Del 1 al 9 de abril se estrenará en el Teatro Lope de Vega (Sevilla), El Público, de la mano del Teatro Clásico de Sevilla. Una oportunidad fantástica para conocer más a fondo un texto, que supone todo un reto de comprensión, que transciende a su propio contenido y el cómo confrontarlo.
Cuando uno se va acercando a la obra El Público de Lorca, se da la situación de que se podría hacer hasta una tesis doctoral para que uno se pudiese sentir preparado para verla. Y no que esta pieza que fue estrenada a mediados de los años ochenta sea una excepción; sino más bien, lo que quiero plateárles es que se han hecho tantas elucubraciones al respecto que cabe adoptar una estrategia para ser lo más resolutivos posibles. Varios de los comentadores de la misma, coinciden que El Público es posible verla desde una postura meramente analítica o bien dejándose hacer con su estética surrealista.
Lo cual me lleva a preguntarme ¿De qué manera uno puede sacarle más provecho a una obra de estas características? ¿Dónde está el límite a la hora de autojustificarse como espectador, mientras uno va dejando ir oportunidades únicas que nos negamos a profundizar en ellas sea por pereza intelectual, o porque creemos que ya todo lo tenemos controlado? Estas y más preguntas me rondan, en el proceso en el que estoy de prepararme para afrontar una versión que se erige como una de las joyas de la programación del Teatro Lope de Vega de la actual temporada.
Detrás de este montaje está la compañía Teatro Clásico de Sevilla, en cuyo bagaje se pueden enumerar representaciones de grandes clásicos del teatro universal, que lejos de ser sólo una garantía de atraer público a las salas donde son programados; también es signo de asumir el reto de que su versión tenga algo más que ofrecer, en relación a las innumerables versiones que se han hecho de las obras que habrán estado en juego. Basta tomarse con seriedad y responsabilidad lo anterior, para caer en la cuenta que llevar a escena un gran clásico es un “acto inflamable”. Esto es: Si bien es cierto que muchos de los espectadores reconocerán con rapidez lo que se está representando en escena (al ser un texto conocido), o quiénes no lo conozcan vendrán con la predisposición de verlo en un teatro porque han oído hablar del mismo. El caso es que ello genera altas expectativas, al exigírsele a la compañía, legítimamente, que asuma la carga se justificar el por qué se aventuraron a dialogar con tal texto, en vez de hacer algo propio, de tal manera no de tener por qué rendir cuentas a la tradición a la que pertenecerá ese gran clásico.
Aún con todo, una de las cosas que hace atractivo ver esta versión de El Público de Lorca, es que cuenta con un elenco de actores y actrices extraordinario. Como también, contará con la participación en la composición de las coreografías de Isabel Vázquez: una de las profesionales de la escena andaluza, más versátiles en lo que se refiere a su capacidad de lucirse en tan diversos formatos y registros, en lo que ha trabajado a lo largo de su trayectoria profesional.
En fin, tan sólo me queda despedirme de vosotros con un adelanto de la versión El Público del Teatro Clásico de Sevilla:
Tras su aplaudida incursión en los clásicos del siglo XX con Luces de Bohemia, el Teatro Clásico de Sevilla le hinca ahora el diente al otro miura por antonomasia de la vanguardia teatral: El público de Lorca. Precursora del lenguaje contemporáneo más radical; es quizás su obra más hermética, compleja y profunda, la más comprometida y personal con la que Lorca se propuso revolucionar por completo la escena, enfrentándose a la homosexualidad y a la vida, al amor y a la muerte. Los personajes masculinos y femeninos se traspasan unos a otros, superando los roles establecidos por la cultura dominante. La poética de El público está directamente emparentada con nuestros grandes clásicos del Siglo de Oro; es por ello que la propuesta de la compañía se centra en la fuerza y belleza del texto, su poder emocional, las imágenes y sugerencias en la máscara y la careta.
Hemos entrado en un siglo diverso. Queremos que esa reivindicación se integre también en El público. Romeo puede ser un ave y Julieta puede ser una piedra. Se transforman. Caen las máscaras. Hemos de descender al teatro bajo la arena, y ver la verdad de sus sepulturas. Gritar y llorar por todo lo que nos queda para ser verdaderos, únicos y libres.
Alfonso Zurro