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La última jornada de la edición del Festival Cádiz en Danza la protagonizaron Alleo de Colectivo Glovo, Dérive de Riart Company, 8 Km en Mula de Álvaro Murillo, Cometa de Roser López Espinosa y Sonoma de La Veronal.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

ALLEO – Colectivo Glovo

Intérpretes y coreógrafos: Hugo Pereira y Esther Latorre

En la sinopsis se nos subraya que los integrantes de esta compañía galaico- portuguesa pasan por dos corporalidades: “el poder que otorgaba el conocimiento de lo desconocido y lo que estaba por venir, así como la soledad de esa posición y el peso del descubrimiento de lo ajeno”. Asimismo, en esta pieza Hugo Pereira y Esther Latorre mantienen a sus cuerpos conectados en lo coreográfico y en espíritu a la lectura que ellos tienen de lo que implica estar en lo alto de una atalaya.

En ocasiones, parece que han apostado por seguir la coherencia formal de las dinámicas de movimiento que desarrollan a lo largo de Alleo, aunque ello les haya conducido a “salirse de la pista” en la que se desenvuelve la temática que ellos mismos se han dado. En otras, vuelve a confluir el llevar hasta sus últimas consecuencias dichas corporalidades con un movimiento que no cesa, ya que recuérdese que la contención (tanto la corporal como la emocional) también pude ser leída como un coger impulso o un saberse sumar a otra “corriente de aire” que haya emergido en “escena”.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Creo que, ese “salirse de pista”, se debe a que hay margen a que la composición de las acciones expuestas en escena, se deriven a una escala en la que se deja atrás lo cuantificable. Abriendo paso a la abstracción que, por otra parte, tanto caracteriza a las piezas no narrativas de las artes escénicas contemporáneas. Por supuesto que lo anterior, conlleva asumir el riesgo a que se “derrame” el contenido que le dio pie a la creación en juego, sin embargo, yo sigo defendiendo que la danza contemporánea es una disciplina en la que se pude ir más allá de la filosofía académica, en la medida de que cuando se “baila” se está encarnando y pensando al mismo tiempo.

Yo parto de la base de que “encarnar” un pensamiento o un relato supone, entre otras cosas, habitar un plano en donde lo que nos topamos en nuestro cotidiano, no nos puede “distraer” ni nos “nubla” el horizonte al cual nos dirigimos. Pues, en escena sólo rigen los parámetros que nos hemos delimitado desde la definición del marco conceptual de la pieza, a su interpretación ante un público. Así, se va “sedimentando” en uno (en tanto intérprete, creador, director, coreógrafo, etc.…) los recursos de los que nos valdremos para entender a lo que hemos dedicado hasta aquél momento. Y a pesar de que no siempre seamos capaces de expresarlo a través de un discurso de tipo racional, ello está allí cada vez que se vuelve a interpretar esa pieza.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Si retomamos a Alleo después de lo anterior, sospecho que estos profesionales se limitaron a estilizar el cómo se “vive” en el “mundo de Alleo”. Lo cual nos ahorraría invertir nuestra atención y esfuerzos en intentar traducir cada movimiento de esta pieza, permitiéndonos sumergirnos de verdad en su lenguaje, independientemente, de que éste responda a otra “gramática”, “sintaxis”… Lo más estimulante y esperanzador de lo que les cuento, es que los integrantes del Colectivo Glovo no han “tocado techo” con Alleo: a saber qué estarán por descubrir, si continúan con esta línea de trabajo. Lo que sí doy por hecho, es que saldremos beneficiados desde todos los puntos de vista.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Dérive – Riart Company

Intérpretes y coreógrafos: Rafa Arenas e Idoia Rodríguez

Personalmente, cuando estoy analizando un trabajo en el que hay un continúo uso de portés y acrobacias, lo primero que me pregunto es, hasta qué punto son necesarios cada uno de ellos para expresar lo que quisieron expresar los profesionales involucrados. Aún así, estoy al tanto de que este tipo de trabajos están en boga y tiene su razón de ser a nivel estético y formal.

Una de las cosas que le da consistencia a Dérive es que estos profesionales han sido fieles a un ritmo escénico, en el que varios de esos portés y acrobacias hacen de las veces de suspensiones para no cortar el movimiento, como también, valen para que la pieza “tome aire” de cara a lo siguiente. Si no fuera por esas “suspensiones” y la emocionalidad de las interpretaciones de Rafa Arenas e Idoia Rodríguez, Dérive hubiese quedado como una rutina de ejercicios para preservar y mejorar una serie de habilidades. Tómese en cuenta que estamos hablando de un trabajo de gran exigencia física, en el que todo debe estar calculado al milímetro, garantizando que lo que estaría por venir, no quedará desdibujado y fuera de lugar a lo largo de la actuación.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

De todas formas, confío que, si vuelvo a verla una o dos veces más, me llegarán más cosas. Por eso, en este caso, prefiero compartir con ustedes las inquietudes que me han suscitado los integrantes de Riart Company, más que precipitarme a emitir afirmaciones que puedan perjudicar a profesionales que se han dejado la piel y han sido impecables en lo que se habían preparado durante muchísimas horas.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

8 Km en Mula – Álvaro Murillo

Tal y como si fuese un artista de calle, nosotros los espectadores, rodeamos al reducido espacio en el que se sitúo este profesional extremeño. Como si ello no fuese suficiente, la mayor parte de la pieza él estuvo encima de una pequeña tabla de madera: una auto restricción que le puso a prueba, e hizo más interesante y emocionante lo que se estaba representando en escena.

Ello no fue en vano ni para “presumir”, pues, propició que cada uno de los segmentos de su cuerpo se extendiesen por todo el espacio, mientras su zapateado y movimientos de brazo entraban en diálogo con la música que sonaba de fondo. Hasta aquí parece que estamos hablando de actuación de calle de artistas flamencos que nos podemos encontrar en zonas concurridas de las grandes ciudades de España. Entonces, ¿de qué manera constó en lo anterior lo que se nos introdujo en la sinopsis, o será que lo que se percibió en la danza de Álvaro Murillo, es un vestigio de un largo proceso de abstracción?

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Personalmente, su presencia escénica, su rigor técnico y el carisma de Álvaro Murillo me dejaron con la mente blanco, lo cual me hizo poner entre paréntesis lo que había leído antes sobre 8 Km en Mula. De cualquier modo, yo disfruté un montón: se sentía un ambiente de celebración entre el público, que me dio la sensación de que estaba en un contexto distensión y despreocupación.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

CometaRoser López Espinosa

Concepto y coreografía: Roser López Espinosa

Intérpretes: Nora Baylach, Roser López Espinosa y Oriol Ibáñez

Esta profesional catalana y su equipo me retrotrajeron a las veces que visité de niño al Museo de los Niños (Caracas, Venezuela) donde, como poco, te quedabas con algunos nombres de los objetos de estudio de las ciencias naturales. Y así, retornabas a casa con curiosidad sobre lo que más te llamó la atención. De hecho, uno de sus principales lemas de esta institución es: “prohibido no tocar”, lo cual está destinado a que sus visitantes se lleven una experiencia mucho más inmersiva.

Cuando, por ejemplo, ibas con el colegio a modo de excursión, siempre contabas con guías que reforzaban el contenido que estaba plasmado en los paneles explicativos de cada actividad. Eso sí, nunca faltó seriedad y cariño hacía lo que estaban contando. Como se puede imaginar, en el momento en que Roser López Espinosa y Oriol Ibáñez nos fueron caldeando, era como si estuviese otra vez a mediados/finales de los años noventa, dada su adorable y desmelenada estética que envolvió a todo este trabajo y porque en esa época parecía que estábamos a punto de entrar en una nueva era, en la que, tras unas décadas de grandes avances de las nuevas tecnologías, por ejemplo, ya se empezaba a ser común el uso de doméstico de los ordenadores o el internet.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Con el paso del tiempo, nuestra exploradora espacial (interpretada por Nora Baylach) cae en la cuenta de las posibilidades musicales que hay detrás de presionar ciertas partes de donde se encuentra, lo que dio la oportunidad de componer música a través del juego. Ello merecía ser compartido, por lo que era el pie perfecto para que invitase a algunos de los integramos el público para que nos sumásemos a ella. Lo cual, probablemente, está basado en que si el conocimiento no es puesto en común no avanzaremos en lo individual y en lo colectivo.

Una de varias cosas que enriquecieron y dotaron de contenido a Cometa, es que detrás de la danza de la exploradora espacial, quedaba en claro la ardua investigación corporal que tuvieron que pasar estos profesionales en torno al trabajo de la distribución de los pesos; responder a la pregunta sobre cómo se transforma la intencionalidad y corporalidad del intérprete, a la par que avanza el relato que estructura a Cometa; etc.…

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Si es que Cometa es de esas piezas de danza para la infancia y la juventud que poseen la misma calidad y complejidad artística que muchas otras que están hechas para el público adulto. Sin olvidar que, si Cometa ha sido capaz de mantener conectados y en vilo a personas de diversas las edades, pues, estamos ante una referencia a la cual hacer alusión, de cara a que las obras de este sector estén más presentes en las programaciones de todos los festivales de danza. Es un hecho que hay festivales específicos de danza dirigida a la infancia, como lo son FETEN (Asturias) o elPetit (Cataluña), así como hay teatros cuya programación está pensada para los más pequeños y los adolescentes. Sin embargo, no poner en su lugar a la danza para la infancia y la juventud implica, entre otras cosas, que estamos enviado el mensaje de que es algo demasiado de nicho.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Sonoma – La Veronal

Idea y dirección artística: Marcos Morau

Coreografía: Marcos Morau en colaboración con las intérpretes

Intérpretes: Lorena Nogal, Marina Rodríguez, Sau-Ching Wong, Ariadna Montfort, Núria Navarra, Àngela Boix, Laia Duran, Anna Hierro y Alba Barral

En la sinopsis se nos señala que “el título combina el término griego soma (cuerpo) y el latín sonum (sonido)”, y si ello lo ponemos en diálogo con que en una parte importante del diseño de sonido (que estuvo a cargo Juan Cristóbal Saavedra) estuvieron presentes voces de mujeres en situaciones arquetípicas, tales como: el parto, el llanto, el júbilo de la juventud o sonidos que asociaríamos a oficios que tradicionalmente se han encargado las mujeres, pues, estamos ante una creación que conjuga tantas cosas que parece que se está en un sueño, como también, una recopilación de cuestiones que han conformado al imaginario de las mujeres en occidente y las de los ámbitos rurales y populares de España.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

Tanto fue así que lo que entraba y salía de escena respondía a una lógica interna en la que se la pasaban convergiendo y separándose de una forma casi cíclica, el “viaje” que transitaban estos nueve cuerpos femeninos y los marcos en los que interactuaban ellas entre sí y con el resto de las cosas que les excedían. Así, nosotros los espectadores, presenciamos cómo estos profesionales justificaban el por qué “entraban y salían de pista”, tal y como si ello formase parte de un mismo circuito o, dicho de otro modo: donde unos verían barreras de tipo estructural/formal ellos encontraban “puentes”, porque las usaban de esa forma.

Desde luego que, Sonoma se puede disfrutar dejando entre paréntesis todo lo que les he aproximado, puesto que cuenta con unos medios técnicos y equipo de profesionales de primer nivel. Encima, a uno no le da tiempo durante un primer visionado, de identificar cada una de las referencias que Marcos Morau y su equipo se dieron la libertad de citar, por lo que no es de extrañar que Sonoma resulte tan surrealista y magnética.

 

Foto: Lourdes de Vicente

 

El “conflicto” (por llamarlo de alguna manera) de Sonoma subyace en cómo sus espectadores asimilan lo que se está exponiendo en escena. Por tanto, esta obra no tiene un mensaje unidireccional, sino que es pura sugerencia, nacida, entre otras cosas, por la “creatividad enloquecida” de los integrantes de La Veronal.

En definitiva, Sonoma es un trabajo espectacular en lo visual y en lo técnico, de esos que marcan tendencias para el desarrollo de la danza de un país.

 

 

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