En la Sala Viento Sur vivimos el estreno de la obra de Piermario Salerno Dios nunca muere, dentro de la programación del FeSt, Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla.
Obra unipersonal donde Piermario ofrece una visión sobre diferentes pasajes de la biblia que hablan del nacimiento del pueblo de Israel. Especialmente emocionante es el pasaje donde representa la lucha de David contra Goliat. El libro sagrado, el pueblo elegido, los judíos, su misión, la historia que defiende Israel para defender su legitimidad sobre el nacimiento contemporáneo del Estado de Israel.
Gran trabajo actoral de Piermario Salerno, siendo, uno, mil y diez mil personajes, encarnando a David, Goliat o un ejército.
El montaje plantea dos cuestiones claves, una reinterpretación del personaje bíblico de David, clave para el sionismo moderno, donde Piermario muestra la pasión carnal que el futuro rey de Judá profesa hacia Jonatán, y con ello nos cuestiona sobre como hubiera cambiado la historia con algo así. Y la argumentación para mí que nos lleva al momento álgido de la obra. David defendiendo el genocidio sobre Israel, como un alegato contradictorio y que nos lleva a un grito de Piermario contra la guerra y el genocidio en Gaza.
La utilización del video es espectacular, genera una poética propia y una conexión muy orgánica con el cuerpo del actor, incluso con las sombras que proyecta sobre la imagen audiovisual. Una clase magistral del uso de video en escena.
La música es muy sencilla, aunque muy bien utilizada, llevando al espectador a un estado de meditación a la vez que el texto nos lleva a la tragedia contemporánea. Me evocaba por momentos al maestro de la tragedia hoy en día, Wadji Mouawad. Una reflexión similar hago del diseño de luces a cargo de Sergy Santana. Muy sencillo, el equipo de la sala así es, pero muy bien ejecutado, aprovechando la luz para crear ambientes y provocar las sombras del personaje.