Lo que hoy se llama afrofuturismo nació de una perspectiva filosófica tecnocultural vernácula que se dedicó a una forma heterodoxa de producción de los habitantes urbanos afrodescendientes en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. La música afrofuturista nos permite visualizar un futuro nuevo y mejor, al referenciar elementos con los que estamos familiarizados. Su relato es la historia de músicos, artistas, escritores, filósofos, íconos de la moda, cineastas, diseñadores de vestuario y escenografía, actores, activistas y académicos que han creído en un futuro mejor para los afrodescendientes, y para los no afrodescendientes también. Hoy, tras una pandemia que ha impactado desproporcionadamente a las comunidades de la diáspora, y con un enfoque renovado en la injusticia racial sistémica, el poder del afrofuturismo para imaginar una sociedad más justa es cada vez más relevante.
Aunque los dos semilleros actuales del afrofuturismo musical son Los Ángeles (con la «escena beat» encabezada por Flying Lotus, cuya tía es Alice Coltrane) y Atlanta (con sus mutaciones de OutKast, Monáe y Future), los artistas que nacen y se desarrollan en la Tierra Madre también se inspiran en sus primos lejanos, en una interesante simbiosis. La imaginería épica utilizada en portadas, videoclips, moda, publicidad y merchandising ofrece a los y las jóvenes africanos un espejo donde poder verse reflejados en entornos inclusivos y expansivos, tanto tecnológicamente como en términos de costumbres sociales y género.
El Burger-Highlife
En en la década de 1970 vio en Ghana un surgimiento de los sonidos funk, soul y disco. El país atravesaba turbulencias económicas, un aumento de la pobreza, dictaduras militares y toques de queda que hacían imposible la supervivencia de los artistas. En consecuencia, muchos artistas ghaneses continuaron sus carreras en Occidente y se mudaron tanto a Europa y América. Allí, desarrollaron una versión digitalizada de la música highlife que abarcaba estilos musicales occidentales contemporáneos y la tecnología reciente, como el sintetizador DX7 y varias cajas de ritmos. Es en este contexto en el que evolucionó la música dance ghanesa y el surgió el ‘burger highlife’. Una vía de escape a la realidad cotidiana.
Uno de los subgéneros menos conocidos que surgieron en los 80 fue el ‘burger highlife’, que combina melodías tradicionales ghanesas con sintetizadores, disco y boogie para crear un sonido con infusión de pop. Las calles de Ghana nunca volvieron a ser las mismas. La noticia de esta música extraterrestre se extendió por todo el país, y pronto ninguna fiesta estaba completa sin un es synth-funk ghanés. Desde ciudades industriales hasta pueblos más pequeños, sonaba en todas partes; en bodas, funerales o mítines políticos. Las letras hablaban de una Ghana mejor, la proyección de un país que no sufría y que había curado sus heridas. En resumidas cuentas, un futuro utópico. La recopilación Borga Revolution del sello Kalita Records es el testigo de una época de esperanza que continúa hoy en día, y en la que resurgieron orgullo y ciencia ficción sin chovinismos.
Siwo
Músico, compositor, productor, bailarín, artista visual, estilista, beatmaker y curioso. Su estilo es ecléctico, y él mismo lo define como afrofuturismo en movimiento. Siwo es mutación sonora.
La visión es crear un mundo lleno de posibilidades, tal vez porque odio aburrirme y el niño que está dentro de mí todavía sueña. No solo hay notas blancas y negras, hay más notas. Es posible crear nuevas notas. Entonces, mi visión sería crear un sonido nuevo en la ciudad donde vivo actualmente, Madrid.
Cuando fue a Mozambique en 2019 era el boom de amapiano, un estilo de música híbrido entre deep house, jazz y música lounge que se caracteriza por sintetizadores, pads aireados y amplias líneas de bajo percusivas. Nunca había visto cómo la gente celebraba un sonido nuevo y tan electrónico, por no hablar de la forma de bailarlo.
De la nada hubo una invasión en el norte de Mozambique. Es una parte donde descubrieron muchos minerales y mucho gas. Hacía años que no teníamos conflictos. La guerra que hay no es entre mozambiqueños, es una invasión que viene de fuera.
Como en Wakanda con el vibranium. Lo impactante es que aún con esa locura, la gente no deja de vivir. Ahí está la verdadera resistencia, la belleza y la fuerza del pueblo. Y eso es lo que transporta la esperanza, y la cultura, hacia el futuro.
Majid Bekkas
Abdelmajid Bekkas es un respetado músico marroquí, toca el banjo, el guembri, el laúd y la guitarra, y es conocido internacionalmente por sus contribuciones a la World Music y el etnojazz con raíces norteafricanas. Ayudó al reciente renacimiento del gnaoua, un género tradicional marroquí con raíces en la esclavitud, que él ha mezclado con filosofía trance y ritmos hipnotizantemente hermosos. Este género no era popular cuando Bekkas era joven, decir gnaoua era decir “esclavo”.
El reciente renacimiento del gnaoua juega un papel en la conexión de los marroquíes con su identidad panafricana. Un maestro de gnaoua como Bekkas es un sanador del alma. Este iconoclasta artista organiza noches Gnaoua a las que llama Lila.
Cuando alguien no se siente bien… se tocan estos colores, los siete colores que tenemos en la Lila. Y tocamos hasta el amanecer. Como resultado, la gente entra en trance, todos se sienten mucho mejor.
Bekkas cree que estas raíces sagradas del trance serán vitales para preservar el género en su integridad nacional y africana. Su misión implica educar a los jóvenes sobre sus posibilidades en el futuro.
Ebo Krdum
Ebo Krdum es un cantante, guitarrista, artista, actor y activista autodidacta sudanés-sueco. Se mudó a Suecia en 2010, pero comenzó su viaje musical cuando tenía 5 años, al oeste de Sudán. Como músico autodidacta, comenzó con flautas de madera, tambor y guitarra, luego agregó más instrumentos, y todo lo aprendió por sí mismo alejado de la academia y los institutos musicales.
Ebo crea música afroblues y afrobeat con consciencia política contemporánea para poner el enfoque sobre la urgencia de planificar el futuro desde el ahora. Enseña sobre música arraigada en tradiciones musicales de África subsahariana, y lo hace cantando en múltiples idiomas. Sus letras denuncian temas duros como justicia, paz, igualdad, diversidad, revolución y libertad. Gran parte de la estética que utiliza giran en torno al concepto de gloriosos pueblos africanos del pasado proyectados hacia el futuro. Un futuro de esperanza, equidad y armonía.
Ibaaku
Ya estamos en ese futuro que pensadores y artistas profetizaron
El afrofuturismo es un arma de construcción masiva.
Ibaaku es un artista senegalés que, tras su participación en una performance de la diseñadora de moda Selly Raby Kane (Bienal Dakar 2004), está construyéndose un álter ego: el primogénito híbrido entre una alienígena y un humano. Un poeta sonoro cuyo universo futurista se define por la fusión de influencias lo más diversas posible. Su música traza puentes entre el pasado, el presente y el futuro, y anima a su público, a quien llama cariñosamente «mis híbridos», a explorar mundos de diversidad. Para la expo de Raby Kane, este músico compuso la banda sonora de un desfile ambientado en una comunidad senegalesa que entra en contacto con los extraterrestres. Sus trenzas rígidas se erigen hacia el cielo porque son antenas con poderes extrasensoriales con las que se comunica con los extraterrestres. Un ser entre dos mundos.
En 2013, el álbum homónimo de I-Science con acentos de reggae, soul y funk, exploró los mundos desde la ciudad capital en constante mutación, a la que llamó «Neo Dakar». A través de la banda I-Science, rápidamente conocida como un OVNI musical en la escena senegalesa, Neo Dakar – o el Nuevo Dakar – abarca arquitectura, música, diseño, cine, literatura, danza, etc. Para cada disciplina, hay diferentes artistas, “llegué allí proyectándome hacia el futuro y poniéndome en la piel de un historiador del arte, preguntándome cómo llamaría a este período”, cuenta Ibaaku sobre su proceso creativo.
Blick Bassy
Escritor, cantante y músico camerunés que actualmente reside en Francia. Su álbum 1958 rinde homenaje al líder independentista Rubén Um Nyobè, asesinado en 1958 y borrado de la historia francesa y camerunesa. Esta es su manera de insistir en el hecho de que los africanos deben reconectarse con su historia y cultura para construir un futuro sobre bases sólidas. En el vídeo de “Ngwa”, del álbum, vemos a Bassy como un maquisard de la época, perseguido por una horda de jinetes medievales y bebiendo del tubérculo que vuelve a la gente invisible. El álbum funciona como un reportaje muy detallado de los eventos que han ocurrido durante los setenta años transcurridos desde el fallecimiento de Um Nyobé. En la canción “Mpodol” (el apodo de Rubén) Bassy acusa a los cameruneses modernos de sabotear su propia patria, básicamente.
El afrofuturismo es un movimiento que ha surgido del pozo oscuro de una crisis existencialista de nuestros hermanos, primos afroamericanos.
Apropiarse del futuro a través de lo ancestral y lo futurista, lo plural, lo contemporáneo para una comunidad actual local que necesita procesar el resultado de la colonización, del invasor. Y el story-telling es la forma de reclamar la pertenencia a lo tradicional y lo futuro.
Tiken Jah Fakoly
Con 54 años, el cantante marfileño Tiken Jah Fakoly vuelve a los escenarios. En su último álbum, Braquage de pouvoir, cantan en bambara, francés e inglés para culpar a los presidentes que manchan la política africana y a los líderes religiosos todopoderosos que adormecen a la gente y, por tanto, les privan de tener un futuro mejor.
Cronista en canciones tinturadas de excesos políticos, Fakoly denunció en particular esa falacia de marfileños «reales» contra «falsos» inventada por ciertas élites políticas locales para demonizar y revictimizar la inmigración desde países hermanos, una estratagema empeñada en erradicar a los opositores. En Braquage de pouvoir este Gil Scott-Heron africano vuelve a sus raíces reggae de antaño: mezcla groove jamaicano, cobrizo con instrumentos de África Occidental. Farana («Déjame en paz» en lengua bambara), con su ritmo agitado, es una perla ska, una obra que reaviva la llama del rebelde. Y este rebelde hace aquí lo que mejor sabe hacer: atacar con valentía y franqueza a los líderes de un África corrupta, secuestrada para luego dirigirse a la juventud, la verdadera dueña de su propio destino.
Black Is King
El vídeo álbum de Beyoncé inspirado en El Rey León
La adaptación de El Rey León en formato vídeo álbum (con Beyoncé, Jay Z y un riquísimo desfile de artistazos de ambos lados del Atlántico) llevó al público masivo y pop la cultura panafricana, sus religiones, costumbres y visiones del futuro, incluidas la veneración de los ancestros y la vida después de la muerte. En lenguas xhose, yoruba y kiswami escuchamos la reflexión:
No es estrictamente necesario regresar al mundo físicamente, también podemos volver a él de forma espiritual.
Oshun la orisha de la fertilidad, gente del pueblo Masái, las Kandakes (o Candaces) de Nubia y reinas guerreras, regentes y reinas-madres gobernantes de Etiopía, Sudán y Egipto, y el orisha Obtalá (cocredor de la tierra)… todas estas fuerzas actúan para derrocar al usurpador Scar. La música es hipnotizante, fuerte, alegre, percutiva, electrónica y radiante.
En “My Power” (Nija, Busiswa, Yemi Alade, Tierra Whack, Moonchild Sanelly y DJ Lag), el traje de la cantante Busiswa, con capas y borlas brillantes, es un guiño a las máscaras de África Occidental. Desde los festivales de la cosecha hasta los ritos de paso, la tradición de lucir estos elaborados trajes no se limita solo al África occidental, pues las culturas centroafricanas también lo practican. El rap hace una orgullosa mención al ebonics o Afro-American Vernacular English (AAVE), sociolecto de los descendientes, hablado actualmente en África Occidental, el Caribe y las grandes urbes de América del Norte.
En “Don’t Jealous Me” (Tekno, Lord Afrixana, Yemi Alade, Mr Eazi), el Rey habla de filosofía a través de referentes locales. Mufasa, el rey león y padre de Simba, recita: “Todo lo que ves, existe en un delicado equilibrio. Debes entenderlo y respetar a todas las criaturas, desde la hormiga que va a paso corto hasta el antílope saltarín. Todos estamos conectados en el gran círculo de la vida».
Este círculo junguiano es todo un festín visual repleto de guiños y homenajes a África continental y su plétora de culturas, historias y religiones. Scar es Seth o Oshumare, el semidios de la riqueza que no es del todo malo, pues ayudó a curar la ceguera del gran Creador. Una pitón amarilla (espíritu de agua Niniganné para los Baga) representa a Oshumare. Oshun, varias máscaras del pueblo Dogon y el Ibeyi azul (religión Yoruba) parecen advertir al pequeño príncipe del peligro. Oveja no corre con león. Serpiente no nada con delfín. No puedo hablar más, tengo mucho oro que lucir.
CONCLUSIÓN
Hoy el afrofuturismo está por todas partes. Los expertos, seguidores y detractores admiten que el éxito de la película de Marvel Black Panther ha sido a la vez un catalizador y un símbolo del momento (es la tercera película más taquillera en la historia cinematográfica de Estados Unidos, tras destronar a Titanic). El resurgimiento del afrofuturismo no podría ser más oportuno, ya que llega en un clima que se antoja indiferente, y a veces francamente hostil, hacia las minorías raciales y étnicas.
La música y el cine son punto de referencia innegable y, tras el éxito global de video álbumes como Black Is King y largometrajes como Black Panther, vivimos un resurgimiento del interés por una imagen no estereotipada (aunque Hollywoodiense) de un país africano que juegue un papel importante en la erosión de los estereotipos raciales negativos que el mundo tiene sobre los africanos y sus riquísimas culturas (estereotipo creado en gran medida por Hollywood). Black Panther utiliza el afrofuturismo como medio para retratar la afrodescendencia de una manera que no está en contraposición a la cultura blanca dominante. Como consecuencia, está inspirando a ciudadanos de la diáspora y a los africanos por igual; especialmente llega a los y las jóvenes afro, que merecen ver superhéroes con su mismo color de piel, acento, tradiciones y cosmogonía. El papel de Chadwick Boseman como Rey T’Challa señala un renacimiento de lo que es la experiencia afro. Aunque las ideas detrás del afrofuturismo han existido durante décadas, Black Panther promete darles una nueva lectura.
Los dos principales escritores afroamericanos que nos vienen a la mente cuando pensamos en ciencia ficción afro son Samuel ‘Chip’ Delany y Octavia Butler. Hay escritores como Nnedi Okorafor que, no solo está escribiendo para Marvel y continuando la historia de las Dora Milaje (fuerza de operaciones especiales del reino de Wakanda) en el cómic, sino que una de sus novelas, Who Fears Death, está siendo desarrollada por el archifamoso George R.R. Martin. Están sucediendo cosas geniales ahora.
La música comercial, la escena underground, la fotografía, la escultura y la moda se han aferrado al concepto (a veces, de forma algo oportunista, banal o vacía) del Afrofuturismo. Larga vida a Sun Ra y los profetas. Los dioses marcianos, venusinos, jupiterianos, saturninos y del más allá protejan siempre a George Clinton y sus afronautas. Que vivan los y las artistas que continúan dibujando futuros posibles para la(s) diáspora(s) y demás pueblos del mundo. Un futuro donde la tecnología esté al servicio de lo humano, donde la dignidad sea costumbre y donde el arte, la música y la literatura sean luz y ley. Que el futuro sea con tod@s vosotr@s.