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El próximo sábado 28 de noviembre, será la última vez que Atalaya represente en Sevilla, su aclamado montaje de Marat/Sade. Por tanto, se nos presenta una nueva oportunidad para ver a este trabajo en el Teatro TNT (Sevilla), el cual ha recorrido desde su estreno (2016), casi cincuenta ciudades de Europa, África y América.

Les estoy hablando de una de las compañías de teatro más prestigiosas de Andalucía que se erigió con el Premio Nacional del Teatro en 2008. Que con su puesta en escena, y la brutal presencia escénica de sus intérpretes  (entre otras cosas); han conseguido dar su marca personal a cada uno de los montajes a los se aventura a llevar a escena, tras sus 35 años historia.

De inicio, se nos presenta en esta obra escrita por Peter Weiss,  un par de personajes que representan dos posturas dicotómicas, es decir: el Marqués de Sade como abanderado del individualismo y del nihilismo. Por la otra parte, está la figura de Marat, quien encarnaría la defensa acérrima de la lucha por lo colectivo, de los valores de cívicos necesarios para constituir una República. Todo ello se emplaza,  en la época de la que se están desarrollando la Revolución Francesa. Sí, les estoy hablando de que se les da lugar en un mismo texto, a dos personajes muy emblemáticos de la historia de la Francia revolucionaria.

No obstante, una de las cosas que hacen especial a esta obra es que “se inscribe en el “teatro dentro del teatro” al ser interpretada, supuestamente, por internos del psiquiátrico donde Sade está recluido, con la excepción de quien encarna a la autoridad, el prefecto Coulmier, representante del orden establecido.

A través de Marat, de su asesina –Carlota Corday-, de Sade, de Coulmier y del cura revolucionario libertario Jacques Roux, se presentan las diferentes posiciones ante la revolución, mientras el pueblo es encarnado por el coro de “locos” y por el grupo de cómicos cantores que, junto al presentadorconfieren al montaje un estilo musical.

El dilema de la obra gira en torno a la lucha dialéctica entre el individualismo y lo colectivo, entre la violencia y la sumisión, entre la honestidad y la corrupción.

(…) El público se sienta ante actores coetáneos que encarnan a enfermos del manicomio de Charenton, que interpretan en 1808 a personajes de la Revolución Francesa. Si los protagonistas datan de 1793, los elementos escénicos- escenografía y vestuario- bien podrían ser de 1808, mientras que la composición musical y la iluminación- que configuran la especificación intangible – resultan contemporáneos. En todo caso Atalaya ha querido universalizar la obra, tanto en el tiempo como en el espacio obviando en buena parte su concreción”.

Estos fragmentos de la sinopsis que acabo de citar, que nos ofrece la web de la compañía Atalaya, nos muestra que es una obra que abarcará un tema extremadamente actual, y que probablemente, siga encontrando en los días convulsos en los que nos encontramos, quien interprete el rol de Marat y de Sade.

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