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Por Antonio Mérida Ordás

-me gustaría una calada, que no respiro.

-le anoto un cigarrillo para el próximo viernes, entonces.

Así son los lunes. Te levantas y piensas en todo lo que quieres hacer y no vas a poder hacer hasta el fin de semana.  Beberte un litro de tequila, bailar desnudo, dar cien vueltas de campana a la chica que te gusta, amanecer dos días después de acostarte, también desnudo. Jodidos lunes…, te despiertas con los calzoncillos más ajustados que de costumbre, con la sonrisa encogida y una arruga en la frente que maldice en hebreo. Por eso hay que saber cuándo cortar con el despertador, antes de que sea demasiado pronto.

Cuando descubres que llevas ya tiempo sin un buen golpe de cadera, aunque no bailes. Cuando casi ni recuerdas el color de sus vestidos, ni su voz, y la playa ya no sabes ni para qué sirve. Cuando hace seis lunas que no te inyectas vía garganta un buen gintonic, o diecisiete, cuando desde la última canción que compusiste no has vuelto a saber cómo se toca, y ni recuerdas cuánto hace ya que no te comes los botones de su blusa, igual hay que ir pensando en cambiar de lunes.

Anoche empecé a leer Memorias liquidas, de Enric González, y cuenta como en un momento dado, cuando él no había hecho más que empezar a avanzar por la veintena, su padre se alzó con el Premio Planeta. Como a sus hermanas, dio a Enric una parte del premio, que estaba dotado de una cantidad económica más que respetable. Cuenta como ellas, con este dinero pagaron la entrada de un piso o gastos semejantes, y como él, lo cogió todo y se lo gastó en dar la vuelta al mundo. Y el autor señala dos o tres anécdotas del viaje de seis meses, y entonces suspiras porque el resto del libro continúe relatando el viaje, aunque en seguida se te olvida porque lo que viene no es menos interesante.  Entonces volvió a la vida real y se vio sin un centavo. ¿Se arrepintió? Ni mucho menos. Y quién iba a arrepentirse si de eso se trata. No del coche, ni de la casa, ni del marco para las fotos, ni del cojín para el sofá torcido, ni de la lija para los bordes de porcelana…, si no de encontrarle el swing a los lunes.

Con premio o sin premio, con viaje o sin viaje. Con o sin chelines, como se pueda. Se trata de empezar la semana yendo a comprar el pan a cualquier hora, donde no cierren, llevándote además cigarrillos y tequila, y escribiéndole un mensaje a la chica que te gusta avisando de que estás libre para revolcarte a la hora que sea, sin importar el dónde. ¡Ah…! eso es el swing de los lunes.

@antoniomerida92

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