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Hace poco estuve charlando con la intérprete, docente y creadora multidisciplinar Carlota Berzal. Este año su compañía, La Turba, cumple diez años. Entonces, qué mejor momento para sumergirnos de lleno en su mundo, su filosofía a la hora de trabajar…

 

Es más, esta entrevista nos ayudará a introducirnos a Imaginario Corporal: Efecto Migratorio, pieza que se representará en el Teatro Central (Sevilla) en los próximos 3 y 4 de mayo. Así que les pongo de sobre aviso, que la misma consta de dos partes, esto es: En esta primera parte, nos aproximaremos a Ofelia Vegetariana, a LO QUIERO TO y a lo que le ha supuesto haber actuado en los lugares más dispares del mundo. En la segunda parte, hablaremos de Anexo a Mi Bandera, Mi Bandera, Anoche no pude dormir, Filipo, sobre otros proyectos en los que ella está involucrada (La Decadensia y Corea grupo musical), para finalizar con su última cocreación, Imaginario Corporal: Efecto Migratorio.

Sin más que añadir, les doy paso a lo que fue mi conversación con Carlota Berzal:

-No sé por dónde empezar, porque siento que cualquier pieza nos puede “enganchar” a esta entrevista, es decir: a la largo de tu trayectoria entras y sales entorno a las mismas temáticas.

Durante el montaje de Imaginario Corporal: Efecto Migratorio, Poliana Lima me preguntó: “¿Qué es lo que te impulsa a crear?” y yo le contesté: “la rabia que tengo”.

A raíz de ello, he tenido largas conversaciones con mucha gente sobre la violencia en la vida real y la violencia en escena. Y yo soy pro “violencia escénica” y nada “violencia real”.

Esa “rabia” es algo que me impulsa en lo escénico. Entonces no es raro que mis obras se interconecten entre sí: no dejan de ser “subtemas” de los grandes temas.

-Yo he identificado en las piezas de La Turba y en La Decadensia que ustedes mantienen en permanente tensión al público. Aún con todo, ustedes no se hacen los “misteriosos”, todo es muy frontal: uno no sabe qué tan lejos van a llegar en la obra que esté en juego.

Por ejemplo: En “Ofelia Vegetariana” no nos cuentas nada “nuevo”, sino más bien, continúas la historia que se nos narra en “Hamlet” de Shakespeare, mostrando el cómo Ofelia se hace consciente de que le han tratado como si fuere un “desecho”, tras haber sido el “alimento” de Polonio y de Hamlet (y en cierta medida, de su hermano).

He allí que nos hayas hecho alusión al cuadro llamado “Ofelia” de John Everett Millais, (portando esa corona de flores y demás). Tras esa “presentación”, tu versión de Ofelia toma el turno de palabra.

Esa obra es de 2017, y siempre me pregunto si tiene sentido volver a representarla. Pero cada vez que la hago cobra sentido actuarla, y realizándola en diferentes lugares del mundo, entonces, se hacen presentes las temáticas como: “la herencia de la carne” de la cual hablaba Shakespeare, que para mí supone una herencia patriarcal y condescendiente a la mujer y, en este caso, a Ofelia, que es un personaje conocido en muchos países. Por ejemplo: Egipto fue el primer país musulmán en que hice esta obra, y fue bien recibida porque, precisamente, se trataba de Shakespeare. A partir de ahí me pude permitir colocar a este personaje en siglo XXI para plantear una crítica.

Por tanto, no creo que yo haya podido hablar de ciertas temáticas en varios países sino a través de Ofelia. Lo cual hace de este personaje un vehículo para abordar lo que quiero reivindicar (como sucede con todos los personajes, al fin al cabo). Eso es lo que tiene el arte, se trate de instalaciones, obras de teatro, películas…, formatos que nos permiten expresar nuestra rabia.

 

Ofelia Vegetariana. Foto: CIRAE Florentino Yamuza

 

 

-¿Consideras que al final de la obra tu Ofelia consigue emanciparse de toda esa “suciedad” con la que la “embadurnaron”, o al menos alcanza a volverse a mantener en pie por sí misma?

Partamos de que mi Ofelia está muerta: no trascurre el tiempo. Por eso Ofelia Vegetariana es tan onírica.

-Sin embargo, el contenido de sus monólogos y sus danzas podrían ser entendidas como una muestra de lucidez que, dicho sea de paso, no tuvo margen a desarrollar en vida, ¿no?

Totalmente. Ella está en un limbo donde se da un tiempo para reflexionar, pero tampoco es que ella busque “ajustar cuentas” con nadie.

Creo que la Ofelia que yo planteo no se emancipa, pero sí logra expresarse.

-¿Ella consigue que su piel termine siendo “impermeable”, o sus “heridas” son muy difíciles de cicatrizar?

Las heridas siempre pueden cicatrizar: tanto las físicas como las internas. Yo, por ejemplo, llegué a tener treinta y dos grapas en el muslo que fueron la traducción de una etapa de mi vida bastante oscura y de ahí quedó una cicatriz enorme.

En mi forma de entender las artes escénicas no caben las obras pesimistas: en la que hay un aburrimiento, una desidia… No es mi estilo esperar a que pase algo, mientras una se queja. Más bien soy de la acción. La “rabia” es algo que desencadena la acción, el deseo… No sé si ella conseguirá un cambio, pero al menos transformará lo que tiene.

-Quizás un cambio de “postura” (si me permites la expresión), de la cual brotaría ese solo de danza que interpretas en el primer tercio de la obra, que, de un modo u otro, valdría de catarsis. Y ya luego se verá qué hará.

Además, no es casualidad de que en el pase que representaste en el Teatro La Fundición (Sevilla), hayas acabado con la canción “Loca” de Silvia Pérez Cruz.

Según que función uso una canción diferente.

Dicho eso, partimos de que ella ya está encajada en algo: ella ya se ha suicidado. Pero sí piensa sobre qué es lo que le ha conducido a adoptar esa decisión. Por eso hay contradicciones, ya que no creo en esa lógica de “malos” y “buenos”. A lo largo de la obra sigue enamorada de Hamlet y lo ve como el príncipe que desea.

Lo que yo hago siempre está movido por la contradicción, porque no me gusta eso que se dice en Argentina: “dulce de leche con dulce de leche”. Por ejemplo: si hago algo triste no le pongo una música de fondo triste, porque me gusta estar balanceándome dentro del desequillibrio sea cuando he actuado, he codirigido o dirigido.

-Claro, de lo contrario no habría un conflicto en la pieza en juego y no habría margen en profundizar sobre el drama humano.

De hecho, dos de los grandes fundamentos de las artes escénicas es el “desequilibrio” y el de “disociación de al menos dos elementos de un mismo cuerpo”.

Totalmente.

 

Imaginario Corporal. Foto: Fernando Vílchez

 

-Ambos fundamentos también los aplicas de otra manera, en “LO QUIERO TO”, esto es: esta obra no sólo se apoya en los testimonios personales de sus intérpretes, sino que además, los cambios del diseño de iluminación fueron sutiles, muestra de que la prioridad es acompañar a quien esté emitiendo su testimonio.

Fíjate LO QUIERO TO se realizó en tres semanas a través de videollamadas.

-No me lo creo.

Así es. Yo dirigía desde Sevilla y ellos ensayaban desde Madrid, porque había un presupuesto super cortito.

Realmente, fue una locura de tres semanas, ensayamos el día de antes de actuar, luego lo trasladamos al escenario de Teatro Pradillo (Madrid) para hacerla, que es un espacio hermoso… La verdad que yo nunca he trabajado así.

Tú que me has mencionado lo de las luces, en este caso jugamos con el set de la obra que se había representado allí anteriormente.

Todo el equipo salimos de la obra muy contentos con la muestra, y creo que la gente también, fue de mis primeras veces en las que dirigí a personas que nos son actores.

De hecho, en el proyecto en el que estoy ahora en Copenhague (Dinamarca) nos hemos traído a tres jornaleros marroquíes y uno español que trabajan con la fresa, quienes no se han subido a un escenario en sus vidas.

Para mí, entre lo escénico y lo real hay una delegada línea. En esto y otras cosas, mi referente es Lola Arias (artista multidisciplinar argentina que este año ha ganado el Premio Internacional Ibsen), quien trabaja mucho el formato de Teatro documental.

-Entiendo que la clave está en que tenga muy claro lo que quiere montar quien esté dirigiendo, siendo que no basta valerse de una disposición positiva y la intuición por parte de los intérpretes. Ahora bien, si tú como directora no lo hubieses tenido tan claro, hubiese quedado como una cosa donde “menganito le pasa el micrófono a fulanita, porque se le ha acabado el tiempo de su turno de palabra”.

Ustedes llegaron a tener momentos muy cinematográficos en el cómo ustedes guiaban las miradas de los espectadores a dónde ustedes querían, es decir: eso también forma parte de una buena dirección escénica.

Y por supuesto, la dramaturgia de Ricardo Mena también habrá tenido mucho que ver en este fantástico resultado.

En realidad, empezamos así.

Ricardo Mena y yo somos un pack. Por ejemplo: en el Ofelia Vegetariana fue asistente de dirección y dramaturgia y en la nueva obra, Imaginario Corporal: Efecto Migratorio, él se encargó de la dramaturgia.

 

Lo quero to. Foto: Ilde Sandrin

 

-Tomando en cuenta el contenido de LO QUIERO TO, ¿Cómo ser fiel a uno mismo sin caer en la auto explotación?

Es fuerte, ¡eh!

Soy una persona que se lo plantea mucho, porque a veces no me pongo límites, aunque mi cuerpo sí. Ahora que hemos hablado de las “cicatrices”, ellas también te dicen: “oye, estás yendo por donde me duele”.

Eso pasa con frecuencia en este sector, tengo muchos amigos que, a pesar de estar lesionados, han tenido que seguir trabajando dado que la precariedad es algo que se traslada hoy en día a cualquier sector profesional.

Sin ir más lejos, los que están trabajando ahora conmigo tienen cinco ciáticas por estar recogiendo fresas.

A veces uno no se pone los límites, porque está bien visto, es decir: el problema está en que está bien visto cuando se menciona que se está muy “estresado” y uno tiene muchas cosas que hacer. Algo que, por lo menos, me gustaría visibilizar.

-No estoy del todo de acuerdo con que eso esté bien visto, si se da el caso de que des una imagen de persona con “ansiedad” o “necesitado de…”.

En LO QUIERO TO se alcanza a percibir como los personajes (desde sus distintos testimonios) confunden la auto explotación con el perseguir sus deseos. En esta línea, me impactó lo que compartió Clemence Alsseur, quien cuenta cómo fueron sus experimentaciones con las drogas, que a pesar de que le pudo haber movido cierta curiosidad filosófica (llevada a un extremo), se observa como ella instrumentalizó su cuerpo como si fuere una herramienta, como si algo que es intrínseco a ella misma, lo hubiese “cosificando” al servicio de…

Sin embargo, la gente de nuestra generación, a día de hoy, está abocada a “cosificarse” en mayor o menor medida para sobrevivir.

Totalmente.

Si te auto explotas y lo expresas de un modo “positivo”, está bien visto.

Por otro lado, también está bien visto el “consumir” todo el tiempo que uno dispone, es decir: hacer nada no es “vendible”.

-Personalmente, considero que esto está relacionado con la sensación de que “no se llega a…”. Y que conste que, básicamente, todos los objetivos son legítimos (se esté más o menos confundido en cómo uno los esté enfocando). He ahí que quien se sacrifique a ese nivel, en el fondo, se siente solo: no localiza el hombro en donde reposar cuando está cansado y demás cosas por el estilo, como también, si esa persona hubiera tenido “compañeros de viaje” en esa, realmente, los “rasguños” que portaría serían menores.

Por eso lo primero que me llegó de esta obra, es que sus intérpretes cuentan lo solos que se llegaron a sentir en aquellos momentos de sus vidas.

Claro. Vivimos en un mundo muy individualista, afortunadamente, hay trabajos que son grupales y el teatro es uno de ellos.

Todos entramos en un “Lo quiero to, yo”, y también una quiere verse que ha conseguido sola sus logros. Eso implica que cuando vas hacia tus metas, no te pongas límites o no escuchas los límites que te dicen los que te rodean ( me ha pasado), aunque, evidentemente, también tiene sus cosas buenas, como todo.

Los intérpretes hablan de sus momentos de vulnerabilidad, luchas y caminos internos, es decir: cuando Sonia cuenta que se cayó de unas escaleras o cuando Ricardo explica cómo se volvió solo a casa después de que le operasen su nariz.

 

Foto: Juan Antonio Gámez

 

-En paralelo, se ha instalado en el “foro público” hablar de “auto cuidados”, saber identificar a las “red flags”…, cuestiones que son más menos controvertidas a la hora de abordar un tema tan capital como lo es la conservación de la salud mental. Asimismo, aquí no estamos determinando bajo qué condiciones de posibilidad el agua hierve, sino de algo que debe “dosificarse” a la medida de cada ser humano en juego (como sería si uno contase con un especialista al que puede pagar en cada una de las sesiones a la que uno acuda).

Esto se ha viciado tanto que, a través de internet, las redes sociales…, es fácil “auto diagnosticarse” de lo que fuese, y en el peor de los casos, terminar siendo la “carroña” de quienes se las ingenian para ganarse la vida de esta forma.

Totalmente.

-Defiendo que LO QUIERO TO contiene esto implícito dentro de sí.

Esto tiene relación con las contradicciones de las que hablamos al principio.

-¿Dónde más habéis representado a LO QUIERO TO?

También lo hemos hecho en Zagreb (Croacia) con gente local dentro de la Residencia Subscena con la colaboración de la Embajada de España en Croacia.

-¿Qué tal trasladar ese formato a gente de ese país?

LO QUIERO TO es un dispositivo al que se puede incorporar cualquier persona que se haya enfrentado a esas problemáticas. Por ello fue muy rico y ahora mismo tengo en pausa la distribución de la obra hasta que vuelva a España.

La idea es seguir moviéndolo en diferentes lugares: pueblos de España o cualquier sitio del mundo.

-¿Habéis barajado proponerlo para trabajar con adolescentes?

Si, lo que pasa es que hay que reservar un tiempo para dedicarse sólo a eso. Ahora termino esto de Copenhague y, de in mediato, nos tenemos que preparar para actuar en el Teatro Central: no me da la vida.

Lo ideal es que es que trabajase de directora creativa, mientras delego tareas a una productora creativa, es decir: repartir el trabajo para que cada una se centre en lo suyo, sino no se llega.

-La cosa es tan así, que a veces cuando uno trata de hacer memoria, parece que no ha estado en todos los lugares que uno ha marcado en su agenda. De tal manera, que uno no ha tenido el tiempo suficiente de asimilar lo que ha vivido.

Sí. Ha habido veces que han sido una locura. Por ejemplo: cuando representé la versión corta de LO QUIERO TO en el Festival Lec (Santander, Cantabria), venía de Rumania tras haber estado en una residencia artística.

Iba tarde por un retraso de mi vuelo porque una hélice se dio con una gaviota…

Una vez allí, era tarde, llovía… Vamos, me dio tiempo para ir corriendo, llegar y bailar. Antes había comido chocolate con Coca Cola (comí lo peor, porque era lo único que conseguí de forma rápida en el aeropuerto). Encima, con un Jet Lag de cinco o seis horas… Y cuando terminé de actuar, me pregunté qué había pasado. Y ya al día siguiente, estaba en Sevilla.

 

Lo quero to. Foto: Lalo Deho

 

 

-Además, tú eres una profesional que no se conforma con actuar en Sevilla y otros lugares de Andalucía, sino que te has sabido mover por todos lados del mundo.

Sinceramente, la endogamia en sí no me interesa mucho, en el sentido de estar siempre con la misma gente y en el mismo sitio. Entonces, lo que me ha pasado es que tampoco me he sentido cómoda estando en un sólo formato. Si ves mi trayectoria profesional, he viajado mostrando videodanzas, teatro documental, teatro- danza, teatro de texto, performance, site specific… Al mismo tiempo, me interesa trabajar en calle, en teatro, una vez actué en un convento representando a Ofelia Vegetariana… Y sobre todo en países diferentes, porque aprendo muchísimo de lo que se está realizando ahora por artistas fuera del prisma europeo.

No es sólo lo que yo comparta, sino que también, aprendo de estas experiencias de asistir a obras de teatro en Egipto, Bangladesh o Mongolia. Al final, todo esto es un intercambio que me permite replantearme muchas cosas.

Es muy necesario que haya gente en Sevilla haciendo teatro: no estoy menospreciando para nada a este tipo de personas. Es que yo soy una persona muy curiosa y necesito viajar para nutrirme de lo que vive la gente. Tú ya lo has visto en mis obras, que me interesa más lo cotidiano que lo poético, aunque luego juegue con diversos lenguajes.

-Luego, al tener un lenguaje tan extra cotidiano y multifacético, terminas poetizando lo temas que tocas.

Si no estoy en un error, en ninguna de tus piezas nada queda concluido. Si bien es cierto que hay algunas que “abres más melones” que en otras (porque, por otra parte, las hay que lo piden más).

Esto yo lo he dicho varias veces, a una pieza de artes escénicas no le podemos pedir lo mismo que a un libro de filosofía, más bien es algo que debe estar más cerca de la literatura. Porque en ellas se muestra al drama humano, no, necesariamente, está para definirlo.

¿Cuántas obras se han hecho en los últimos veinte años que hacen alusión a Ofelia de “Hamlet”? Muchas. Lo cual es un signo de que te metiste en un terreno en donde es muy complicado algo nuevo. No obstante, estoy seguro que en ninguna de ellas, sale alguien “atragantándose” mientras come zanahorias o reproduciendo diálogos usando zanahorias a modo de “muñequitos”.

Y lo más interesante de “Ofelia Vegetariana”, es que hayas justificado que aparezcan ambas cosas.

Sí.

A mí me da coraje que las cosas en la vida terminen definidas, etiquetadas… Por otro lado, yo dejo mis obras de forma inconclusa, no creo que quepa decir: “esto es así» y me interesa visibilizar las realidades de minorías.

-Parece que me estás introducción para hablar de “Mi Bandera”.

En realidad, todas mis obras tienen un tinte político, aunque Mi Bandera sea la que más.

Con tan sólo subir a un escenario a personas que no son profesionales para hablar de sus problemas, ello ya es político.

O “romper el texto establecido” y abordar el cómo la mujer ha sido subyugada a lo largo de la historia, también es muy político.

 

Mi Bandera. Foto: Andrea Martínez

 

 

-Sin duda.

Mientras tanto, contribuyes a seguir modulando estas temáticas de género, porque en relación a los últimos veinte años, afortunadamente, son más visibles.

Muchas de las cosas que salen en “Mi Bandera” nos son familiares. Por tanto, das pie a que maduremos a las mismas, siendo que dentro del público habrá gente que leyó sobre temas de filosofía política, otros han militado en tal colectivo social, etc.…

Esto también está relacionado con que el teatro contemporáneo también debe de ir a la audiencia, por lo que no es suficiente centrarse en obras que serán destinadas a “cajas negras”, cuyas entradas cuesten veinte o treinta euros. Evidentemente, es necesario que las obras estén en lugares escénicos y con amplitud técnica pero también es necesario llevar el teatro a espacios donde las personas no han pagado para verlo.

En los últimos años pienso que en el teatro contemporáneo se ha invertido mucho presupuesto en lo visual, en lo escenográfico… Como el caso de Peeping tom, Dimitris Papaioannou, Conde de Torrefiel, etc… Este tipo de compañías no se pueden llevar a espacios en donde la entrada cueste menos de veinte euros. Así, el tipo de público que irá a verlos estará integrado de personas de clase media y clase alta, corriéndose el riesgo de que el teatro se convierta en algo elitista, como cuando la gente iba al ballet.

El teatro empezó como algo popular, algo que iba gente de todas las edades. Y luego en la época de Shakespeare, los había que iban a tirar tomates. Todo eso forma parte del sentido ritual del ir al teatro.

Al respecto de lo que dices de obras que tocan temas de género, es verdad que hay varias que tocan esa temática en España. Pero si tú te vas a Egipto, verás que no hay autoras mujeres.

Y que un día me vengan mujeres en Alejandría a abrazarme para darme las gracias me motiva muchísimo, y no es por mí, es por el vehículo, por la obra, es decir: la pieza ha servido para que unas chicas se planteen que es posible escribir, que es posible dirigir.

En Egipto en principio iban a nominar a Ricardo Mena (ayudante de dirección y dramaturgia) por Mejor Dirección de Ofelia Vegetariana, siendo yo la directora, pero era porque no les entraba en la cabeza que una mujer dirigiese un proyecto escénico.

-Estás hablando de “Ofelia Vegetariana”, ¿no?

Sí.

Queda mucho por hacer y el mundo es enorme. Por otro lado, el tipo de teatro que me interesa hacer (que no es texto puro y duro, y se puede hacer en inglés sin problema), precisa ir a la audiencia.

La temática de mi trabajo de fin de Grado de la ESAD fue: “performance política en espacios públicos”. En donde se busca cómo lanzar un mensaje a un lugar en el que su gente no te elije. Eso es lo que me mueve y este el tipo de activismo que puedo proporcionar, o que al menos, intento con las herramientas que conozco.

A mí me gustaría que mis obras sean accesibles para todo el mundo, se venga de donde se venga.

-En esta línea, el hecho de que tú hayas representado esas piezas en tantas partes del mundo, es lo que les ha dotado de una “patina” especial. Lo cual también lo notamos, nosotros los espectadores, una vez que las interpretas aquí en Sevilla. He allí que figuras como la tuyas dan un plus a los que forman parte del sector de artes escénicas de las ciudades.

 

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