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El próximo 15 de julio se representará en el Teatro Romano de Itálica (Santiponce, en la provincia de Sevilla), Carnación, de la mano de Rocío Molina. Pieza con la que se cerrará la presente edición del Festival de Itálica.

 

Por más que uno pertenezca a una tradición determinada, llega un punto en el que hay figuras de la escena que son ineludibles. Se trata de una profesional andaluza que a sus veintiséis le hayan concedido el Premio Nacional de Danza (2010), sea de las bailaoras con mayos proyección internacional, entre otras tantas cosas, que no aprovechar semejantes oportunidades para ver uno de los trabajos de Rocío Molina, cuanto menos es una necedad. Y antes de dilatar esta previa sobre Carnación de manera artificial (dado que esta profesional no requiere de presentaciones), prefiero derivarlos directamente a la sinopsis de esta creación:

 

Carnación,
palabra que, de forma inevitable,
remite al acto de hacerse carne,
a la posibilidad
de ser tocado.

Carnación es una performance de Rocío Molina en colaboración con Niño de Elche, Olalla Alemán, Pepe Benítez y Maureen Choi en escena, y la codirección de Juan Kruz Díaz Garaio de Esnaola.

 

Foto: Simone Fratini

 

Nos encontramos ante una búsqueda en torno al deseo que parte de la intuición de que su origen y sentido está relacionado con un estado al que solo podemos acceder a través del cuerpo. Los cuidados, la represión, la ternura, la violencia; una relación carnal desde la que afloran imágenes capaces de restituir un pasado que no llegamos a comprender. Al intentar hacerlo, tanto su forma más carnal como la más trascendental se revelan como dos caras de una misma moneda. Y es que, dulce y amargo, plenitud y falta, desear nos recuerda la vulnerabilidad de la condición humana.

Rocío Molina

 

La palabra carnación, que en el lenguaje pictórico hace referencia al proceso de coloración de la carne, nos lleva a pensar, por un lado, en el paso de lo imaginario a lo visible, de lo que se esconde a lo que se muestra. Por el otro, es inevitable pensar en la idea bíblica del verbo que se encarna. Verbo que, en el lenguaje de la obra, adquiere la forma del deseo.

 

 

Carnación de Rocío Molina habló y no habló de las vidas de cada uno de sus espectadores

 

 

 

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