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La vigésima primera edición de este festival perteneciente a la Red Acieloabierto finalizó por todo lo alto con la representación de Highlands de Mal Pelo. Eso sí, lo que le antecedió en la programación, no hizo más que sobrepasar las expectativas de los espectadores.

 

Foto: Lourdes de Vicente

Foto: Lourdes de Vicente

NO MAN’S LAND CÍA (Ecuador/Francia/Túnez)

ME FUI CON TU NOMBRE

Entrecatedrales

 

En Me fui con tu nombre se ejercita ese principio que versa: la oposición de dos fuerzas genera algún tipo de equilibrio. Tanto es así que Marcelo Javier Guaigua y Lémia Boudhiaf extrapolaron este principio en lo que se refiere a la ejecución de sus movimientos, como también, en lo que dio lugar a esta creación. Esto es: cuando tuve la oportunidad de charlar con Lémia Boudhiaf, ella me contó que ambos partieron del simple gesto de taparse la boca o bien de taparle la boca a alguien, como signo de censura o de autocensura al manifestarse públicamente uno de los agentes involucrados por motivos de diversa índole. De tal manera que, dicho equilibrio se sostiene gracias a que cada uno de los mismos tratan de que la situación se decante de acuerdo a sus demandas y necesidades.

Lejos de justificar los abusos y atropellos de quienes se ponen en una posición de poder, estos dos profesionales buscaron la fórmula que les ayudó a universalizar el tema de la censura y cómo ello es traducible a una danza que fluye por todo el espacio. Aunque en un primer momento parezca controvertido plantearlo, es curioso cómo dos fuerzas contrapuestas al final se adaptan la una a la otra para seguir interpretando el rol que han asumido, algo así como que el amo se percibe como tal porque hay un esclavo que se comporta como si esa persona fuese su amo. Y si ello se transforma a otro tipo de relación porque uno de los agentes involucrados deja de apoyarse del mismo modo, pues, el punto de equilibrio se desplaza a otro lugar, instaurando un nuevo escenario en todos los sentidos. He allí que conciba a Me fui con tu nombre  como un trabajo que nos invita a reencontrarnos con el mundo sin juzgarlo bajo la finalidad de entenderlo, y ya luego dar riendas sueltas a inclinarse al lado de la balanza que uno estime oportuno y justo.

Lo anterior no hubiese sido creíble si Marcelo Javier Guaigua y Lémia Boudhiaf no hubieran estado entregados de lleno a su empresa, sea comprendido o no el trasfondo de lo que ellos estuvieron representando por parte de nosotros los espectadores. A saber qué más episodios y pensamientos han estado por detrás impregnando a esta pieza que está en medio de una larga gira.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

Foto: Lourdes de Vicente

 

DOS PROPOSICIONES DANZA-TEATRO (Andalucía)

PACTO DE FUGA 

Entrecatedrales

 

Cada uno de sus actos que ejecutaban estas profesionales irradiaban la firmeza y  la convicción necesaria para refundar o sepultar la idea de mujer que hemos tenido en occidente. Es decir: Ya la filósofa francesa Simone de Beauvoir en la introducción Segundo Sexo, argumentaba que la idea de mujer se fue constituyendo a la medida y beneficio de los varones (a nivel práctico y discursivo), quienes hasta ahora han sido el Sujeto, abocando a la mujer a asumir el rol de ser la Alteridad. Por tanto, la mujer a lo largo de la historia, no sólo se le ha culpado del “origen de los males del mundo” (claro está, si tomamos por válidos los presupuestos de las religiones abrahámicas); sino que además, casi que han de pedir permiso para si quiera plantearse ejercer su autonomía.

Pero, ¿Cómo ejercerla si hasta ahora no hemos conocido otro sistema? ¿Será posible que nos planteamos desarraigarnos del mismo en función de negarlo? Llegados a este punto, uno ha de escoger si quedarse con aquello que se ha hecho un diagnóstico, y en consecuencia, procurar instaurar una serie de “reformas” para mejorar las condiciones materiales de los involucrados, o por el contrario, posicionarnos como seres netamente afirmativos capaces de transformar la realidad de un modo performativo. He allí que Raquel Madrid, Anna París y Sandra Ortega irrumpieron en el espacio con el propósito de interrumpir inercias y demás cosas que se han tomado por sentadas. Eso sí, todo de un modo progresivo, no vaya a ser que el desarrollo de su discurso no se entienda. En la medida de que una cosa como superar, dialécticamente, el supuesto pecado original que desencadenó la “insolencia” de Eva en el Jardín del Edén, precisa que sea rehabitado para no dejar ningún cabo suelto. Les hablo de un trabajo que lleva consigo un “salto al vacío” hacia a un nuevo paradigma.

En paralelo, esta obra es muy pedagógica ya que nos ilustra que incluso en el proceso de desembarazarse de un sistema que no ha tratado a las mujeres como sujetos políticos (con todo lo que ello implica), uno no puede eludir de transitar en contradicciones. Sin embargo, si lo anterior se hace desde una suerte de “consciencia histórica”, entonces es cuando podemos empezar a distinguir lo que sentimos afinidad, de lo que se nos ha asignado en función de la lectura que se ha hecho de nuestros sexos. Ya sabéis, eso que hizo que el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir supusiese un giro onto-epistemológico, en el sentido de que la confusión del sexo con el género, implica que, a nosotros los seres humanos, se nos está abocado hacia una dirección determinada, sin si quiera haber emitido palabra alguna.

Mientras tanto, estas profesionales cambiaban de vestuario, calidades de movimiento, modos de relacionarse entre ellas… Una serie de manifestaciones que nos indicaba que ya no hay vuelta atrás. Y aunque todavía nuestras prácticas y forma de entender el mundo sean consecuentes con el sistema cisheteropatriarcal que ellas están neutralizando a través de la representación de Pacto de fuga, el caso es que ya “estamos dentro”, y corresponde aprender a ser y a estar en este nuevo “cosmos”.

Por lo pronto, cabe destacar que esta pieza ha sido interpretada con furia contenida, pero sin que ello haya suspendido la madurez de tres personas y cuerpos formados, cuyas cicatrices le recuerdan que “vengarse” les mantendría adheridas a las lógicas del sistema que ellas están desmontando. Y como si ello no fuese poco, la directora y coreógrafa de esta pieza, Raquel Madrid, anunció que esta ha sido la última vez que se representará Pacto de Fuga después de sus más de siete años de estar en gira, después de haber sido una de las primeras piezas/videodanzas del proyecto Bailar Mi Barrio (proyecto dirigido por María González en la ciudad de Sevilla), y tantas cosas más, que la han hecho una obra merecedora de que se le reserve un huequito en la historia reciente de la danza contemporánea andaluza.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

Foto: Lourdes de Vicente

 

CARMEN FUMERO & DÁCIL GONZÁLEZ (Madrid)

MUTABLE

Casa de Iberoamérica

 

Carmen Fumero, Dácil González y Aurora Arteaga no esperaron a que el público concediese su atención a lo que fuere que estuviesen haciendo para introducirnos, quizás con la idea de que el conjunto del mismo fuera aclimatándose a la situación de ver una obra escénica; al hecho de que los intérpretes no tienen por qué responsabilizarse de que sus espectadores no se comporten acorde a que se está por representar un pieza; se solicite que se apaguen las señales acústicas de los teléfonos móviles; y demás cosas por el estilo. Todo ello sin que ellas fuesen agresivas ni pretendiendo “dar lecciones” a nadie del público, tan sólo confeccionaron un contexto que propiciaba a que quien estuviera realmente abierto a atenderles, se fuera sumergiendo en Mutable a su ritmo.

Lo anterior, de un modo u otro, es similar a cuando se entra en las salas de exposición de un museo, y uno tarda en dejar entre paréntesis lo que le ronda a uno en su cabeza. De todas formas, nuestro bagaje personal sigue activo, de lo contrario no nos sería posible sentirnos interpelados por las obras que estamos contemplando, o relacionarlas con algo que conozcamos. En esta línea, estas tres profesionales fueron amoldando el espacio escénico a la par de lo que nos estaban “exhibiendo”, como si hubieran interpretado el papel de “guías de museo” y obras, al mismo tiempo. Cosa, que dicho sea paso, no deja de ser lo que hacen los profesionales de escénico, siendo que éstos reconfiguran un espacio que antes estaba vacío, para que éste sea el marco que contextualice sus respectivas interpretaciones.  Por tanto, cabe afirmar que Mutable es una “meta-obra” de artes escénicas que usó como vehículo lo que nos es familiar para trascenderlo.

Lo más potente de Mutable es que ello no fue más que la antesala, para que todo lo que vino a continuación cobrase sentido. Piénsese que todas esas interacciones entre Carmen Fumero, Dácil González y Aurora Arteaga pudieron haber pasado, perfectamente, por “juegos” entre tres personas que están improvisando con lo que mejor saben hacer. Donde de repente surgen “destellos” que uno tardaría meses de exploración para “capturarlos” para un montaje. Entonces, ellas se aventuraron a dar respuesta a una estructura en la que a sus espectadores les era difícil de descifrar qué estaba por venir, ya que aunque han habido partes en las Carmen Fumero y Dácil González reproducían una coreografía o alguna pauta de improvisación mientras Aurora Arteaga cantaba, el caso es que pudieron haber llevado a Mutable a cualquier sitio, al haber estado este trabajo bien “anclado” a la tierra desde el principio.

Lo anterior es sumamente hermoso, esperanzador y ambicioso, puesto que abordar un tema, y en consecuencia, crear un marco conceptual, nos habilita a relacionar todo con todo: una manera de representar el funcionamiento de la Naturaleza, y de cómo el ser humano se ha relacionado con ello desde todos los puntos de vista. A dónde quiero llegar, es que Mutable es lo que es por lo que sugiere, no por lo que se representa en escena. Conectando con aquello que perseguían los vanguardistas del período de entre guerras del siglo XX, en el que el peso del contenido de la obra recaía en el formato y en el contexto en el que se exponía, no tanto en su valor en sí mismo.

Y encima pudimos disfrutar del ingenio y soltura de las improvisaciones de Carmen Fumero, el dominio técnico de Dácil González que, te convencían que ella podía hacer lo que le diera la gana, o qué decir de los cantos de Aurora Arteaga, pues, los mismos aunados con la dramaturgia de Mutable, fueron dos de los elementos más importantes para que esta obra se proyectase hacia al infinito.

 

 

Foto: Lourdes de Vicente

Foto: Lourdes de Vicente

 

MAL PELO (Cataluña)

HIGHLANDS

Gran Teatro Falla

 

Los integrantes de Mal Pelo nos presentan a Highlands en la sinopsis, como una especie síntesis de su particular relación con la música de J.S Bach.  Lo cual, como no puede ser de otra manera, esta obra lo refleja en cómo estos profesionales componen sus variaciones grupales e individuales, hasta el punto de que ellos no sólo responden a lo que nos plantea la música de este reputado compositor; sino que además, ellos “bailan” sobre, dentro, debajo, al lado, en contra punto de ella… En fin, una vez más ellos nos han dado una clase magistral sobre qué es bailar una música tras un exhaustivo estudio.

Así, las escenas de Highlands expusieron un complejo diálogo entre lo que habían trabajado con la música de J.S Bach y las preguntas que habían estado haciendo en torno a su propia existencia. No es la primera vez que cuando profesionales de un sector determinado alcanzan la madurez, terminan haciendo filosofía de su oficio y de cómo éste les mantiene conectados con la Totalidad. Esto es: Da igual que en el camino uno se haya estado buscando a sí mismo desligándose de su origen, o tratándolo de entender desde un punto de partida diferente al que emplazaron de pequeño, el caso es que uno nunca ha dejado de estar dentro de la Totalidad.

He allí que venga a colación esas preguntas y comentarios que nos van lanzando estos profesionales a lo largo de pieza, ya que aunque nosotros nos afanemos en abordar temas que muchos calificarían como “triviales”, es un hecho que en el fondo estamos buscando un “hogar”, un “espacio seguro” que nos permita ser y estar en el mundo. La cosa es que pocos consiguen dar con él o si quiera identificarlo en cuanto se han topado, y mientras tanto nos toca vivir y sortear todas estas aventuras y desventuras que suponen no saber contestar o dar respuestas provisionales, empezando porque nos sabemos seres torpes, confusos y contradictorios. ¿Será posible que lo que disponemos en nuestros léxicos y en la filosofía no sea suficiente para entender a nuestra condición humana? ¿y si probamos bailarlo? Sea como sea, parece que es hora de desplazar el contenido y el formato de nuestras preguntas a otro lugar.

Lo que es seguro es que hubo grupo de bailarines y músicos de primerísimo nivel deleitándonos de principio a fin. Una buena metáfora de que comprendamos o no lo que nos rodea, hay un misterio que lo hace muy hermoso y seductor. Sin olvidar, de que quienes hemos tenido el enorme privilegio de haber visto más de obra de esta compañía catalana, nos hemos dado cuenta que ellos trabajan desde otra dimensión, y cuando actúan “bajan a la Tierra”.

 

 

 

La penúltima jornada de la vigésimo primera edición del Festival Cádiz en Danza fue sinónimo de variedad y riqueza escénica

 

 

  

 

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