Los próximos 11, 12 y 13 de febrero se representará en el Teatro Lope de Vega (Sevilla), la versión de El Avaro de Molière, de la mano de Atalaya. Uno de esos montajes de Atalaya, que juntándolo con las versiones que hicieron de La Ópera de Tres Centavos de Bertolt Brecht y de Marat/Sade de Peter Weiss, demostrando que la labor de dirección y de sus intérpretes, va mucho más allá de tener un profundo trabajo corporal.
Cuando uno va a un teatro a ver un gran clásico como lo es El Avaro de Molière, uno espera que ello le valdrá para conocer una obra que se ha hecho universal, aunque uno, personalmente, no le haya dedicado tiempo a su estudio y disfrute. Ahora bien, ir un montaje de un “cualquiera”, podría llegar a ser entendido como que “no importa lo que haga la compañía en juego en escena, es un clásico y seguro que me gustará; de hecho, me tiene que gustar, como a uno va a reconocer de que eso no es de calidad”.
Lo que me lleva a decir, que también los hay que no dirigen su mirada a conocer los mismos, porque pensarán que ello responde a unos códigos estéticos y épocas diferentes a los que les causa mayor interés. Entonces ¿Cuál es la manera de generar curiosidad a los que nos estamos convencidos que esta obra (como otros tantos grandes clásicos), merece al menos que valoremos el ir a verla en el Teatro Lope de Vega? Pues, yo empezarían por aproximar a todos que los que esta vez los que se han encomendado a representarla, o sea la veterana compañía andaluza Atalaya. Esto es: No sólo les estoy hablando de una compañía que con este montaje se está acercando a la trentena de montajes, o qué su leguaje tan físico y contemporáneo, ayuda a subrayar la atemporalidad de las piezas que escogen para llevarlas a escena; sino que además, que los montajes dirigidos por Ricardo Iniesta, nos son plateados desde el compromiso y responsabilidad social que lleva consigo hacer un acto público como lo es representar una obra en un teatro.
Ricardo Iniesta ha entregado una buena parte de sus esfuerzos, en llevarnos a escena piezas desde un enfoque que nos ilustra el porqué las artes escénicas son imprescindibles para la promoción y el mantenimiento de la vigencia de los Derechos Humanos, sin que ello le prive de exponer su clara tendencia política, sin quedar de ningún modo desacreditado en sus maneras de defenderlos. Ya la misma historia que nos narra El Avaro de Molière, es una crítica traviesa y frontal a la hipocresía y contradicciones de la burguesía de mediados del siglo XVII en Francia. De tal manera que el personaje de Harpagón (“el avaro”) no es más que una parodia de lo lejos que se puede llegar, si uno se afana en llevar hasta las últimas consecuencias, el cuidar su patrimonio y demás derroteros, que por inercia, se presentan como imprescindibles en una sociedad en donde se confunde los medios con los fines. Dado que hasta con quién hago casar a mis hijos (como sucede en el caso de Elisa, la hija Harpagón), es fundamental para mantener cierto estatus: no tanto porque ella se case con uno u otro pretendiente o amado, sino porque conviene aparentar que uno está “a la altura de saber gestionar ese patrimonio”.
Y por si queda alguna duda, Harpagón declara en la obra que tiene intenciones de casarse con la humilde, joven y de buen corazón, Mariana, quien su posición privilegiada en lo económico, de género y demás, le hacen sentirse lo suficientemente autorizado, como para planificarlo. En fin, tan sólo este texto es para despertarles interés en ir a verla, y les aseguro que todo lo que hace Atalaya es una garantía de calidad y responsabilidad en lo escénico, al margen de que su lenguaje resulte más o menos afín a lo que uno esté acostumbrado.
Por tanto, les adelanto cómo será esta versión de El Avaro de Molière de Atalaya:
En 2022 se cumplen 400 años del nacimiento de Molière. Para celebrarlo, Atalaya se adentra por vez primera en el universo del dramaturgo francés y lo hace con El avaro en clave de musical, siguiendo la estela de dos de sus éxitos anteriores –La ópera de 3 centavos y Marat/Sade–, también en este registro.
Las adaptaciones de clásicos y su modernización son “santo y seña” de esta compañía que en 2023 cumplirá 40 años, así lo ha demostrado desde Elektra a El Rey Lear, pasando por La Celestina o Divinas palabras. Le toca ahora el turno a uno de los padres de la comedia francesa, que tanto aportó al desarrollo del teatro y en gran medida a que Francia tuviera renombre en este arte. Los ocho actores que participan en este festín musical están capitaneados por Carmen Gallardo, en la piel del viejo Harpagón que, rico y mezquino, vive aterrorizado por que le roben su fortuna. Un punto de partida a través del que Iniesta, de la mano de Molière, quiere recordarnos el lado más mezquino y egoísta del ser humano, los estragos que causan el dinero y el poder, el sexismo o la desigualdad de clases que impera en la actualidad.