Adrián M. Del Pino -1996, La Mojonera, Almería- acaba de publicar Ese Favor Celeste en la editorial Talón de Aquiles. Once cuentos con ironía y comedia que relatan historias donde «siempre gana a la tragedia». A través del personaje poseído, que circunstancialmente tiene el mismo nombre del autor, permite al lector implicarse en las diversas tramas, y desde esta perspectiva, explorar temas complejos para hacer reflexionar a los lectores.
Voy a permitirme el lujo de, al menos, escribir este prólogo. Las crueldades de la vida nos moldean y, poco a poco, van borrando lo que queda de infancia en nosotros, lo que acentúa nuestras incapacidades para vivir propiamente según van pasando los días y las cosas pasan en los días. Es por eso, para sortear esa dificultad, esa contradicción, digamos el peso del tiempo y sus consecuencias, que un día decidí crearme un personaje literario. Dicho esto, queda aclarar que ese personaje literario no sería como yo soy, en absoluto, y resolvería los vaivenes vitales en los que se encontrase a la manera que se resuelven en las increíbles novelas de Roberto Bolaño, Esther García Llovet o Enrique Vila-Matas, o en los poemas de Idea Vilariño, Emily Dickinson, Blanca Andreu o Eduardo Haro Ibars.
Ese personaje, que conseguí crearme, es quien ha escrito este libro de relatos. Antes de que alguien piense que me he apropiado de su trabajo, he de aclarar que, casualmente, él tiene el mismo nombre que yo y que, en realidad, me ha desposeído de la idea de querer escribir, de la enorme carga que supone. Es él quien hace toda esa labor creativa mientras yo me dedico a corregir los textos, hacer anotaciones y a leer. Es a él a quien corresponde decir cosas extrañas y escribir enrevesadas tramas o poemas desaforados. Él es el escritor vainalista, quien ha dado cuerpo a estas narraciones que comprenden un periodo de tres años, los tres anteriores, en los que han pasado muchas cosas y, he decir, ha sido mi mejor amigo en los peores momentos. Os presento nuestro trabajo conjunto y espero que os guste.
En general, los textos versan sobre la problemática de la identidad, de la ficción como verdadero trasfondo de la realidad y la literatura como mecanismo de análisis de estas cuestiones anteriores. En cualquier caso, que nadie caiga en la trampa de entender todo esto como autobiografía: recuerdo que no soy yo el autor artístico y que sólo me he dedicado a los aspectos técnicos. El verdadero protagonista es la ficción. Los estilos concuerdan fundamentalmente con la estética del género como recurso formal ─reseñas, conferencias, artículos académicos─, aunque se busca la hibridación.
El tono, en general, es el de la comedia. Hay, no obstante, un par de relatos muy especiales y que se salen de la norma general: La caja dorada y La gran tragicomedia del mundo. Estos textos tienen una especial carga emotiva. La decisión de haber utilizado la comedia, al parecer, tiene que ver con la idea de que la comedia es más literaria que la tragedia, puesto que la segunda te encierra en ti mismo y en tu yo pensante y tus angustias, y la primera, al menos, tiene el objetivo de la risa, que en realidad nunca es para uno mismo. Al menos yo me he reído, he de decir. La tragedia individualiza, la comedia colectiviza a la tragedia, y es por eso que siempre ganará a la tragedia.
Adrián M. Del Pino,
marzo 2023
Recordar también que el autor ya publicó en 2020 Los Mejores Años, novela en la que planteaba la nostalgia como un mecanismo de expectación del presente en el que uno nunca termina de estar «ni allí ni aquí, ni antes ni después», y cómo la desaparición del pasado solo puede conseguirse a través de la escritura. Además, recientemente ha escritor el manifiesto Vainalista junto a los poetas Manuel Murillo y Manuel Hempe.
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