En torno al Día Internacional de la Danza vuelve al Teatro de la Maestranza (Sevilla), una nueva edición de Vertebraciones, con dos piezas seleccionadas entre unas tantas de creadores que residen en Andalucía. Vertebraciones es algo que merece nuestra máxima atención y cariño, porque en cada edición se suelen escoger piezas que muchas veces es difícil que les otorguemos el interés podrían suscitar.
Vertebraciones es un proyecto nacido de la iniciativa de la PAD (Asociación Andaluza de Profesionales de la Danza), con la ayuda del Instituto Nacional de Artes Escénicas y Música (INAEM) y la colaboración del Teatro de la Maestranza. Esta cita anual es algo que se suma a los diversos recursos que se disponen para visibilizar a las piezas de los creadores residentes en Andalucía.
De tal forma, que los montajes seleccionados son representados en un ambiente de celebración y encuentro entre los profesionales de la danza andaluza, mientras los mismos conviven en el patio de butacas con los que somos fieles espectadores de esta noble disciplina. Eventos así, nos demuestran que siempre hay que seguir explorando fórmulas para que profesiones tan golpeadas y a la vez desconocidas (como sucede, por ejemplo, con las artes escénicas), sigan haciéndose valer. Dado que sus profesionales llevan a cabo su oficio con convicción y sentido de la pertenencia.
Desde luego los que vivimos en Sevilla, nos podemos sentir agradecidos de que en la capital de Andalucía se programa danza contemporánea. Y lejos de afirmar que todo está bien y es suficiente (basta recordar la reciente y doloras extinción del Festival Mes de Danza), prefiero centrarme en identificar que detrás de Vertebraciones hay un afán de autogestión para que se demuestre que las cosas se pueden hacer de otra manera. No nos confundamos, los organizadores no son programadores ni cosa parecida (esa tarea ya la ocupan otros profesionales), sin embargo ante un diagnóstico tan poco halagüeño sobre la realidad y el futuro de la danza andaluza, pues qué menos se emprender proyectos que sacan a la luz cosas que esperan ser más atendidas.
Sin más que añadir, les dejo con un adelanto de las piezas seleccionadas en Vertebración XII:
El 29 de abril Rocío Barriga representará Todo esto no es tradición:
Una pieza o manual fallido que nos propone un mapa por el cual viajar a través del tiempo. Escenas, rituales, números y códigos que nos sirven para preguntar y no encontrar respuestas, ¿Dónde han quedado escritas las mujeres de esta historia? Todo esto no es tradición surge de un gran interés por querer saber sobre mi genealogía, especialmente me interesaba saber cómo fueron las mujeres que crearon mi historia. La tradición militar de mis antepasados me ha permitido encontrar documentación que recoge información sobre momentos históricos, guerras, fechas, lugares y personas, pero una de las mayores frustraciones que he ido encontrando en el camino es que ellas no aparecían, no están representadas y por eso era como sino hubieran existido. A través de esta investigación me proponía darles cuerpo, lugar y tiempo.
El 30 de abril Laila Tafur representará Carne de Canción:
El baile es mi oficio, la cosa que yo practico, donde aspiro a la maestría. Deseo la aparición de una forma en un cuerpo, bailo en la brecha entre una u otra posibilidad. Me muevo constantemente entre la abundancia y la falta, con todo, la chicha y la ficción. Aprendo a sostenerme en la desestabilización. En el encuentro con la canción, me lanzo también a lo todavía no producido pero desde una lógica aún más distante. Me comporto como una osada que hace como si sí supiera hasta que lo consigue hacer. Como una ignorante erudita titilo entre el saber y el no saber, colándome en ambos, mezclando cosas atenta a los afectos y donde mi brújula es el placer contenido en el hacer. En esta pieza pongo en crisis lugares centrales que salvaguardan el saber, la academia o universidad, que trabajan mayormente en la acumulación de datos además de privilegiar el saber teórico frente al encarnado. Se necesitan prácticas que produzcan conocimiento desde lo lúdico y placentero; en mi caso me apropio de la disciplina musical e invento una serie de ejercicios caseros, amateurs o DIY que consigan aproximarme, por un lado a la producción sonora y por otro a la generación de saberes. Éstos pasan por cantar temas de Whitney con letras de Ranciere, leer contratos de trabajo o convocatorias y sus cláusulas legales cual canto gregoriano o musicar con un Casio una conferencia a tiempo real. Y si sí formas parte de una élite, como es el caso cuando te dedicas a la danza contemporánea, y encuentras placer en profundizar en un saber específico, hay otro ejercicio para invertir jerarquías de poder. Pasar de tocar al dejarse tocar por, de manera que se practique la simetría entre la escucha y la voluntad, entre el lenguaje y la carne, y así seguir poniendo en crisis ciertos roles, invertirlos, divertirlos, desdibujando sus límites.