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A falta de más información precisa y debidamente contrasta sobre la figura de Safo (sea porque sus escritos no se han conservado, o porque otros fueron destruidos premeditadamente), el equipo de  Christina Rosenvinge/ Marta Pazos/ María Folguera han buscado reivindicarla, eso sí, desde los valores que cada vez se han ido normalizando en nuestra sociedad occidental. Tales como: el que en escena haya cuerpos diversos interactuando entre sí; que una obra sobre una mujer realizada bajo una inspiración feminista, sea hecha con y por mujeres, etc.…

 

Por supuesto que aún queda mucho por visibilizar y poner en valor a mujeres ilustres de nuestra cultura como la pintura Artemisa Gentileschi, la escritora Christine de Pizán, la filósofa Lou Andreas-Salomé, entre otras tantas que hace relativamente poco, están empezando a sonar. Muchos dirán con cierto escepticismo, que la reciente recuperación de estas figuras está siendo “forzada”, que “por algo no las hemos oído mencionar con el mismo peso, en relación a otros varones ilustres”, etc.… El caso es que aún hay que dar con las fórmulas para que dichas emisiones queden neutralizadas del todo, como síntoma de que el conjunto de nuestra sociedad, ha madurado también en estas cuestiones. Es decir: Esto, entre otras cosas, va de llevar a cabo una gestión responsable y democrática de nuestro legado histórico. Claro que en todo enfoque epistemológico habrá un tipo de sesgo; sin embargo, a dónde creo que hay que dirigir nuestro foco es a abrir este tipo de debates, de tal forma que el nuevo paradigma al que nos dirigimos contenga las consideraciones necesarias, para que la idea de que todos los seres humanos hemos tenido las mismas oportunidades en todas las épocas y lugares del mundo, sea suprimida de las premisas iniciales.

Foto: David Ruano

Foto: David Ruano

 

En esta línea, las mujeres que han sido destacadas por nuestros libros de historia aparecen como “seres inusuales”, o en su defecto, como mujeres cuya obra ha sido leída al igual que la de un varón ilustre más. En paralelo, hemos de aceptar que estamos en medio de una feroz “guerra por el relato” contra los sectores más conservadores y reaccionarios, como también, dentro de los feminismos que coexisten hoy por hoy, hay numerosos temas en el que el consenso será difícil de alcanzarse a corto y medio plazo. Lejos de menospreciar la riqueza de la citada pluralidad, hemos de caer en la cuenta de que en el punto en el que estamos, apenas hemos superado unos escalones hacía una igualdad real entre todos los seres humanos, aunque sí que es verdad que el horizonte lo tenemos más “despejado” en comparación a unas cuantas décadas, a la hora de realizar un diagnóstico de la situación en la que nos encontramos.

Mientras tanto nacen iniciativas como la de esta pieza multidisciplinar, en la que se asume que la información que disponemos en la actualidad de la figura de Safo, nos es insuficiente para sacar conclusiones del todo satisfactorias. He allí que se ironice con el cómo ha evolucionado la recepción de su legado; que se trate de generar un marco en el que a pesar de que estas profesionales se hayan tomado ciertas licencias (que son avisadas de un modo u otro en la sinopsis), sí que está al acceso del público discernir qué versión de la figura de Safo han querido “reconstruir” con aquello que es “rescatable”, con el fin de repensar la condición de la mujer en la historia y en el presente.

Foto: David Ruano

Foto: David Ruano

 

Así, estas profesionales han compuesto canciones a partir de los versos de Safo, imágenes oníricas, escenas que van de lo tierno a lo travieso,  pasando por lo erótico y lo libertino… Sin que lo anterior, deje de lado un vehemente reclamo por el reconocimiento de la autonomía de las mujeres, a la hora de decidir lo que quieran hacer con sus vidas. Todo ello con una estética que supo hacer de lo ecléctico uno de los factores que hacían de esta obra algo impredecible y emocionante. Y aunque más de uno no se sienta identificado con esta miscelánea de lenguajes, no me queda ninguna duda que muchos de sus espectadores se han quedado con ganas de sumergirse en la obra y el legado que nos ha llegado de Safo. De verdad, que esta pieza debería hacer una gira por institutos y universidades de toda España para dar a conocer a la figura de Safo, mostrando a sus estudiantes y profesores de que hay incontables modos de aproximarse a la cultura.

El equipo de Christina Rosenvinge/ Marta Pazos/ María Folguera  estuvo compuesto por fantásticas actrices, bailarinas de danza contemporánea y músicas, las cuales hicieron un despliegue de versatilidad, entrega, verdad, y porque no decirlo, ellas se divirtieron como nunca: ¡Qué gusto ver a profesionales pasárselo bien interpretando una obra en la que creen! Todas estas intérpretes merecerían su correspondiente mención, pero en este texto voy a detenerme en dos de ellas en concreto. Esto es: Christina Rosenvinge adoptó el papel de Safo en esta obra, ello propició a que cantase las letras de esta mujer de la antigua Grecia desde diversos registros y estados, haciendo las delicias de quienes la han seguido a lo largo de su extensa carrera profesional. Asimismo, su interpretación y presencia en escena favoreció a que hubiesen los contra puntos necesarios para que nos acordásemos de que esta obra también hace una labor pedagógica, al mismo tiempo, ayudaba al público a imaginarse el cómo habrían sido los ratos de recreo y disfrute de Safo con sus discípulas y las musas que, probablemente, les acompañaban en cada momento.

Foto: David Ruano

Foto: David Ruano

 

Aquellos que llevan un tiempo siguiendo mis publicaciones en este medio de comunicación, sabrán que profesionales como Lucía Bocanegra son para mí futuro y presente de las artes escénicas contemporáneas de España: Es una inspiración y un gusto verla sobre un escenario. Encima en el caso de Safo, con ella (como con el resto del elenco) se tuvo el acierto de identificar cuáles son sus potencialidades en favor del montaje y la posterior representación de esta pieza. De tal modo que, Lucía Bocanegra enriquecía con todo su repertorio a cada uno de los roles que interpretó, sacando a relucir la enorme emotividad que habita en su interior, aliándose con su fortaleza y fisicalidad como en la escena de la “batalla de lechugas”, o qué decir que no ha parado de crecer como cantante (recuérdese la escena en la que uno de sus roles intima con el personaje de Safo), etc.… En definitiva, Lucía Bocanegra ha vuelto a demostrar que no tienes límites, y el que las encargadas de la dirección de Safo lo haya entendido así en ella y en el resto del elenco, es signo de que saben dirigir. O dicho de otra manera: Si uno escoge a alguien tras una audición es porque se parte del convencimiento de que esa persona no está allí para reproducir de forma irreflexiva y “robótica” lo que se ha representado en la cabeza de quien dirija, sino porque se confía que su perfil es el que mejor interpretará la interpretación de la obra de quien dirige.

Foto: David Ruano

Foto: David Ruano

 

 

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