Por Cristina Rodríguez

Hacía ya varios años que este color no se paseaba tanto por las tiendas. Llámalo como quieras: borgoña, burdeos, burgundy, granate o, simplemente, color del vino, es una tendencia que ha empezado el otoño con mucha fuerza, tanta que no hay prenda que no se haya teñido de este color y parece que quiere acompañarnos en los días de frío.

El borgoña es curioso y versátil, que se adapta a todo. Y cuando digo todo, me refiero a todo. Teñir de borgoña unas zapatillas de tela, una bufanda, o incluso los labios como complemento a un vestido de noche (porque sí, también se ha metido muy adentro en el mundo de la cosmética) es una acierto seguro este otoño-invierno. Sirve para altos, bajos, gordos y delgados,  y sobre todo, es un color que resulta elegante tanto en hombres como mujeres.

Como color todoterreno, queda bien con colores más típicos del frío, como el negro, el gris oscuro o los tonos tierra, robando todo el protagonismo para destacar entre la neutralidad de los colores invernales, que a su vez, equilibran el conjunto. Eso sí, con toda la personalidad que el borgoña tiene, no podían faltar las combinaciones más arriesgadas, como borgoña+azul Klein, o borgoña+mostaza, tonos muy actuales que le darán alegría a la ropa creando un bonito contraste. Y si eres muy atrevido, borgoña de pies a cabeza, en un mismo tono, como el traje de la foto de arriba, o combinando varias tonalidades para darle todavía más carácter del que este color tiene. No te preocupes por parecer una botella de vino.

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