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Este año se han cumplido 50 años desde la fundación de la editorial Anagrama. Alcanzar una suma tan destacada no es algo para tomárselo a la ligera, y menos en un mercado editorial como el español. Por eso, la editorial ha querido conmemorarlo con una colección que ha bautizado con el nombre de 50 Anagrama, en la que ha recuperado algunas de sus mejores publicaciones y las ha remozado para presentarlas, atractivas de nuevo, en algo así como un caviar libresco. Entre ellas, han vuelto a publicar obras de Pennac, Carrère, Amis, Tabucchi, Baricco… Son clásicos de la literatura sin discusión. Y por supuesto, Austerlitz, del alemán W. G. Sebald, de quien ya os he hablado en numerosas ocasiones. Sin embargo, nunca lo he hecho en profundidad en Achtung! Así que ya es hora de traeros a este Odradek de los viernes una obra maestra que ha significado un cambio de paradigma en la narrativa.

Creo que es muy necesario colocar Austerlitz en el lugar que se merece. Pero antes, os dejo un par de enlaces en los que os hablo de los 50 años de Anagrama para el blog de la Agencia Literaria Proscritos y sobre los motivos, fundamentales, para abordar la obra de Sebald. Una obra que me parece obligatoria:

https://proscritos.com/editorial-anagrama-50-anos-de-literatura-emocionante/

https://proscritos.com/motivos-para-leer-a-sebald/

Publicada en 2001, Austerlitz conformará las futuras novelas que estamos leyendo ahora. Funciona como un legado monumental que ha revolucionado la escritura del nuevo siglo. Por supuesto, la obra tiene sus detractores, pero yo los entiendo como aquellos que todavía nos son capaces de comprender el enorme significado, profundo, que posee una obra destinada a producir un cambio de paradigma estético.

El paradigma literario, según los estudios más conservadores, se divide en clásico, barroco, romántico, moderno y posmoderno. Austerlitz abre las puertas de par en par a una nueva concepción narrativa. Conduce a la literatura desde el agonizante paradigma posmoderno al nuevo paradigma que he venido a llamar paradigma de la sobremodernidad. Ahora bien, ¿por qué Austerlitz representa a este nuevo paradigma?

Los otros Austerlitz de Anagrama:

En primer lugar deberíamos atender al cronotopo sebaldiano de Austerlitz. El cronotopo es la forma en que determinado autor trata la conexión entre el tiempo y el espacio en su literatura. Es un término acuñado por el estudioso ruso Mijaíl Bajtín. En las novelas actuales, este cronotopo es completamente diferente porque los personajes se ubican en aquello que el antropólogo francés Marc Augé denominó, en 1993, no-lugares. También os he hablado ya de ellos en alguno de mis artículos.

Bajtín y Augé:

Un no-lugar (también puede ir sin guion), fundamentalmente, es un espacio de anonimato, casi siempre referido a las habitaciones de los hoteles, los bares, los transportes colectivos, los aeropuertos, las salas de espera… Los protagonistas de un texto de este nuevo paradigma suelen transitar muy a menudo por estos espacios de un modo impersonal, sin establecer ningún tipo de conexión afectiva, identitaria o de pertenencia.

Una de las características de la narrativa que podemos llamar brevemente novela de la post-postmodernidad (porque luego la cambiaremos a novela de la sobremodernidad) es la pérdida de la identidad y el desarraigo de los personajes. Por eso, casi todos los lugares narrativos que aparecen en estas nuevas novelas son no-lugares. Y todo ello nos conduce a lo que he denominado delirio de sobremodernidad.

En los no-lugares como las salas de espera, los aeropuertos o los hospitales…, existe una percepción del tiempo completamente distinta y arbitraria. Así, el tiempo hospitalario lento viene marcado por una serie de rutinas (la administración de las medicinas, el horario de las comidas) y el tiempo de, por ejemplo, una discoteca, puede acelerarse por la música, el alcohol…; de esta forma, tampoco serán tiempos similares los de una sala de espera del aeropuerto o el transcurrido en el interior de un ascensor, que podríamos llamar micro no-lugar, o el tiempo detenido en un atasco. Estas percepciones distintas del tiempo —muchas con un componente cuántico— conforman el nuevo cronotopo de la sobremodernidad.

El acceso a los no-lugares se produce mediante el despojo de la identidad personal. El delirio de la sobremodernidad consiste en el intento de acceder a lugares que son no-lugares, ubicaciones de anonimato como hoteles, discotecas, campos de fútbol, pabellones de eventos, aviones…, etcétera, ante las cuales necesitamos identificarnos obligatoriamente. Para acceder a estos sitos se nos arrebata la individualidad (en un avión solo somos un numero de asiento, en un hotel el número de habitación, en un espectáculo un número de butaca) y ya no la recuperamos hasta que abandonamos ese espacio.

Una vez inmersos en estos lugares pasamos a formar parte de una masa anónima en cuyo seno nos integramos, pero que, paradójicamente, nos mantiene totalmente aislados. Y es enorme nuestra ansia por pertenecer, cuanto antes, a esa masa que nos despersonaliza. Esto es el delirio de sobremodernidad, y una de las características de los personajes de las novelas del nuevo paradigma.

Así que, después de la vanguardia, de la post vanguardia, del post modernismo, el post postmodernismo, hemos llegado a un nuevo periodo literario. Las novelas que se están escribiendo y publicando ahora reúnen las siguientes características: un cronotopo cuántico, una acción de los personajes que atraviesan no-lugares, una percepción distinta del tiempo en función del no-lugar en el que se encuentren, junto a cierto componente autoficcional o a la inmersión del propio autor en la narración, y la gran influencia de la casualidad y la coincidencia para desarrollar las tramas.

Todas estas novelas escritas desde el año 2001, pertenecientes a escritores como Murakami, DeLillo, Auster, Palahniuk, Easton Ellis…, son novelas acuñadas en un nuevo periodo que denomino sobremodernidad y que fue, no puedo afirmar que inaugurado —porque en la literatura no existen este tipo de fronteras ni de blancos y negros, todo son matices difusos—, pero sí remodelado y perfeccionado por Sebald en Austerlitz.

             Sebald, el autor.

Ahora ya puedo responder a la pregunta formulada antes: ¿por qué Austerlitz representa este nuevo paradigma de la sobremodernidad? La novela reúne un cronotopo repleto de no-lugares que se concreta en estaciones de tren, salas de espera, salones de hoteles, bares y cafés, todos ellos lugares de anonimato, junto a una búsqueda desesperada de la identidad por parte de Jacques Austerlitz, producto de un desarraigo; tenemos, además, una compleja concepción cuántica del tiempo, interviene continuamente un gran elemento de casualidad y la obra está narrada desde un marcadísimo carácter autoficcional.

El nuevo paradigma de la sobremodernidad puede verse muy claramente en el tratamiento del espacio en Austerlitz, creo que esta es su principal característica —junto a la narrativa fotográfica de la que me ocuparé después—. Austerlitz, que trata de la búsqueda de identidad de su protagonista, como buena paradoja sobremoderna, se desarrolla toda ella en lugares de anonimato, como una prolongación de la no-identidad del protagonista. Así, muestra la imposible relación, vehiculizada mediante saltos temporales producto de la casualidad, que el narrador llegará a mantener con él.

La función de este narrador en la novela es fundamental para conseguir la sensación de desarraigo que experimenta Jacques Austerlitz. Porque su historia, la historia del intento de recuperar o reimplantarse una personalidad extraviada, al sernos narrada mediante la voz del narrador y no por parte del protagonista, logra esa impresión de extrañamiento. En ese sentido, Jacques Austerlitz hereda la tradición de personajes literarios como el portero Bloch de Handke o el Mersault de El extranjero (Alianza Editorial), y terminará proyectando esta pérdida de identidad en otras novelas del siglo XXI, como las de Houellebecq, por ejemplo. Los personajes houellebecquianos experimentan una desconexión con el presente y una obsesión por recuperar el pasado mediante el recuerdo, esfuerzos muy similares a los intentos de Jacques Austerlitz por dotar de significado a su vida del ahora, recuperando la identidad que le fue robada en el pasado. Austerlitz es, mediante este recurso narrativo de contar a través de otro, la novela de la duda, de la restauración incompleta, de la personalidad alienada, de la identidad dañada irremisiblemente.

Gracias a este juego de narradores nos encontramos con un elemento determinante de la sobremodernidad, la carga de autoficción (puesto que se supone que el narrador es el autor del texto, es decir, quizás, el propio Sebald), que desemboca en la falsa biografía. Aquí es donde el novelista, o el narrador, llevarán a cabo el despliegue de todos los elementos de ficción para inventarse la vida de un personaje que nos hará pasar por verdadero.

Aunque Sebald ha puesto en marcha este recurso en todas sus obras, las fotografías que acompañan al texto en Austerlitz son cruciales a la hora de comprender la novela; de esta forma, el artefacto literario que se nos ofrece es una combinación de narrativa más narrativa fotográfica o visual. Se trata de un complejo estilo compuesto de palabras e imágenes en donde unas no pueden ser sin otras, y viceversa. Evidentemente, este rasgo estilístico de Austerlitz es una de sus principales características, llevada en esta novela al extremo, perfeccionada hasta el punto de que la imagen proporciona una nueva mirada para el lector, muy diferente a lo que acaba de leer, y ya no sabe a qué debe atenerse. Aquí, el narrador no confiable, es el fotográfico.

Dos fotos interiores de Austerlitz:

Todo, en Austerlitz, puede ser puesto en duda desde la perspectiva de sus imágenes, que lejos de mostrarnos a un autor obsesionado por la documentación, nos presenta a un escritor que pone en pie un trampantojo en donde los límites genéricos se disuelven para alcanzar más allá de lo normativamente aceptado.

Otra misteriosa fotografía del interior de Austerlitz.

Así, puede acecharnos una interesante cuestión: ¿Por qué motivo Austerlitz está escrita, compuesta, de esta manera? ¿A qué obedece este tipo de arquitectura? Creo que la respuesta podemos extraerla de la tesis de Adorno, la máxima que afirma que tras Auschwitz era imposible escribir poesía.

                     Theodor Adorno.

Evidentemente, Adorno no se refiere literalmente a esa imposibilidad, sino a que la crisis ontológica que representan los terribles acontecimientos del siglo XX ha terminado por arruinar el proceso humanista-renacentista y el hombre ha pasado de ser una utopía a una distopía. Por tanto, se hace más necesaria que nunca la construcción de una poesía distinta. Gelman y Zurita, por ejemplo, lo entendieron, o Juan Carlos Mestre, pero se necesita de otra narrativa, que comprenda el dolor y busque repararlo con dignidad. Y aquí nos topamos con la narrativa de Sebald.

Gelman y Zurita:

En este enlace os dejo un análisis de un extraordinario ejemplo de esa poesía reparadora que ha puesto en pie Juan Carlos Mestre:

https://achtungmag.com/juan-carlos-mestre-o-de-como-hacer-poesia-entre-los-cascotes-de-un-siglo/

¿Qué tiene de nuevo esta literatura? La reparación, la restitución, mediante la memoria y el recuerdo, de las víctimas de un desastre que nos ha convertido a todos en seres inhumanos. Hemos heredado la inhumanidad y, ahora, esta es la nueva función de la literatura que insinúa Adorno, perfectamente comprendida y realizada por Sebald en Austerlitz. Una obra que hereda el sufrimiento del siglo, pero sabe mirar hacia adelante resarciendo a las víctimas.

Por todo ello, esta obra me resulta emblemática de la sobremodernidad. Además, proyecta una influencia descomunal sobre las mejores narrativas del siglo XXI. Valgan de ejemplo Limonov (Anagrama) de Carrère, la obra de Mathias Enard, una gran parte de los trabajos de Paul Auster, de Don DeLillo o éxitos editoriales como Ciudad abierta (Acantilado) de Teju Cole o Boca de lobo (Alfaguara) de Sergio Chejfec. Son herederos, entre muchos y de una u otra manera, de una sebaldiana especial que han introducido en sus novelas.

Si os interesa ampliar el análisis de Austerlitz, podéis leer este artículo que ya escribí hace unos años en mi blog de crítica literaria La ficción gramatical:

http://laficciongramatical.blogspot.com.es/2011/06/austerlitz.html

El Angelus Novus de Klee que le sirvió a Benjamin para su tesis del Ángel de la Historia:

Os he ofrecido una serie de motivos por los cuales considero, hasta la fecha, Austerlitz de Sebald como la novela más importante del siglo XXI, pero como el Angelus Novus de Klee que reinterpretó Benjamin en su Ángel de la Historia, está escrita con un ojo mirando a la escombrera del Siglo XX. Esto es lo que resulta definitorio para su propio carácter de sobremodernidad y, no lo neguemos ya más, por favor, de obra maestra. La reedición de Anagrama os dará una gran oportunidad para que podáis comprobarlo por vosotros mismos.

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