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La nueva obra dirigida por Peris-Mencheta con dramaturgia e interpretación de Juan Diego Botto, convoca el cuerpo y la palabra de Lorca entre el público en un recorrido que nos lleva desde el pasado hasta la muerte del poeta. En este transitar biográfico somos golpeados por los ecos del pasado en nuestro presente. Encontramos sobre todas las cosas en esta obra una proclamación de lo que nos sostiene y nos moviliza: la memoria.

Los textos de conferencias, charlas, encuentros, poemas, fragmentos de Yerma, El público o Mariana Pineda, entre otros, junto a las palabras de Botto, son trenzados meticulosamente en una dramaturgia repleta de dinamismo donde el personaje de Lorca no duda en confrontarnos haciendo de esta puesta en escena un conducto mediante el cual se pide al público que transite y se transforme en el teatro. La dramaturgia revela un estudio pormenorizado de la biografía del poeta que es vista por el autor de esta obra como una vida erigida entre tres principios fundamentales, inevitablemente fusionados, estos son, el teatro, la imaginación y la verdad poética.

Foto: marcosGpunto

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La visión de Lorca que se ofrece es la de alguien abocado a la creación y a la justicia; la imagen de alguien que transgrede las normas y conductas anquilosadas, a veces sin saberlo, por mantenerse erguido en su ser más esencial. Botto, que es también el intérprete de Una noche sin luna, nos hace olvidar que estamos asistiendo a un monólogo ya que en su interpretación destaca la facilidad que posee para desdoblarse y crear atmósferas palpables, demostrando, sobre todas las cosas en su actuación, una sensibilidad y una concentración que transportan al espectador al otro lado, al espacio poético de la escena.

Podemos apreciar a partir de la dirección de Peris-Mencheta una trama espacial y corporal que tiende al movimiento, sin por ello dejar de condensar y eclipsar aquellos momentos de mayor excitación dramática. Acierta, desde mi punto de vista, con el diálogo con el público, la ruptura de la cuarta pared y el uso de elementos y juegos teatrales que obligan al espectador a seguir la historia desde su aspecto físico.

La escenografía cumple una labor fundamental ya que a medida que avanzamos en la historia de Lorca, vemos un escenario en continua transformación, agitado, vivo. Escenario compuesto de madera y polvo al igual que el final del mismo Lorca. El mito de la nave de Teseo, que aparece desde el principio de la obra, es también la nave de Lorca, expuesta a través del escenario, materializándose frente a nosotros, obligándonos a detenernos y a escuchar, llevándonos inevitablemente a una reflexión en torno a la conciencia de nuestro ser histórico.

Foto: marcosGpunto

Foto: marcosGpunto

En conclusión, si Una noche sin luna logra conmover al público podemos preguntárselo al clima de lágrimas y risas que hubo en el momento de los aplausos en el Teatro Central de Sevilla

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