La compañía sevillana Teatrapadas estrena en el FeSt Festival Internacional de Artes Escénicas de Sevilla su segundo montaje El vacío del espejo.
El FeSt, Festival de teatro de Escenarios de Sevilla, estrenó en la Sala Cero, el segundo montaje de la Cía. Teatrapadas, después de la gran acogida por crítica y público de su primera obra Sujetas, han vuelto a escena con una obra sobre salud mental, haciendo visible los trastornos y el pozo ciego del dolor íntimo del desencaje con el mundo, que se está convirtiendo en uno de los grandes debates en la coyuntura social actual.
El vacío del espejo es una obra de hachazos. Su gran logro es hacer poesía del infierno, mostrando las tinieblas y demonios de la condición humana.
Una obra con escenografía minimalista y con estética contemporánea de recortes de vida de dos hermanas, Daniela que es una, ninguna y cien mil, un ser humano devorándose. Y su hermana, Eva, que la cuida, presenciando su deterioro, a la vez que intenta sostener su vida personal y familiar, padeciendo un estrés emocional constante y todo lo que ello conlleva: el sufrimiento de las cuidadoras, porque casi siempre son ellas.
Cuando tu mente no soporta ya tanto dolor, tanta angustia, y tanto miedo, escapa. Y llegan las voces, la “otra realidad” tan real y cierta para quien la vive en primera persona, reflejo de lo que quizás le ocurre hoy a personas de tu entorno. Y qué como Daniela, lo viven en secreto, no quieren ser estigmatizadas, apartadas.
Myriam Osuna hace un trabajo actoral espectacular, lleno de matices, su personaje es por momentos divertido, lleno de oscuridad e incomprensión, en lucha desesperada, un personaje que a veces se acerca a la luz, y otras nos parte el corazón. Es fácil pronosticar que su enorme interpretación estará entre las favoritas a mejor interpretación femenina.
Me recordó El despertar de Alejandra Pizarnik…, es el vacío no vacío… sus brazos insisten en abrazar el mundo… la jaula de hizo pájaro…”
Aunque realmente el personaje que más me ha inquietó fue Eva, la cuidadora, que se desespera, que ayuda una y otra vez, que se cae, sufre, se distancia, se multiplica… Creo que es un personaje en el que tod@s nos podemos ver reflejad@s.
Además en ella hay un reloj dramatúrgico amenazante, ¿Cuánto puede sostener? ¿Se acabará alejando o hundiendo? ¿Sufrirá finalmente salud mental? Gran trabajo de la actriz Trini Ferrera para sostener toda esta complejidad emocional, desde la cordura, la desesperación y el amor.
El vacío del espejo tiene un clima, y ese es un logro no tan fácil de conseguir, todo flota en una atmósfera que te estremece desde el primer momento, da igual si era una escena de la infancia, bailan electrónica o están en un psiquiátrico, la obra desprende un ambiente que es conmovedor en todo momento, frágil y ello se debe a la sensibilidad del equipo que lo sostiene.
El diseño sonoro, es especial, me encantó la mezcla de ópera y música electrónica siendo para mí la danza de Myriam Osuna, una sombra de sí misma, quizá el momento más álgido de toda la obra, brutal.
Los textos informativos que se proyectan alimentan una propuesta ya de por si estremecedora, y el uso del video para expresar la tragedia del suicido, es terriblemente poético.
Más allá del hecho escénico, una obra aspira a ser capaz de evocar y provocar una afectación en el público. En mi caso provocó que después estuviéramos más de dos horas hablando sobre salud mental, ese es el mayor regalo que nos hizo Teatrapadas, que la obra siga existiendo más allá de la representación.
He intentado descifrar para ti la propuesta, pero tengo claro que la única forma de que entiendas lo que vivimos el sábado, es yendo tú mismo/a a dejarte afectar por un encuentro humano y artístico casi indescriptible. El FeSt sigue, no lo dejes escapar.





