Antes de embarcarse en cualquier creación escénica se ha de saber orientar las repuestas a las preguntas: ¿Qué se quiere hacer? ¿Por qué se quiere eso? ¿Cómo hacer eso? Y si no se abordan en ese orden, ello desencadenará una serie de inconsistencias y contradicciones a lo largo del proceso de montaje, y cómo no, en su correspondiente representación frente a un público.
Lo saco a colación para con esta obra de esta compañía castellanoleonesa, puesto que he identificado que la dramaturgia, la selección de textos y el desaprovechamiento de la escenografía jugaron en contra de un trabajo que pudo haber sido maravilloso. Esto es: En primer lugar, la sinopsis de esta pieza es tan abierta que en Auténticos cabía casi cualquier cosa. Es más, esta pieza (salvo alguna que otras excepciones) consiste, básicamente, en una sucesión de monólogos, en las que no queda claro el por qué se escogieron textos de autores célebres de la literatura universal para expresar lo que quisieron expresar, y el por qué en ese orden. Cosa que se vio aún más degradada, por el hecho de que de los enlaces de escena a escena era muy similares, y no menos importante, algunas veces ralentizaba el buen ritmo interpretativo que tuvieron la mayoría de los monólogos.
Me pregunto, sinceramente, el por qué los integrantes de Cía. Paladio Arte no se decantaron por seleccionar monólogos que se adecuarán más a las características de sus actores, ya que éstos siendo ellos mismos ya aporta contenido. Y si ello no era lo suficientemente confuso, ellos estaban caracterizados con unos vestuarios, que más o menos representaban a una serie de arquetipos de los tiempos que corren, tales como: el punki, el hippie, etc.… Imagínense a cualquier actor interpretando un poema de Federica García Lorca partiendo de esta base, y luego otro actor da un paso al frente emitiendo un texto de Shakespeare o de Mario Benedetti…
Lo curioso es que todos sus actores (desde sus particularidades y capacidades), interpretaron sus líneas con verdad, presencia escénica y carisma: a nosotros los espectadores, nos tenían cautivados con sea lo que sea que hiciesen. Y justo allí fue cuando me di cuenta que me hubieran “atrapado” de la misma forma cantando “los pollitos dicen”, o haciendo lo que fuere. A esto añadir que, su puesta en escena era muy interesante (una serie de marcos y demás estructuras de madera, se dispusieron de forma arquitectónica en el fondo del escenario). Sin embargo, les faltó la perspicacia de aprovechar dichos objetos para ir construyendo espacios que realzarán y ambientasen la interpretación de los monólogos de sus actores. Brindando de mayor dinamismo y “fantasía” (si se me permite la expresión) a cada una de las escenas y los enlaces que nos llevaban de una a otra. En esto la compañía Atalaya son maestros.
Si los integrantes de Cía. Paladio Arte buscaban reivindicar y dignificar a “perfiles diversos” en medio de una sociedad que tiene la tendencia delimitar espectros en los que, en cuanto uno se sale de sus coordenadas, uno terminará siendo deshumanizado, para a continuación, ser invisibilizado y aislado, y de esto agravarse incluso, agredido y vejado… Entonces, que observen y hablen con sus estupendos actores, y más pronto que tarde, identificarán lo que les dará pie a una creación en el que su contenido se adecúe a uno mensaje que se insustituible y a la vez contundente. ¿O acaso se piensa que semejante propósito no lo merece?