Si se suele tratar como un “telón de fondo” o un “apoyo” a la música en el acto escénico, ¿Cómo enfrentarse a una creación en la que a ésta se la pone en el centro? ¿Será posible que detrás de todo esto, reside la ambiciosa idea de llevar al arte de la interpretación a su máxima expresión?.
Estas fueron las principales preguntas que recogí a lo largo del estreno de SUMMA, esto es: Les hablo de un conglomerado de variaciones que fueron emparentadas por coincidencias formales y estilísticas. Tal y como si fuese un “archipiélago” en el que sus “islas” poseen ecosistemas independientes entre sí, pero están conectadas a través de puentes, acueductos y demás infraestructuras provenientes del ingenio humano.
En esta línea, Manuela Nogales y su equipo nos expusieron un espectro que dio lugar a una forma de coreografiar, de iluminar e interpretar cada uno de los fragmentos de SUMMA. Así, se hicieron compatibles las coreografías de Lucía Vázquez, Fernando Romero y las de la propia Manuela Nogales, dando razón de ser a que estas piezas sean representadas en un mismo programa, más allá, por su puesto, de ofrecer un homenaje y bailar la música de Arvo Pärt. Todo lo demás, es la consecuencia de una preparación exhaustiva de un marco conceptual, en el que ningún tema sobre la condición humana nos “entretiene”, salvo aquél que se relacione con el cómo el ser humano se adapta e incluso se manifiesta artísticamente, con aquello que le excede.
No merece la pena “salirse” de SUMMA para traducirla o cualquier cosa por el estilo. He allí que considere que ella no precisa presentación ni explicación, como mucho, que personas que escribimos sobre artes escénicas, nos esforcemos por ser los mejores mediadores entre los espectadores y programadores con el fin de que quien no esté familiarizado con la danza contemporánea, no deje pasar nada de largo. Pues, este grupo de profesionales han rehabilitado un sendero que pocos se han atrevido a transitar (sea por sus propias líneas de trabajo o inclinaciones personales), en la medida de que es muy difícil sostener en escena durante sesenta minutos un proyecto tan denso y escaso de concesiones, tomando por descontado, su belleza y elegancia. Ya Manuela Nogales en Poéticas en la Sombra realizó un ejercicio de abstracción en torno a la filosofía y la práctica del Kintsugi, mientras en Noche Transfigurada interpretó hasta sus últimas instancias, a una selección musical del repertorio Arnold Schönberg. A dónde quiero llegar, es que para mí SUMMA representa una síntesis de lo que ha estado explorado Manuela Nogales, de cara a reformular muchas de las preguntas que ha estado contestando a lo largo de los treinta años de su compañía, más no ha dejado perseguir los mismos objetivos que han delimitado a su carrera.
En SUMMA reconocemos un tipo de movimiento y de disposición en el espacio que ya hemos visto en otras de sus producciones, pero todo ello enmarcado bajo unos parámetros en los que éstos se les saca un mayor partido, ya que una vez que se ha alcanzado cierto grado de refinamiento de un lenguaje propio, toca dar con la tecla que le permita a uno seguir expresándose sin que la idiosincrasia de dicho lenguaje, se “alimente” de lo que fuere que uno trate de abordar en escena. Y según cómo un profesional veterano confronte a este tipo de problemáticas, es fácil distinguir quién está trabajando “esperando a su día de jubilación”, de quién se resiste a retirarse hasta sentir que ha dejado las cosas en puntos suspensivos, no incompletas (como sospecho que es el caso de Manuela Nogales).