocas veces me he sentido fuera del rol de espectador, tal y como me ha pasado con este espectáculo.

Lo anterior me resulta de lo más estimulante, porque demuestra que The Beauty of it es un trabajo que tiene muchas más posibilidades de lecturas, que lo que quiere expresar por sí solo. Es más, su representación nos ha de valer como aviso de que la iluminación es un elemento que no sólo ha de ser entendido, como para acentuar una cosa concreta,  guiar la mirada de los espectadores,  y demás cosas por el estilo. Lo que me lleva a afirmar, que esa carencia de un diseño de iluminación en funcionamiento no ha perjudicado a este trabajo, porque el peso de la pieza lo tenía que sostener Àngel Durán, quien ha hecho un sobreesfuerzo por llamar y conservar nuestra atención ¡Y vaya si lo hizo!

Que quede por delante que The Beauty of it es un montaje sumamente denso, que se arriesga a que el público se “vaya del escenario” para pensar en sus cosas, dado que la misma precisa que uno “entre en su juego”. Ello, si está bien justificado (como es el caso) me parece maravilloso, un signo de valentía, y no menos reseñable, algo que contribuye a crear a un público versado y reflexivo. Que conste que la estructura de esta pieza se desarrolló casi por si sola (una vez que se levantó del sillón, en el cual inició la acción), siendo que la misma nos ofreció lo que se fue engendrando de principio a fin.

Si es que Àngel Durán nos desplegó todo un repertorio de estados corporales, que supo defender con la consistencia que así le exigieron sus ambiciones para con esta pieza.  Pues, piénsese la gran diferencia que hay entre “parecer” una persona que desvaría, con encarnar una estilización de una persona que está padeciendo unas idas y venidas de su cabeza. Que visto lo visto, resultaba imperceptible saber si este profesional catalán interpretó a un único personaje a lo largo del desarrollo de este trabajo.

Sin olvidar, que todo lo anterior salió a la luz a través de una coreografía que implicaba una precisión técnica, sangre fría y un grado de concentración tan grande, que justo esto último, es donde residía el magnetismo que a uno le inducía a seguir viendo este trabajo. Haciendo que nosotros los espectadores, mantengamos durante su desarrollo la curiosidad de qué tan lejos era capaz de llegar The Beauty of it.

Foto: Rafa Núñez Ollero

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

– Alive  de Cía. Lasala (País Vasco)

Cabe mencionar, que Alive proviene de un fragmento de la pieza DEAD de esta compañía vasca. Entonces como se pueden imaginar, lo que vimos en el patio interior del CICUS podría ampliar sus territorios. Lo cual no es de extrañar, dado que al fin al cabo, la pieza se queda en puntos suspensivos. Esta práctica es muy inteligente, y a la vez está acorde con los tiempos que corren en España, en lo que se refiere a la danza contemporánea. Esto es: Por un lado, para cualquier compañía media ya es un éxito tener dos fines de semanas al mes cubiertos con actuaciones, lo cual implica que hay que tener varios espectáculos en gira. Eso es un buen motivo para terminar diversificándose, planteando cosas  como lo que ha hecho Cía. Lasala, reconvirtiendo uno de los fragmentos de una pieza larga, en algo perfectamente preparado para representarlo al formato propio de espacios “no convencionales”.

He allí que anime a los programadores de cada localidad en la que se lleven a cabo festivales  como los adscritos a la Red Acieloabierto (que hacen de las veces de “amortiguadores” para compensar las consecuencias de que numerosos trabajos extraordinarios, no consigan moverse tanto como merecerían), a que aprovechen a ver a estos profesionales para revalorizar qué programarán a medio y largo plazo. Y así  quizás alguna de esas compañías, tengan la oportunidad de representar sus espectáculos en los teatros de más ciudades de las que las que acostumbran, o las que les dan la opción de demostrar  su valía. De tal modo que le quede claro a los espectadores de todos esos teatros, que fuera de las fronteras de sus correspondientes Comunidades Autónomas, han pasado muchas cosas que apenas han tenido noticia. Dicho lo anterior, conviene adentrarse en Alive:

Alive es una pieza que está dividida en tres bloques de una forma muy sencilla, pero a la vez muy efectiva. Tanto es así, que aunque la parte final diera inicio de una manera tan disruptiva, el caso es que la letra de la canción Perra de Rigoberta Bandini y cómo la bailaron las intérpretes, consiguió que Alive terminen bien cohesionadas en cada una de sus partes. Piénsese en la dificultad que habrá pasado su coreógrafa, Judith Argomaniz, en conectar las dos primeras partes para que a nosotros los espectadores, nos quede totalmente claro que esta pieza se aproxima al cómo a las mujeres se les ha presionado desde todos los frentes, para que mantengan una apariencia acorde con los cánones de belleza de los tiempos que corren. Lo cual las ha expuesto a poner en juego una buena salud mental.

Si es que los dos personajes que protagonizan los solos de las dos primeras  partes de Alive, son mujeres que se desviven por alcanzar de manera rápida y eficaz sus objetivos, es decir: mantener una hermosa silueta y cara simétrica, como si no hubiese pasado el tiempo en sus cuerpos. Personalmente, lo que más sobresale de esta pieza es cómo las interpretaciones de las bailarinas son llevadas a un plano tan bizarro, que algo que parece inocente, termina siendo siniestro. En tanto y cuanto que la ausencia de cualquier naturalismo en las acciones que llevan a cabo estos dos personajes. Personajes que no dejan de ser dos caras de una misma moneda, al estar sometidos a una serie de dinámicas que los enmarca en una coyuntura, donde ha de parecer que disfrutan de trabajar duro, porque hasta su vanidad les ha de servir de combustible para continuar.

Quien está dentro de dicha dinámica aún puede salir,  tan sólo precisa dar un salto al vacío para hacer practicable lo supuestamente impracticable. Sin embargo ser un individuo valiente y emancipado, supone asumir el rol de ser el protagonista de la reconstrucción de la propia vida de uno mismo. Para que de una vez por todas, uno sea quien tome las decisiones responsabilizándose de sus actos, no bajo la coacción de una promesa de felicidad y éxito, que a día de hoy ha demostrado que no posee credibilidad alguna.

En fin, da gusto ver trabajos que con su presencia escénica, creatividad, entrega…, que te ayuden a descifrar la profundidad de discursos de inspiración feministas que cada vez están más en boga, pero requieren que se explore por más formatos (como lo puede ser el caso de la danza contemporánea) para que se los revaloricen a la altura de la guerra cultural en la que estamos desde hace décadas.

 

 

 

 

 

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