La noche en la Sala Malandar prometía y Glazz cumplió. Con el trío original –Recacha, Escortell y Ruibal– reforzado por el talento del teclista Manu Sánchez, la banda no solo sonó espectacular, sino que convirtió su ya sobresaliente propuesta en un prodigio de rock andaluz contemporáneo.
A riesgo de parecer parciales, Glazz demostró una vez más que son una de las mejores bandas de la escena andaluza actual, junto a otras ya consolidadas como Derby Motoreta’s Burrito Cachimba (donde también milita Dani Escortell) o Guadalupe Plata. Lamentablemente, el público sevillano no acompañó del todo, y la sala no llegó a media entrada, algo que parece convertirse en una constante, incluso para eventos de alto calibre como cuando Screaming Headless Torsos compartieron escenario con Glazz.
En cuanto al sonido, la Sala Malandar mantuvo su nivel habitual: una buena ecualización general, aunque en algún tema Escortell sonó un poco incisivo con su precioso bajo Rickenbacker, y el volumen del recién incorporado Manu Sánchez podría haberse elevado en algún tema para darle más presencia en la mezcla. Las luces, juguetonas y estroboscópicas, parecían bailar al ritmo de la banda portuense, creando una atmósfera ideal para la velada.
La destreza instrumental de Glazz no tiene igual. El virtuosismo de Dani Escortell en el bajo y los maravillosos efectos que José Recacha (evocando a veces el sonido de Metheny) usó con sus guitarras, una de ellas afinada en Drop D para algún tema, fueron impresionantes, y Javier Ruibal posee un dominio de la batería y un conocimiento de los compases flamencos que muchos jazzistas envidiarían.
Un momento simpático fue la presentación que hizo Dani Escortell del nuevo miembro del grupo, Manu Sánchez, que ya formó parte del combo de jazz Javier Ruibal Trio, al que se vio perfectamente integrado en el buen rollo que siempre transmite la banda, bromeando entre ellos y creando un ambiente de jam, de tocata entre amigos, transmitiendo esa complicidad al público. Manu, con su maestría, aportó una gran profundidad sonora con su teclado Studiologic, remitiendo al flamenco en sus líneas de frigias y cadencia andaluza, con un aire muy Marinelli.
El repertorio incluyó clásicos como De La Playita a la Ciudad, Pasen y Vean, El Lanzador de Cuchillos y D. Ricardo, hasta llegar a 25 Por Ciento, de su disco Let’s Glazz, del que Escortell bromeó con que ya cumplen la cuota: ahora si, cada miembro son el 25% del grupo.
Siguieron repasando temas con sus esperadas variaciones guiadas por la inspiración del momento, en esa mezcla de estructura e improvisación que define la esencia de Glazz. La coordinación y el entendimiento entre ellos es tal que cada nota parece calculada, y aun así, su música conserva esa frescura improvisada que es ya su marca de fábrica.
Uno de los momentos culminantes fue la esperada colaboración de Javier Ruibal padre, quien interpretó con la banda el nuevo tema Ale Hop en un peculiar compás de 5×4. En el tema original, el mítico Miguel Ríos aporta su inconfundible estilo, y en esta ocasión Ruibal padre emuló esas inflexiones, aunque con el sello del excelente cantautor de El Puerto de Santa María.
Para el cierre, no faltaron éxitos que ya se han convertido en clásicos de Glazz como Tragafuegos, Saltimbanqui y Fonkyman, culminando con Punklerías, una bulería que permitió a cada miembro del grupo mostrar su virtuosismo y dejó a los asistentes con ganas de escuchar el nuevo disco, el cual, según anunció Dani Escortell, verá la luz el próximo año.
En resumen, la velada en Sala Malandar fue un testimonio de la grandeza de Glazz, que sigue subiendo el listón del jazz, el rock y el flamenco, fusionados en una mezcla única que solo ellos saben orquestar con tanta maestría.