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Variation(s) se representó en el Teatro Central (Sevilla), de la mano de Rachid Ouramdane. Montaje que constaba de un par de solos que fueron ensamblados de una forma elegante, con el fin de que pudiésemos ver todo el repertorio personal de los bailarines Rubén Sánchez y Annie Hanauer.

En Variation(s) no hay “pantallas” que velen la estructura que está detrás de esta creación, para así mostrarnos los momentos de recogimiento que puede vivir un bailarín que está haciendo un solo. Sin que ello entre en conflicto con una puesta en escena, que en lo único en lo que se centra, es en sacar al público de la dinámica de que está en un teatro para ver algo. De esta manera, se nos lleva a una dimensión donde cada sonido que se emite en Variation(s) se funde con el todo. O dicho de otra manera: el grado de intimidad que compartimos nosotros los espectadores con los intérpretes los pasados 22 y 23 de octubre, era tan grande que parecía que compartimos un rato en silencio, mientras nos refugiábamos en sus solos.

Los intérpretes eran libres de llevar de un lado a otro, el cómo habitaban tan complejo y a la vez suculento desafío. Pues, me imagino que a ambos les pudo haber supuesto participar en Variation(s), una mezcla entre una gran oportunidad de hacer lo que siempre han querido hacer, con pasar por una experiencia de extremada exposición; que dicho sea de paso, ambas piezas eran muy difíciles de digerir para cualquier espectador. Considero que para ver Variation(s), se precisaba haber tenido un cierto bagaje de artes escénicas contemporáneas; no obstante también me decanto por afirmar, que este montaje es un buen ejemplo de algo por lo que siempre conviene pasar para ampliar nuestras experiencias como espectadores, con el fin de seguir redefiniendo nuestros respectivos criterios. Por tanto “mimarnos” como espectadores, también pasa por plantearnos retos en los que corremos el riesgo de asistir a un espectáculo que sobrepasa los límites en los que nos hemos acomodado. Mientras honramos y celebramos, la gran diversidad de registros que conviven en los lenguajes de las artes escénicas contemporáneas.

Foto: Nicolas Lelièvre

Foto: Nicolas Lelièvre

 

En este caso, lo más arriesgado fue su puesta en escena y el que se haya situado estos dos solos uno seguido del otro. Lo cual es síntoma de toda una declaración de intensiones del coreógrafo francés Rachid Ouramdane, quien ha apostado por presentarnos con todo lujo de detalle, quiénes son Rubén Sánchez y Annie Hanauer en tanto seres humanos, que su profesión y la relación que ellos tienen con sus cuerpos,  pasan por la danza. El espacio escénico era diáfano, parecía que ambos intérpretes no conocían otro hábitat que el vacío, y su única manera de desenvolverse en vida, era a través de la danza. De esta forma, la danza fue la máxima protagonista de Variation(s), dejando en su segundo plano el tipo de danza que interpretaban Rubén Sánchez y Annie Hanauer, y a la música se le encomendó a entrar en diálogo con lo que fuese que estuviesen haciendo ambos bailarines.

Quizás esta pieza sea uno de los mejores ejemplos que me he encontrado hasta ahora, de cómo presentar a la danza como un artes escénica hasta las últimas instancias, dejando entre paréntesis las otras cosas que la constituyen y la complementan.

Dicho lo anterior, conviene aproximarse a cada uno de los solos por separado.

El solo del bailarín de claqué Rubén Sánchez, empezó sin música casi como un juego, en el que él era totalmente independiente de lo que se hacía. Incluso con ello nos fue caldeando a nosotros los espectadores, para que nos preparemos para lo que iba a ser Varioation(s) en su conjunto. Me atrevería a decir que la pieza de Rubén Sánchez ya había superado su preludio, en cuanto éste entró en diálogo con la música, en donde hizo con ella lo que le dio la gana. Esto es: nos mostró cómo él podía afrontar los pulsos de la música con cambios de velocidad progresivos y discontinuos. De esta manera, estaba al acceso del público conectar con lo que estuviese sucediendo en escena, dejándose “atrapar” por los ritmos que sostuvieron el solo de Rubén Sánchez.

Hubo momentos que fomentaban la alegría y el júbilo, otros donde la seriedad con cómo se interpretaba remitían a la consumación de un ritual sagrado, entre Rubén Sánchez y la danza. Probablemente, este solo nos ha mostrado más de lo que este bailarín de claqué nos sacaría a relucir,  en una agradable tarde en compañía con el mismo.

Foto: Nicolas Lelièvre

Foto: Nicolas Lelièvre

 

En el caso del solo de danza contemporánea de Annie Hanauer, esta intérprete no recurrió a ningún tipo de acrobacia, y u otras cosas que se asemejen a “fuegos artificiales”; es más, se percibe  que para el montaje de este solo ella hizo una selección de movimientos muy concreta, la cual nos fue desplegada en escena a través un sinfín de combinaciones en los enlaces de unos con los otros, y diferentes lugares del escenario. Ello entre otras cosas, supone que se ha hecho una profunda investigación en torno a que si uno sitúa un movimiento u otro en tal lugar del espacio o detrás de otro, éste se resinifica escénicamente, y todo ello sin que este solo tratase sobre un tema en concreto ¡magistral!

No  amerita ser el artista más creativo para que alguien se le pase por la cabeza semejante idea, pero la clave está en cómo Annie Hanauer lo llevó a cabo: con madurez, inteligencia y un magnetismo que me enamoró en lo estético y en lo intelectual. Encima lo hacía con ligereza, como si estuviese jugando con la música y las posibilidades que le ofrece la misma, para moverse de una manera u otra. De hecho, lo que les he mencionado de que esta intérprete se ha valido de un grupo muy seleccionado de movimientos, pues les diría que para ella fue más una pauta para la creación que algo que le entorpecía. Es decir: este solo demuestra que uno puede encontrar en el límite el origen de una creación.

Este tipo de trabajos me encantan reivindicarlos, porque aunque suelo ser recurrente en la idea de que las artes escénicas contemporáneas, nos retratan la condición humana desde lenguaje extracotidianos. El caso es que solos como este, revalorizan lo imprescindibles que son este tipo de investigaciones para crear por el mero hecho de crear, con el aliciente de que tras haber hecho cosas como estas, seguro que estos dos intérpretes habrán afilado mucho más sus recursos.

Para finalizar, no voy a dejar pasar que la bailarina Annie Hanauer es una persona que porta una prótesis en uno de sus brazos, cosa que no le supuso ningún tipo de impedimento para llevar a cabo semejante solo. A dónde quiero llegar, es que he recibido con alegría que el Teatro Central haya incorporado en su programación a intérpretes con cuerpos diversos. Con suerte en el futuro, Variation(s) será considerado como uno de los precedentes que facilitó la total normalización en el mundo de las artes escénicas, de estos profesionales.

 

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