El próximo 24 de noviembre se estrenará en el Teatro Távora (Sevilla), Orestes a juicio, de la mano de Teatro de la Resiliencia. Les hablo de una de jóvenes compañías que merece la pena seguirles la pista, para conocer el presente y el futuro de la creación contemporánea andaluza
Como suele pasar con varios de los protagonistas de las Tragedias Griegas, no conocemos la «versión oficial» de lo que éstos hicieron y experimentaron. He allí que a poco que uno tenga un especial interés por alguno de los mismos, uno recurra a diversas fuentes para contrastar información o complementar lo que nos ha llegado a día de hoy al respecto. Por supuesto que el caso de Orestes no es una excepción, pues, precisamos consultar textos de Homero, Sófocles, Eurípides, Esquilo, etc…, para si quiera orientarnos sobre este personaje. No les voy a negar que resulta recomendable aproximarse a la figura de Orestes para captar todos los detalles y «guiños» que puedan estar presentes en la representación de este pieza, pero lo que hemos de tener por seguro, es que esta obra interpelará a todos los seres humanos, independientemente, de la época en la que les ha tocado vivir, lugar de origen o cualquier cosa por el estilo. Una prueba de ello es que les sea común y eficaz a sus promotores seguir acudiendo a los grandes clásicos como vehículo para abordar temas que nos sean contemporáneos.
A ello le sumo, el buen recuerdo que conservo de la anterior obra de esta compañía andaluza, El Despedazamiento de los Cerdos, una pieza desgarradora y frontal, que no permitía que ninguno de sus espectadores se abstraiga de lo que estaba sucediendo en escena. Confío que Rubén Fernández (el director de esta compañía) mantenga su firmeza a la hora de defender un discurso que no estará libre de polémicas, y eso es algo que le honra y favorece que las artes escénicas sigan avanzando. Sin más que añadir, les doy paso con la sinopsis de Orestes a juicio:
Orestes a juicio es una adaptación de la obra Venganza (2020) de Federico Cassini, un espectáculo creado a partir de Las Coéforas y Las Euménides de Esquilo y Las Moscas de J. P. Sartre, donde nos encontramos como temas principales la libertad del individuo, la venganza y la justicia. También están presentes los remordimientos, la culpa y la ambición.
La obra se erige como la representación del mito de Orestes con una estrategia estético-estilística rockera, haciendo uso del rock para alcanzar la ritualidad propia de una Tragedia Clásica.
En el montaje nos encontramos con el conflicto entre la ley divina entendida como norma ética y moral y la ley humana como la libertad de poder tomar tus propias decisiones. “El hombre esta condenado a ser libre”, como afirma Sartre. La libertad es un elemento inherente a la condición humana y por ello, el hombre es el absoluto responsable del uso que haga de ella, dejando a un lado los fenómenos racionales, morales o religiosos. Pero no solo es responsable de su existencia individual, sino que también es responsable de todos los hombres. De esta manera, se busca superar los moralismos y prejuicios defendiendo el valor de la persona humana y tratando de alcanzar su máximo potencial.
Así pues, este proyecto pretende poner a prueba la moralidad y la ética del público y despertar su sentido crítico como jueces de todos los hechos que se acometen, pudiendo identificarse o no con las historias de cada personaje y los motivos que los ha llevado a urdir sus propias venganzas.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a hacer uso de la libertad?
¿Dónde están esos límites?
¿Merece la pena emplear esa libertad que tanto nos caracteriza con la intención de vengarnos?
El montaje busca interpelar al espectador para que comprenda que en muchas ocasiones podemos vernos en las pieles de estos personajes y que a veces nos dejamos guiar por la razón o el corazón sin pensar en las consecuencias.
La obra representa el juicio de Orestes en el Areópago, acusado por asesinar a su madre Clitemnestra a modo de venganza después de que esta acabara con la vida de su padre Agamenón.
Durante la trama, tanto las Erinias como Orestes defienden sus respectivas posturas. Atenea como mediadora del conflicto dejara la resolución en manos del tribunal más justo e imparcial que existe: el pueblo (público).