Por Jacobo Vázquez
A finales de 2010 y comienzos del 2011, The Vaccines trataban de asomar la cabeza en el duro mercado musical británico gracias a singles tan fantásticos como Wreckin’ Bar o If You Wanna. Pronto la prensa musical británica, encabezada por el NME, lanzaba sus redes sobre el grupo para nombrarlos “salvadores del rock’n’roll”, título honorífico que la propia prensa se encarga de conceder y retirar cada dos o tres meses. A rey muerto, rey puesto. Conscientes del peligro de las altas expectativas y del arma de doble filo que supone convertirse en un hype, The Vaccines trataban de huir ya desde el título de su álbum de debut – What Did You Expect From The Vaccines? – de semejante cruz. No eran los salvadores del rock, no pretendían serlo y tampoco querían que pensáramos eso.
Apenas 18 meses después vuelven para refrendar sus intenciones. Como ellos mismos dicen en Teenage Icon, “ I’m not a teenage icon, I’m not Frankie Avalon, I’m nobody’s hero”. No son ídolos de adolescentes ni los héroes de nadie. Únicamente son músicos intentando hacer la música que saben. Y la hacen bien. En Come Of Age han perdido quizá parte de la inmediatez y del factor sorpresa de su álbum de debut, pero eso no implica que se hayan vuelto aburridos, ni mucho menos. Su sonido ha avanzado hacia lugares menos transitados. Prueba de ello es Aftershave Ocean, donde el fantasma de The Kinks sobrevuela toda la canción. O las muy cincuenteras I Always Knew y Weirdo. Y la urgencia punk no ha desaparecido por completo. No Hope, Bad Mood, Change of Heart Pt.2 y la ya mencionada Teenage Icon, siguen el camino marcado por los singles de su primer álbum. Guitarras espídicas, fraseos ágiles y una manera de cantar desafiante aunque perezosa al mismo tiempo. El reflejo de una generación.
The Vaccines ofrecen más que la mayoría de las bandas de guitarras surgidas recientemente. Su talento para las melodías es indiscutible y además, gracias a este disco, parecen haber encontrado una senda por la que avanzar y desarrollar su sonido en próximas entregas. Puede que no pretendan salvar el rock, pero porque saben que el rock no necesita ser salvado mientras haya grupos tratando de divertirse con su música. Tal y como hacen ellos.
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