Una vez más los integrantes de esta compañía andaluza se han dejado la piel sobre el escenario, con una pasión y una fe en lo que estaban haciendo que, como poco, es inspiradora. Y si a ello se le suma la frescura y contundencia del lenguaje coreográfico de Mario Bermúdez (director, cofundador, intérprete y coreógrafo de Marcat Dance), pues, es un indicio del gran potencial que tiene este profesional de convertirse en un coreógrafo de referencia en los próximos años.
Asimismo, Mario Bermúdez mantiene en Averno su inclinación por creaciones cuyo elenco de bailarines se comporta como una “tribu”, en la que cada uno de sus miembros se hacen imprescindibles para sostener la fortaleza y la ambición de las mismas (signo de ello, es que sus siete intérpretes no salieron del escenario durante toda la representación de Averno). En paralelo, el diseño de iluminación, en ocasiones, irrumpía para reconducir las reiterativas ideas que procuraban fundamentar formalmente este trabajo. Esto es: una serie de frases coreográficas y estados emocionales de sus personajes que retornaban una y otra vez, como si sus habitantes de Averno no tuviesen escapatoria. Más ello no implica, necesariamente, que las transformaciones individuales y colectivas de dichos habitantes hayan sido en vano. Empezando por eso de qué otra manera uno va a conocer más a fondo el terreno en el que uno lidia en su día a día, sino probando varias estrategias de intervenirlo y formas de pensarlo. Por tanto, cabe transformarse internamente antes de volver recibir el mismo impacto, siendo que esté es inevitable. De lo contrario, uno se está abocando a un letal e innecesario desgaste a medio y largo plazo.
En esta línea, considero que Averno representa de un modo, más o menos literal, el punto en el que se encuentra a día de hoy Mario Bermúdez como creador y director. Esto es: esta pieza concentra tantas cosas buenas que frustra y entristece como varias de ellas se “fugan” en la indefinición del contenido exacto que se nos quiso transmitir, a nosotros lo espectadores, ya que aunque de vez de en cuando emergían escultóricas imágenes en las se pudieron haber profundizado en sus investigaciones escénicas (hasta, por ejemplo, basar esta pieza en el cómo enlazar a unas con otras); el caso es que terminaban siendo “embestidas” por la alusión a ese puñado de frases coreográficas desde diferentes lugares, sin que uno tuviese claro hacía dónde se estaba dirigiendo Averno. Tal y como si estos intérpretes hayan estado deambulando por un radio de cuatro kilómetros cuadrados, cuya flora y fauna era abundante, había colinas, algún estanque…
Seamos francos, este trabajo no se ha presentado como un montaje formal constituido por un grupo reducido de frases coreográficas que, digamos, al final cerraba el propio círculo que estaba proyectando desde sus primeros “trazos” en el espacio/tiempo. Sino en realidad, esta es una obra que se “atragantó con su propia saliva”, ante sus ansías de dar más y más. Y encima Averno duró alrededor hora y media. Es decir: aquí corresponde una profunda reflexión por parte de todo el equipo de Marcat Dance, porque tanto talento de sus intérpretes, del encargado del ambiente sonoro y de su coreógrafo, merecen que sean puestos en valor en la mejor de las condiciones.
Si consultamos parte del repertorio de Marcat Dance nos encontramos con piezas que de un modo u otro apuntan a los que les he aproximado con esta crítica, pero nunca se llegaron a viciar, puesto que son maravillosas y alcanzaron con creces sus propósitos. He allí que invitaría a los integrantes de Marcat Dance a soltar aire y volver a ver los vídeos de sus espectáculos anteriores, en contraste con el de Averno en el Teatro Romano de Itálica. A continuación, que busquen el equilibrio que les permita seguir desarrollando su lenguaje y modo de plantear sus temas, con no precipitarse a “lanzar” algo a los programadores sin que antes esté reposado y más meditado, como también, mirado por un ojo externo al grupo de personas que figuran en la ficha técnica; y demás cosas por el estilo.
Hay momentos como crítico de artes escénicas en los que conviene ponerse exigente, en especial, si estamos hablando de profesionales consolidados a nivel nacional, y su nada desdeñable proyección internacional. Todo ello con la única finalidad de contribuir a subir el nivel en todos los sentidos, de los profesionales que uno se va encontrando por el camino.