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El panameño Javier Medina Bernal acaba de terminar el que será su próximo disco, Entre los árboles, completamente en directo y tras un solo día de trabajo en una ciudad tan musical como Viena. Este disco tiene mucho de nuevo para su autor, es el primero que graba en su totalidad fuera de Panamá y el primero que publica con una compañía discográfica, Soundflow Music. Y a pesar de tantas novedades, hay cosas que Javier Medina mantiene fieles a su estilo: letras intimistas, una gran sensibilidad, la poesía que corre por sus venas de cantante y caracterizarse como un músico del mundo. En Achtung!, con motivo de esta nueva entrega, vamos a repasar su discografía para adentrarnos en una magnífica carrera musical repleta de talento que no puede pasar desapercibida en España.

En efecto, lo primero es lo primero y lo segundo es lo segundo; así que vamos con lo primero: a muchos, el nombre de Javier Medina Bernal ya os sonará, sobre todo si sois lectores de Achtung! Un momento, pensaréis, este panameño es narrador, poeta, escritor galardonado… Además, ¿canta?

Javier Medina Bernal en concierto.

Javier Medina Bernal no solo canta, toca estupendamente la guitarra y compone sus canciones. En efecto, también escribe, o también es músico, o qué fue antes, ¿el huevo de la música o la gallina literaria? En cualquier caso, os recordamos en varios enlaces los estudios críticos que hemos realizado aquí, en Achtung!, sobre su obra.

Una novela primorosa, Lagarto Rey (editada en 2018 por la mexicana Nieve de Chamoy):

https://achtungmag.com/javier-medina-bernal-y-lagarto-rey-el-reptil-borracho-en-el-ojo-del-escritor/

Además, uno de sus poemarios, Brujamadre (editado por El Duende gramático):

https://achtungmag.com/brujamadre-de-javier-medina-bernal-o-una-moderna-elegia-minimalista/

Y por último, Diario de un poeta despechado, Premio de Novela Ricardo Miró 2018, que el autor ya había conseguido en la modalidad de relato en 2013 con No estar loco es la muerte y, en 2011, también había cosechado el de poesía con Hemos caminado siglos esta madrugada, un texto importante para el desarrollo de algunas de sus canciones. Os dejamos enlace a la crítica que hicimos del Diario de un poeta despechado:

https://achtungmag.com/diario-de-un-poeta-despechado-javier-medina-bernal-diario-de-funervivo/

Aclarado el primer asunto, la encarnadura literaria del músico, quiero matizar lo segundo: afirmo que es un cantautor global, que no globalizado. En este sistema cultural moribundo que habitamos el término global se ha teñido de una carga negativa quizás por una estúpida asimilación a lo globalizado (que se nos presenta como aquello masificado, dirigido al gran púbico, falto de calidad, consumista). En este caso, Javier Medina Bernal hace de su carácter global toda una virtud que se refleja en sus canciones. Ha recorrido varios continentes y ha sabido alimentarse de la alteridad que ha encontrado a su paso.

La alteridad es un concepto clave en la literatura que Javier ha sabido colocar en sus composiciones musicales. Lejos de rechazar o asustarse ante los otros, el cantante se ha sabido fusionar con los lugares y los ambientes que ha transitado, como si añadiera capas de un barniz enriquecedor a su naturaleza panameña: se ha nutrido con México, Uruguay, Italia, España, Austria…, tomando de un lugar, de otro, siempre abierto a las experiencias e incorporando influencias culturales a su música. Un hombre global que transporta su creación artística independiente y de calidad por el mundo. Lo dicho: un músico del mundo.

La historia musical de Javier Medina Bernal comienza con el disco Universo Capítulo Uno, del año 2012. Todos los registros que aparecen en este artículo pueden localizarse fácilmente en Spotify —allí aparece el disco como Universo: Capítulo Primero, pero yo me referiré a él de la forma en que lo menciona su autor—. Uno puede pensar que Javier es un cantautor de guitarra y voz, tal vez porque sea la combinación en la que más se le puede ver o porque a nuestra cabeza aflora de inmediato esa imagen dylaniana al escuchar la palabra cantautor. En la primera canción del disco ya se nos advierte del espíritu rockero que le hierve por dentro. La guitarra de Tu prisión se nos presenta con cierta suciedad de garaje: a pesar de trabajar con brillantez las piezas acústicas, en lo eléctrico se mueve con fuerza.

No en vano, y el título de su novela Lagarto Rey hace alusión a ello, una de las referencias musicales de Medina Bernal es Jim Morrison. Con ese espíritu como guía ya está todo dicho. Así que la segunda entrega de Universo Capítulo Uno nos aproxima al cantautor acústico, en efecto, pero que se ha apoderado de la potencia desplegada en la canción anterior. Todo estará bien, solo con guitarra y voz, nos descubre las señas de identidad del cantante: la apertura de una voz poderosa pero controlada, con unos matices sorprendentes, y la importancia de las letras. Todas las canciones del disco están compuestas, tanto en la música como en la letra, por el propio Javier.

Con la tercera canción del disco, Vale la pena soñar, descubrimos la importancia de lo lírico en sus composiciones. La poesía musicada, la música poetizada, claves para las atmósferas introspectivas que nos va a ofrecer en su carrera. Estamos ante un tema intimista, con una letra cálida, que estructura ese tándem tan característico del autor: dulzura introspectiva y colorido en la voz.

En muchas ocasiones, la música desarrollada por Javier Medina Bernal se siente como una irradiación calurosa, un foco de fuego que se expande en círculos y, al escucharlo, se apodera de la atmósfera. Esto nos ocurre al oír las tres primera canciones de Universo Capitulo Uno. Después, cómodamente asentados en esta música, las siguientes entregas —No sé perder, Caerse en pedazos y Ahora lo veo—, retoman un discurso con mayor carga rockera, pero donde las letras siguen siendo igualmente de importantes a pesar de vestirse con bajos, baterías y teclados.

Hermosísima es la canción Caer, de nuevo guitarra y voz junto a una letra impactante, con gran carga reflexiva, a lo que desde este momento ya nos tendrá acostumbrados el autor. El disco se completa con A tu lado (solo tal vez), con un final a lo gran banda de rock, la versión acústica de Vale la pena soñar y la entrega en directo de Caer, esta vez con un grupo de músicos y un magnífico arreglo de violines interpretado por Graciela Núñez, grabada en los estudios PTY.

La violinista Graciela Núñez.

El resultado de Universo Capítulo Uno, en palabras de su autor al respecto de la producción, es el de “un disco Frankenstein”, dado que pasó por las manos de varios ingenieros de sonido. En esta ocasión, eso no es un síntoma negativo, de hecho creo que Universo Capitulo Uno es un trabajo riquísimo y una tarjeta de presentación de gran nivel. Además, Javier Medina Bernal se acompaña de grandes músicos del panorama panameño como Iván Barrios, Camilo Navarro (cantautor más conocido como Cienfue) y Lilo Sánchez, el cantante de la banda de rock Señor Loop.

Lilo Sánchez de la banda Señor Loop y Cienfue:

En el año 2016 apareció Para calmar la sed, el segundo disco de Javier Medina Bernal, concebido de forma acústica. En esta ocasión encontramos una canción que no es de su autoría, y que demuestra la profunda influencia de la literatura en su música. Se trata del quinto corte del disco, Raíces de lluvia, cuya letra es un collage de versos de uno de los poetas panameños más importantes, Manuel Orestes Nieto. Además, la primera canción del disco, El mejor lugar para sembrar, se inspira en algunas líneas del escritor argentino Ernesto Sabato.

El poeta panameño Orestes Nieto y el argentino Sabato:

¿Con qué nos encontramos en Para calmar la sed? Sobra decir que con un derroche de talento y personalidad. Pero hay mucho más. La primera entrega de resonancias sabatianas, El mejor lugar para sembrar, nos abre la puerta al universo (ahora en su capítulo dos) de este compositor: poesía, letras desgajadas de la experiencia vital, carga metafórica y una intimidad que se transmite al oyente de una forma tan profunda que parece que Javier nos esté cantando en el salón de casa.

El segundo corte, Sobre la arena, tal vez sea una de las mejores canciones de su autor. El partido que sabe sacarle a su voz es como un hechizo, y el estribillo una especie de mantra que se nos cuela muy adentro. El violín, de nuevo Graciela Núñez, pone el vello de punta. Y esta emoción desencadenada prosigue con toda su agudeza, como una aguja ardiente, en Tu pecho es mi hogar, que merece una atención especial.

En Tu pecho es mi hogar nos vuelve a hablar el violín de Graciela Núñez, pero también conversa con nosotros un Javier Medina niño, que recuerda a su madre fallecida con ternura. El anterior disco, Universo Capítulo Uno, apareció unos pocos días antes de que muriera su madre y el musico depositó un ejemplar en sus manos. Este duelo ha acompañado al cantante en su música, lo ha expresado con sufrimiento, y ha canalizado parte de su poesía —especialmente en su poemario Brujamadre—.

La siguiente canción, Quiero incendiarme en llamas, bebe de la tradición oral y presenta una letra de marcado tono sapiencial (como muchos romances o poemas populares), complementada con la guitarra de Sergio Cortés que interpreta un canon llamado en Panamá cantadera, y que son cantos en décima. Tras Raíces de lluvia —el collage de versos de Orestes Nieto—, la última canción Nada es eterno ofrece un cierre melódico luminoso con una guitarra cristalina a pesar de su letra triste y, de nuevo, la referencia a la madre como transmisora de una sabiduría atemporal. Esta pieza es otro de los momentos culminantes del disco.

Sergio Cortés, Dedos de oro, guitarrista folclórico.

Una piel desconocida, del año 2018, es la tercera entrega en el universo musical de Medina Bernal. El disco navega entre dos aguas conceptuales: canciones con banda y canciones acústicas grabadas en directo y en un solo día; esta sesión acústica puede encontrarse completa en YouTube. Os dejo los cortes pertenecientes a Tu prisión y a Hemos caminado siglos esta madrugada:

Primero, en Vivir fuera del tiempo, nos encontramos con el que quizás sea el tema de carácter más pop del cantante. A continuación, el disco se sumerge en una doble entrega acústica con Respirar y Noche sin nombre, para emerger de nuevo con toda la banda en Fiebre santa. Esta canción, de ritmo denso, presenta un aspecto curioso: es la primera grabación de Medina Bernal que incorpora armónica (tocada por Billy Herron, que también aparece en unas guitarras que tienen una presencia personalísima en la canción, además de ser autor de los arreglos y desempeñarse al bajo), y la letra está firmada en coautoría con Chema Arreola, el nieto del escritor mexicano, notable cuentista, Juan José Arreola.

Siguiendo la línea conceptual del disco, a una canción con banda como Fiebre santa le siguen otro par de interpretaciones acústicas: la poética Tal vez deba cerrar los ojos y, en esa línea de lirismo, Hemos caminado siglos esta madrugada. El título de esta canción coincide con su premiado poemario de 2011.

Billy Herron y Chema Arreola:

Madre, dime, incorpora de nuevo guitarras eléctricas, bajo, batería y piano, para arropar una letra que pasa por ser una de las más delicadas e inspiradas del disco. La presencia de la madre, de nuevo, como motor creativo del artista. Así, volvemos a otro par de canciones acústicas según esta estructura cerrada que sostiene el disco: el siguiente tema, El ángel (Der Himmel über Berlin), nos muestra la enorme influencia que Austria, y la cultura germana, tienen en Javier: el título hace referencia a la película de Wim Wenders, con guion de un escritor muy querido y admirado por Medina Bernal, el reciente premio Nobel de Literatura, el austriaco Peter Handke. Después, Mi destino es la ternura, una de las canciones en donde más nos impacta la voz del cantante junto con una afirmación emocionante: “hoy me niego a pensar que vivir es una tortura”.

El disco se cierra con dos temas en los que colabora toda la banda: Reina el caos y Un país de abrazos. La segunda canción, grabada en México, está cantada a dúo junto a Iván Barrios, que además colabora en la producción y toca diferentes instrumentos. A la batería, Alfonso André, de la exitosa banda mexicana Caifanes, producto de la conexión que antes comentábamos, la del cantante con Chema Arreola, que los puso a ambos en contacto. Una canción con ciertos ritmos caribeños, cercanos al reggae, para un cierre optimista de Una piel desconocida.

Y así, llegamos a este 2020 y al disco que ha originado este repaso por la discografía de Medina Bernal: Entre los árboles. El disco es completamente acústico, con todas las canciones en toma directa y con el apoyo en la producción de grabación y mezclas a cargo de Daniel Kern, dueño y fundador de la discográfica que lo edita: Soundflow Music.

Daniel Kern, de Soundflow Music.

Las composiciones siguen la línea habitual del cantante, con letra y música propias, excepto uno de los cortes, La roca y el río, escrita por el mexicano Bela Braun, y los lectores de Achtung!, de nuevo, se encuentran aquí con un viejo amigo, puesto que Bela Braun es un narrador excelente que publicó en Nieve de Chamoy su novela Sacrificio, de la que os dejamos enlace al artículo que escribimos sobre ella:

https://achtungmag.com/sacrificio-del-mexicano-bela-braun-nada-duele-tanto-como-la-esperanza/

Bela Braun, narrador y músico de rock.

El primero de los cinco temas del EP que construyen Entre los árboles, esta nueva entrega del universo Medina Bernal, es Sentencia (de hecho será el segundo sencillo del disco). La pieza, delicadísima, narra la tensión que se desencadena en el interior de cada uno de nosotros cada vez que tomamos una decisión que tal vez no sea del todo producto de nuestro libre albedrío y, también, de cómo encajamos los devenires de la vida, es decir, del destino. Javier Medina Bernal no solo ha compuesto una canción metafísica, sino metatextual, unamuniana, dado que en su letra coquetea con la posibilidad de que nuestras vidas solo sean parte de una novela.

Causalidad, destino…, son elementos característicos de la literatura de la post-posmodernidad y de esta época actual de la posverdad. El autor ha elevado su música a una cuestión metaficcional y metaliteraria, ratificando algo que se percibe al escuchar sus cuatro discos: la música de Medina Bernal establece un continuo, un discurso entrelazado que puede leerse como una novela o un libro de poemas unido por unos temas determinados; la soledad, la muerte, las ausencias, ese otro yo incontrolable que llevamos dentro, el mundo que nos rodea entendido como algo ante lo que debemos defendernos y que, a la par, nos zarandea a sus anchas… Un disco lleva a otro, y ese, hasta el siguiente. Una canción remite a las demás, montando una arquitectura compositiva novelística mediante la música. Él ya lo intuía cuando llamó Universo Capítulo Uno a su primer trabajo.

La segunda canción es Si es verdad que todo pasa siempre, y nos muestra a un cantante reposado, acunado por una melodía casi mínima que recalca el mensaje principal: “hay que aprender a perdonar” porque estamos en este mundo de prestado… ¿Para qué amargarnos la breve existencia? Al principio de La vida es hoy se pueden escuchar unos trinos de un pájaro muy acordes con el espíritu existencial del retorno de la naturaleza humana al encuentro de una naturaleza apacible, algo que también se desprende del título del trabajo: Entre los árboles.

Con este disco, Medina Bernal firma su obra mas reflexiva, plena de preguntas retóricas y de cuestiones cruciales que son producto de la contemplación de lo que nos rodea y de su posterior comprensión desde un punto de vista trascendente, tal y como sucede en la que quizás sea la canción más importante: El sol saldrá, primer sencillo extraído del disco.

Alfonso André y su disco Mar Rojo que incluye la canción El sol saldrá, de Medina Bernal:

Un buen cantautor no es solo aquel que interpreta sus propias composiciones, sino el que las cede a otros artistas. Tal es el caso de El sol saldrá, primeramente versionada por Alfonso André (de nuevo el batería de Caifanes) en su segundo álbum en solitario, Mar Rojo, del año 2015, y que ahora Medina Bernal ha recuperado en su particular estilo acústico. Os dejo enlace a un vídeo de la canción interpretada por Alfonso André. Resulta muy interesante comparar ambas versiones y constatar lo bien que funcionan los temas de Bernal en otras manos:

Finalmente La roca y el río, con la ya mencionada letra del escritor y también músico de rock, Bela Braun, pone el colofón al EP Entre los árboles y viene a demostrar —¿acaso quedaba alguna duda?— que Javier Medina Bernal es un  músico extraordinario, un compositor sobresaliente que no es más conocido a este lado del mundo por la ceguera crónica y chapucera de la industria discográfica… Me gustaría creer que ahora, gracias a Achtung!, muchos ya estáis bajo su positivo influjo musical.

Quienes realmente importan, los oyentes, el público, esos, no están sordos, y os garantizamos desde Achtung! que basta con escuchar una vez a este cantautor para rendirse a la genialidad de su talento, a la gamuza de sus letras y al pellizco de sus melodías cuando se nos agarran al corazón. Eso es la música.

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