Por Jacobo Vázquez
La música de Triángulo de Amor Bizarro ha caminado desde sus comienzos como un funambulista en un alambre, en un imperfecto ejercicio de equilibrio entre ruido y pop. Lejos queda aquella maqueta en la que cada caja era distinta, hecha a mano por ellos mismos y tal vez futuros objetos de coleccionista. Entonces ya estaban presentes las señas de identidad que han hecho de los gallegos el grupo que hoy son. Amados y odiados casi a partes iguales, la eterna dicotomía entre distorsión y melodía se reflejaba en sus canciones de una forma más polarizada. Sin embargo, tras todos estos años de carrera, la frontera entre ambos conceptos se ha difuminado y ahora es obligatorio afirmar que han encontrado su propio sonido. Un sonido tan desafiante como violentamente bello.
Sólo es necesario escuchar los dos primeros temas para comprender esto. El álbum comienza con Robo Tu Tiempo, una canción a medio camino entre la música industrial y la aterradora Frankie Teardrop de Suicide. Pero después de esta sucesión de alaridos, saxos frenéticos y ruido de maquinaria nos damos de bruces con el pop. Estrellas Místicas, un hit de noise-pop digno de cualquiera de los grandes grupos del género y que serviría para despertar a alguno de ellos del letargo en el que viven. Delirio Místico y Ellas Se Burlaron De Mi Magia, son tal vez los otros dos momentos cumbre del disco. Esta última, que contó con la producción del legendario Sonic Boom –antiguo miembro de Spacemen 3-, la conocimos ya hace unos meses y sirvió para hacernos una idea de lo que nos encontramos ahora. Furiosas descargas de melodías, capas de guitarras, sintetizadores y voces susurrantes de apariencia caótica pero perfectamente ensambladas.
Las letras crípticas también siguen ahí, pero con prestar algo de atención uno descubre que no son indescifrables. Absurdas según las lecturas que hacen algunos, realmente son como un manual que explica la fuente de su rabia. Letras que cada vez toman un mayor compromiso político, aunque sea desde un discurso a priori furtivo, esquivo en las palabras pero muy directo en cuanto a las ideas. Esta vez los dardos van dirigidos a los de siempre; a los que mandan, a los que desde sus despachos dirigen el destino de nuestro país e incluso a los compañeros de profesión. También hay letras de amor envenenado, donde las palabras de devoción son retorcidas para jugar con ambigüedad.
Si a todo esto le sumamos su arrollador directo, una apisonadora sónica que no toma prisioneros, nos encontramos ante uno de los grupos más solventes y sólidos del país. Y sólo con tres discos a sus espaldas. Ahora tienen que escoger: o los aman o los odian.
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